Diálogo para la destrucción, no la paz

Si bien el devastador efecto de la guerra económica y desabastecedora desenmascaró el propósito de la participación de la oposición en el diálogo, no puedo evitar la duda en la insistencia que posterga la severidad de la Justicia, a ese esfuerzo por la paz. La Justicia es el valor para combatir esa forma de guerra que nos empuja hacia el abismo; el llamado en tal sentido de Maduro, tras el ataque cibernético, fortalece mi confianza  en su determinación por la Justicia y en su fe en Dios; sinembargo, la influencia de escépticos quienes optan por el lento deslizar al precipicio, es capaz de persuadir a muchos por esta opción suicida.  Maduro convocó al diálogo para garantizar una convivencia en paz entre los venezolanos, pero el propósito de la oposición ha sido utilizarlo como distracción, para destruir la economía y privar al venezolano de alimentos y medicamentos.

En favor del diálogo fueron postergadas acciones justas, radicales, necesarias contra esa guerra y, como consecuencia, ésta oscureció  la visión de la nación sobre la intención imperial de recuperar su dominio sobre Venezuela y sus riquezas. El transcurrir del tiempo jugó en contra de nuestra vocación democrática por preservar la libertad, en la medida que las carencias menoscabaron la conciencia colectiva del propósito de dominación imperial. La estrategia del imperialismo y sus lacayos no tuvo un final exitoso, pero su fracaso no puede ser atribuido al diálogo. Como sucedió el 13 de abril y el 17 de diciembre de 2002, la intervención de DIOS TODOPODEROSO le imprimió al imperialismo otra derrota, cuando confundió sus mentes tramposas, al grado de que  no lograran activar el referéndum revocatorio.  

El propósito de la oposición en el diálogo no es ahora electoral, aún y cuando insiste en una inconstitucional elección general, su propósito es obstaculizar la acción de la justicia contra sicarios imperiales, quienes han dado inicio a otra ola de terror sobre la actividad económica, como preámbulo a otro golpe, a otra guerra del imperio, ahora contra el pueblo venezolano; así destruyó el imperialismo a la Libia de Gadafi e intenta, sin éxito, destruir la institucionalidad Siria.

Ciertamente, en Siria la humanidad vive un momento distinto al de Gadafi; ya el imperialismo estadounidense y europeo no ostenta la hegemonía de entonces. El ejemplo de Justicia que inició en 1999 en Venezuela iluminó a la humanidad con la esperanza, fue el alba del momento distinto que vivimos hoy. En manos de Maduro no se repitió la tragedia que vivimos después de 1830; hoy seguimos teniendo patria y el más firme propósito de un reino de Justicia. Frente a la nueva ola de terror, Maduro demandó la aplicación de la Justicia; en efecto, Justicia es nuestra arma fundamental para combatir al terror.  Es hora también de convocar a los mejores, a los más experimentados venezolanos en el quehacer de la Justicia, en investigación e inteligencia, en el combate a todas las formas de terror que nos amenazan y dispuestos al sacrificio para preservar nuestra libertad…  Ayer conmemoramos la última proclama de Chávez, mañana la del Libertador, seamos dignos herederos de ambos, quienes lo dieron todo por nuestra libertad.



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Rafael Flores

Capitán de altura y productor agrícola

 eveliseyrafael@hotmail.com

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