Como docente con experiencia colijo que el aprendizaje proviene por dos vías, la formal, obtenida en la academia (escuelas, liceos y universidades). Y la no formal, la derivada por la experiencia, es decir de la instrucción mediante la observación o percepción de un conocimiento. Es el caso de ciertos artesanos, quienes logran aprender meritorias técnicas para desempeñarse en algún oficio o profesión. En este renglón de la educación no formal incluyo a los autodidactas, quienes logran dominar una disciplina a través de estudios y lecturas, sin necesidad de acudir a una academia. En cualquiera de estos casos, el aprendizaje se hace manifiesto siempre y cuando tales conocimientos generen cambios en la conducta del aprendiz. Por ejemplo, si un paciente acude a un cardiólogo y observa que el especialista es un hombre obeso que fuma como un desesperado, de inmediato el paciente deberá retirarse del consultorio. La experiencia y la estadística indican que este médico no aprendió nada en la facultad. De igual modo, si una persona con exceso de peso acude a un nutricionista y al entrar al consultorio lo recibe un gordinflón o gordiflona, deberá seguir los pasos del caso anterior, puesto que su estampa manifiesta la ignorancia en materia nutricional. Por lo anterior, si un estudio no genera cabio en el comportamiento del discípulo quiere decir que este no aprendió los lineamientos esenciales de la disciplina estudiada.
Por lo general en los cursos universitarios, a manera de identificar los niveles del contenido de una disciplina, se suelen separar con números romanos. Así en ciertos pénsums (o pensa) se destacan matemática I y matemática II, álgebra I y álgebra II, geometría I y geometría II, según el nivel de dificultad de la disciplina.
Todo esto me viene a mi desgastada memoria de tanto utilizarla, al pensar en el terrorista y aspirante a conspirador Leopoldo López, harto conocido en sus desaguisados en materia de conspiración. En su currículo como profesional tiene una maestría en la universidad de Harvard. Para quien no lo sabe, en dicha institución se forman los más destacados espías internacionales, además de los funcionarios del FBI y de todas las agencias de inteligencias que operan en EEUUU. Quiere decir, que en dicha institución, además de formar buenos profesionales, también se preparan embajadores, cónsules, encargados de negocios, desestabilizadores y conspiradores (que al final son los mismos) para llevar cabo los planes de las empresas estadunidenses en todas partes de mundo. Es harto conocido que es en las oficinas consulares de EEUU donde se coordinan y organizan las conjuras que terminan en golpes de estados en las naciones donde operan los egresados de Harvard.
Observando el comportamiento político del mal nacido Leopoldo López puedo asegurar que este ser repugnante es un contraejemplo de los buenos egresados de la universidad de Harvard. Este gran carajo parece que no llegó aprobar Conspiración I y por tal motivo no da pie con bola en materia de confabulación.
Leopoldo López ha estado metido en todos los planes constipativos con la intención de acabar con la Revolución Bolivariana, da impresión que lo que aprendió en Harvard no le sirvió para nada. Se unió con otros incompetentes, carentes de formación ideológica, cuyo único interés es el dinero mal habido. Este repulsivo sujeto da muestra, además de su cobardía, de su torpeza para planificar y llevar a cabo diversas conspiraciones. Y por esta misma razón utiliza a otros tan o más ineptos que él, como la joyita de Juan Guaidó, para derrocar al presidente constitucional de la República Bolivariana de Venezuela, es decir Nicolás Maduro.
Las conjuras de los ineptos, donde siempre participa el inexperto Leopoldo, comenzaron en 2002, con la intención de derribar al presidente Hugo Chávez. Por fortuna, la alegría de la pandilla de los imberbes golpistas de Primero Justicia duró 48 horas. Luego del retorno al poder de Hugo, la cara de Leopoldo López, Capriles, Borges y otros demudó de la exultación y sorpresa hacia la tristeza y la arrechera, al apreciar el apoyo que el pueblo le dio a la Revolución Bolivariana.
Después del golpe de estado del 2002, el inútil de Leopoldo continuó conspirando sin obtener ningún triunfo. Se puede desprender de los fracasos del dirigente de VP que los profesores de la universidad de Harvard son unos piratas o que el infortunado LL es un bruto y no avanzó de conspiración I; no pudo progresar para aprobar ni la primera ni las restantes. Fue tal su desengaño, en la fracasada trama de "la salida", que se acobardó y prefirió ir preso antes que enfrentar las amenazas de sus enemigos, militantes de su propio partido. Fue durante ese período de prisión cuando demostró su cobardía e impulsó a su esposa Lilian Tintori para lograr lo que él nunca logró y ella tampoco lo conseguirá.
Leopoldo López es un ampuloso fracasado, un frustrado incapaz de alcanzar lo que se propuso, simplemente porque sus profesores son malos o que no aprendió los lineamientos básicos que le dieron en Harvard. Desde joven se entregó a sus amos del norte y fueron estos los que lo instruyeron a él y otros como él, con la quimérica finalidad de alcanzar el poder. Lamentablemente, el aspirante a conspirador no entendió nada, por la única razón que las clases que le impartieron en el norte no se correspondieron con la realidad de nuestro país. Los eruditos de la universidad norteña desconocen a los venezolanos y el aprendiz a golpista tampoco los conoce, nunca se dio un baño de pueblo. Jamás abrazó un jornalero, un albañil, un obrero, una cocinera, un hombre o mujer que transpira el sudor del trabajo. Tampoco ha disfrutado de un sancocho de jurel salpreso preparado en canarín montado sobre tres topias, a la orilla de una playa al lado de varios pescadores.
El infeliz Leopoldo López reunió en un partido, cuyas siglas son VP, a un grupo de hampones mediocres, como Juan Guaidó, Julio Borges, Freddy Guevara, Carlos Vecchio, entre otros, para entregar los activos de Venezuela ubicados en el extranjero. Con la certeza que tal operación de sustracción de nuestros bienes fue diseñada por Donald Trump C.A, a cambio de unos cuantos millones de dólares. Estos anodinos pillos se aliaron con lo peor de la política del planeta, los representantes internacionales del criminal modelo neoliberal para conspirar, con el triste resultado de salir derrotado cada vez que pretenden sacar del poder al presidente legítimo de nuestro país.
El degenerado Leopoldo, el maniático de la conspiración, conspiró cuando estaba libre, cuando estaba preso en Ramo Verde, igualmente desde la prisión de su casa y actualmente, en su asilo en la embajada del reino de España, organiza fracasadas conjuras, ante la mirada cabrona y alcahueta del embajador. El jefe de Juan Guaidó, es decir Leopoldo López, es un paranoico, convirtió la conspiración en una convicción obsesiva. Está rodeado de una cantidad de fanáticos, no de una doctrina, sino del dinero, hombres y mujeres quienes consideran el billete verde como un fin en si mismo. Roban con descaro y sin pudor ante la mirada encubridora de un grupo de presidentes neoliberales (el cartel de Lima) y del perro faldero del gordinflón rubicundo, Almagro, secretario General de la OEA, el ministerio de las colonias gringas. Un grupo de gobernantes que actúan como guardianes de los intereses de las avaras corporaciones financieras, industriales y energéticas en el ámbito internacional.
Leopoldo y su pandilla conspiran para imponer el modelo de democracia neoliberal, la democracia que empobrece y envilece, la democracia que destruye los valores morales del hombre hasta anularlo por completo. Por eso el filósofo y político estadounidense Noam Chomsky expresó: "de hecho, tienen una idea de lo que debería ser una democracia; un sistema en el que la clase especializada está entrenada para trabajar al servicio de los amos, de los dueños de la sociedad, mientras el resto de la población se le priva de toda forma de organización para evitar así los problemas que pudieran causar." Para esto conspira el fracasado de Leopoldo y su camarilla, para entregarles a Venezuela a sus amos del norte. Lee que algo queda.