Entre la neblina de la agonía y el cansancio, la oposición marcha desesperada y en su caminar delirante imaginan que pronto llegarán al reino de los cielos, cuando en realidad desde hace mucho rato atrás van camino al infierno, allí donde reciben a los miserables, a los asesinos, a los escuálidos llenos de excrementos, a los traidores a la patria, a los incendiarios y a los hijos de la violencia. Quizás, pensaron ellos (los escuálidos) que orando uno o dos días a la semana, tal como lo hacen en algunas urbanizaciones y comunidades del Táchira, sus pecados ya están perdonados y que todo el daño que han hecho con sus incendios a instituciones y seres humanos, los asesinatos cometidos, los saqueos y los atracos en las barricadas, es sólo una muestra de lo que le espera a los venezolanos y venezolanas si esta gente de las huestes opositoras llegaran a tomar el poder. De allí, la insistencia nuestra de defender el proyecto revolucionario y estar dispuestos en conciencia y acción, a dar la pelea para defender la vida y donde no quede piedra sobre piedra a la hora de la verdad, si es necesario.
Siempre he dicho y lo he sostenido sin miedo en todos los espacios de que el socialismo y el capitalismo son dos proyectos antagónicos y por tanto, no pueden existir los dos juntos; entonces para que exista uno el otro debe desaparecer y de eso se trata esta lucha que se vive en Venezuela, donde se está definiendo el poder y la vida de toda una nación, enmarcada en la lucha ideológica y de clases sociales, donde un sector (el de la derecha asesina) cree que es a sangre y fuego como impondrá su proyecto y lograr el poder, mientras que el otro (el sector revolucionario) cree que es a través de los mecanismo democráticos, la paz, el diálogo, la institucionalidad del Estado, de la Constitución y las leyes, como deben manejarse los destinos de una República. Yo me anoto con el segundo, es decir, con el sector revolucionario, porque creo en la vida y en el socialismo como proyecto emancipador de la sociedad. El proyecto capitalista que defienden los escuálidos en Venezuela es la muerte, es el excremento del diablo, es la pobreza y la miseria de millones de seres humanos en este planeta. Además de eso, es la explotación, es la prostitución, es el engaño y la manipulación mental millones de personas que ya no hablan ni piensan, sino que su mundo es su celular, su instagram, su facebook y su poputov, como última expresión de su pobre y alienada inteligencia.
Esa es la verdad. La oposición venezolana anda desesperada, oliendo a pupú y, por donde quiera que pasan, no solo dejan ese olor nauseabundo, sino que también van dejando el olor fétido de la muerte, el terror y el caos. Ya son más sesenta días que andan por allí matando, saqueando, incendiando y, donde por supuesto, todos esos olores se “excrementan”, impregnándose como huella de identificación de los escuálidos.
Con la constituyente y su proceso que avanza expedito, cada día veremos a la oposición y a sus ejércitos de escuálidos más desesperados y violentos que nunca, porque –precisamente- sus métodos de lucha no son democráticos, ni éticos, ni políticos. Son propios de las bestias, diría mi buen amigo Maquiavelo. Así que nada de asombro. Ellos defienden el capitalismo y nosotros el socialismo. Con la constituyente empieza otra etapa en la historia política venezolana, donde debe morir el capitalismo.