Una vez más la oposición venezolana se embarca en una aventura, tipo abril de 2002, con el fin político de causar problemas de gobernabilidad y desconocer el estado.
Desde que la revolución bolivariana llego al poder constitucional en 1999 y reestructuró el sistema político, económico y social para atender las verdaderas necesidades del pueblo que históricamente fue excluido por los gobiernos de la cuarta república han recurrido a todo tipo de mecanismos violentos, pasando por llamadas irresponsables a drenar la arrechera, disturbios, guarimbas, violencia en las calles y una salida que dejo un saldo lamentable de muertos y heridos. Evidenciando el profundo odio y rechazo a las conquistas económicas y sociales alcanzadas en 17 años de revolución, no olvidemos que estaban acostumbrados a hacer lo que les daba la gana con el país.
La oligarquía venezolana propicia el desabastecimiento de alimentos y medicinas, el encarecimiento de los artículos de primera necesidad, planteándose y anhelando derrocar al presidente Nicolás Maduro para entregar las enormes riquezas de la nación a las elites empresariales y a las transnacionales. Desde la instalación del parlamento en enero pasado, solo se han dedicado a promover instrumentos que buscan mercantilizar los programas sociales, privatizar las empresas y servicios nacionalizados por la revolución, destruir las bases de la revolución bolivariana que inicio Hugo Chávez.
La derecha venezolana pretende hacer creer al país en un supuesto cambio, que solo es un cambio a la restauración de las políticas neoliberales, en otras palabras no es más que quitarle a los venezolanos lo que con tanto trabajo se ha conquistado. ¿Qué le importa el pueblo a la oligarquía? Ellos solo quieren el coroto; persiguen que se produzca un desbordamiento en las calles, el enfrentamiento entre venezolanos para así justificar una posible intervención o un golpe de estado, han hecho de todo apoyados por la canalla mediática nacional e internacional y el gobierno de Estados Unidos.
Hoy día la oposición venezolana sigue buscando mecanismos para derrocar el gobierno de Nicolás Maduro, desde la renuncia del presidente, la enmienda constitucional para recortar el periodo presidencial, la creación de leyes para ahogar el poder ejecutivo y el referéndum revocatorio entre otras, forman parte de la agenda golpista. Detrás de todo esto se ocultan las ansias de poder de un grupo de dirigentes que persiguen consumar un golpe de estado pasar por encima y desconocer la constitución emprendiendo la mayor persecución y revanchismo posible.
El presidente Maduro ha llamado a la paz en infinidades de ocasiones, al trabajo, al dialogo; la mayoría apuesta por la defensa nacional, la paz, el trabajo productivo y la consolidación del poder popular para vencer y derrotar la guerra económica, la difícil situación económica actual y el boicot financiero al que está siendo sometido el país, mientras ellos la derecha apátrida apuesta a la desestabilización y se empeñan en generar violencia.
Ahora pretenden revivir escenarios de 2002 con la llamada toma de Caracas en su afán golpista irresponsable, porque así son ellos, solo les importa sus intereses y privilegios sin importar a quien se lleven por delante o mejor dicho a quién coloquen adelante.
Pues tengan la seguridad que el pueblo chavista se mantendrá movilizado levantando las banderas de Chávez, apoyando a nuestro presidente obrero, derrotando el golpe de estado, derrotando a los fascistas.
La revolución es sinónimo de Paz, pero ya no somos los mismos de 2002.
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