Dios es una franquicia

No tengo la menor duda que la vida es el síndrome de la muerte. Tal afirmación no se trata de una fatalidad sino de una realidad, al nacer comenzamos el tortuoso camino hacia el final. Lo peor de todo es que no aprendemos ni a bien vivir ni a bien morir. De nosotros disponen la religión, algunos políticos, la publicidad, la sociedad, la tecnología, la educación, entre otros factores que hacen de nuestra vida un verdadero pandemónium.

Es harto conocido que una de las maneras de ejercer el imperio su influencia sobre toda la humanidad es a través de las llamadas franquicias. Entendiéndose por franquicia como el derecho que se otorga una empresa a una o varias personas para la explotación de un producto, una actividad o nombre comercial. El acuerdo se suscribe entre el franquiciador y el franquiciado, es decir el destinatario.

Existen tres franquicias a las cuales los franquiciadores y los franquiciado les han sacado provecho, estos productos son: los pobres, la democracia y dios. En el primer caso, los únicos que no se han beneficiado de la pobreza han sido los pobres. Muchos son lo que le han sacado provecho a la penuria, entre ellos los políticos, los literatos, los autores de óperas y de comedias musicales, los pintores, y las fundaciones para acabar con la pobreza. Del libro "Los miserables" se hicieron películas y comedias musicales y los pobres, siguen siendo pobres. No hay político o sacerdote en el mundo que no les dedique a los pobres sus discursos o sermones, sin embargo, los pobres siguen siendo pobres. La democracia es otra de las franquicias a la que los políticos y gobernantes han obtenido buenos réditos, a tal grado que cada uno de ellos tiene un concepto muy particular de este tipo de gobierno que se remonta desde los antiguos griegos. De manera sorprendente, cuántos gobiernos democráticos no han sido derrocados por la intervención de otro gobierno democrático que se arroga, por un acto divino, en posición de la verdad. Es indudable, que a dicha franquicia los políticos le han sacado enormes provechos.

A la que le voy a dedicar más espacio es a dios, la otra franquicia. Un producto que ha sido explotado por los jerarcas de diversas doctrinas religiosas para la obtención de vastos beneficios económicos.

De mis lecturas (no tan profusas como para considerarme un "intelectual") aprendí que durante todas las civilizaciones y a través de todos las períodos el hombre inventó un dios, el cual cual podía tener forma de tótem, o de una efigie antropomorfa como los dioses griegos y romanos, o algunos lo identificaron con los fenómenos naturales (el dios trueno, el dios sol, la diosa lluvia, el dios relámpago…) o simplemente, un ente amorfo dándole una cualidad espiritual. Cualquiera que fuese c el dios, siempre existió en la tierra el o los individuos que se arrogaban el derecho de mantener el contacto con la divinidad, eran los llamados sacerdotes. Ciertamente, nada de esto era gratis, la población creyente debía entregarles a los clérigos el óbolo o limosna (en efectivo o en especie) para apaciguar la ira del dios o también, para asegurarle al alma del pobre mortal una existencia placentera en una especie de paraíso, una vez que el viviente se desligara del mundo terrenal. De esta manera los sacerdotes lograron acumular ingentes fortunas, como fue el caso de los sacerdotes egipcios, quienes ejercían férreo control sobre el faraón. A tal grado llegó este poder que algunos de los religiosos, representante de uno de los tantos dioses que dominaban las tierras bañadas por el Nilo, le prestaban dinero al gobernante de turno para salvarlo de una quiebra inmediata (algo así como un antecesor del FMI).

Como vemos dios es un producto al cual se le saca provecho, siendo los franquiciados los diversos representantes de la deidad en la tierra. Dos cosas tienen en común todos estos dioses: primero, los jerarcas que lo personifican en el mundo temporal se enriquecen a costa de la deidad y segundo, estos dioses nunca han resuelto nada en la vida terrenal. En mis lecturas conocí de los infortunios causados por los terremotos, huracanes, tsunami, maremotos, imperios, epidemias, guerras a montones, entre tan.as catástrofes que han asolado a la Tierra y hoy, todavía en nuestros días, nos continúan asolando y los dioses, cuya voluntad domina todo lo que sucede aquí abajo, no han hecho nada para evitar estas nefastas calamidades.

Son sorprendentes las numerosas beligerancias en las cuales han estado vinculados dos pueblos que profesan una misma fe, es decir, creyentes del mismo dios. A manera de ejemplo fue la guerra entre rusos y suecos (de esto hace 300 años), ambos pueblos muy religiosos. Las tropas de ambos clanes exhibían pendones donde se destacaban algún santo o virgen que los protegía y los conduciría a una victoria segura. Lamentablemente un sólo bando resultó ganador, en este caso los rusos. Pareciera que el dios se parcializó por uno de los bandos y las plegarias del otro cayeron en el olvido.

Conocí de un cura que les sugería a sus feligreses que rezaran para que el comandante Chávez muriera pronto. Muchas de estas comecirios aceptaron como un milagro, debido a sus jaculatorias, la partida física del inmortal Hugo. Paradójicamente, observé, pasado el tiempo, a unas de estas rezanderas prosternase frente al altar pidiéndole al mismo dios, mediante exaltadas invocaciones, que le salvara al marido de una enfermedad terminal. Como se ve el mismo dios sirve para llevar a la tumba y también para salvar.

Sin dejar de lado el negocio de la franquicia de dios, son notorios los numerosos catedrales, mezquitas, sinagogas, templos budistas, entre tantos monumentos religiosos que ostentan aberrantes lujos ante su feligresía. Es notorio el boato y el dispendio de lo que son capaces de hacer los franquiciados de las diversas doctrinas de la fe con la limosna y otras formas "no santas" de conseguir finanzas. Sería bueno disfrutar de la buena vida de Dalai Lama, a quien se le ve al lado de artistas, presidentes, viajando en los aviones de los ejecutivos de las trasnacionales; o la de los obispos de la religión católica quienes se solazan con las ambrosías y los néctares, bien repantigados compartiendo la mesa con los avaros oligarcas; o la de los pastores de la iglesia protestantes poseedores de verdaderos emporios empresariales y todo en nombre de dios.

En Venezuela tenemos un conocido franquiciado de dios. Se trata del cura Urosa Savino, el arcipreste de la catedral de Caracas. Al referido se le escucha constantemente opinando denuestos contra el gobierno bolivariano, ayer contra Chávez y hoy enfrentado al presidente MM. Ciertamente el fraile no puede negar su interés por el dinero, despreocupado de la razón única de su oficio, como es la seducción de las almas para conducirlas apaciblemente hacia el camino del reino de los cielos. No sé si es por casualidad, pero juzgo que las actuaciones y opiniones del arzobispo son solidarias con las de los agentes del dinero, es decir con el gran capital. Nadie ha escuchado al príncipe Urosa criticar la intervención insolente de EEUU en las decisiones que toma el gobierno de Venezuela; tampoco reprocha la especulación, el bachaqueo, el acaparamiento y el aumento descarado de los productos responsabilidad de los empresarios; para Savino las "medidas de ajustes" del FMI son casi una plegaria para salvar a Venezuela; jamás le ha pedido al señor Lorenzo Mendoza que deje de envenenar a los jóvenes incitándolos, a través de las propagandas, al consumo de bebidas alcohólicas; el arzobispo se hace el pendejo ante la proliferación de las denuncias sobres los curas pederastas. ¿Algún Venezolano ha escuchado al cura Urosa protestado por el aumento de la matrículas escolar? Si mal no recuerdo yo vi al cardenal Velazco abrazando al presidente de fedecámaras y al presidente de la CTV, propiciando el golpe de estado contra Chávez y el cura Urosa…calladito; cuánto serviría de utilidad si el cura Urosa apareciera frente a las cámaras censurando la publicidad televisiva que atenta contra la dignidad de nuestra féminas y además, enjuiciando la incitación de nuestros niños a ingerir tantas bazofias…Lamentablemente para el cura Urosa nada bueno se ha hecho en los dieciséis años de revolución.

El abate Urosa Savino es un franquiciado de dios y sabe, por su cultura atávica que, quien es dueño del dinero es quien merece ejercer el poder, así sucedió durante siglos. Salvo que, por culpa de Chávez la cosa cambió en Venezuela. Mi comandante sacó del closet a lo excluidos y les demostró que ellos si pueden ejercer el poder y que para esto deben prepararse y organizarse. ¿Cuántas veces el arcediano de la catedral de Caracas o algún monseñor habrá hecho una cola en algún supermercado o en mercal?...en verdad, esa vaina es para pobres y usted, cura Sabino no lo es y tampoco quiere nada con ellos. Usted ha estado y siempre estará al lado los ricos.



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Enoc Sánchez


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