El verdadero rostro del movimiento estudiantil derechista que ha estado ocupando primeros planos en los medios nacionales, fue ese que nos mostraron desde la “feria de comidas” de la UCAB.
La tolerancia que pregonan de los colmillos para afuera se les volvió baba gruesa al grito de “fuera”. Para ellos el ideal de tolerancia es que Chávez se deje tumbar y vuelvan a gobernar este país los políticos esbirros al servicio de la oligarquía y el imperialismo.
No cometamos la ingenuidad de creer que se trata de un movimiento espontáneo, generacional o de rebeldía sin causa. Ya quedó claro que es manejado por intereses apátridas. Como generación les tocaría levantarse contra la dominación neoliberal en el mundo y la destrucción ambiental del planeta por la avaricia de las corporaciones transnacionales. Causa, tienen, la de la clase dominante emblemáticamente representada en esta coyuntura por los mostachos de un dandi peligroso.
Recordemos que las primeras movilizaciones fueron muy violentas. Bajaron el tono por el rechazo general de la opinión pública y por apegarse a un guión donde los alzados deben ser percibidos como ovejitas. Qué casualidad que desde Praga y Varsovia, frías y recolonizadas plazas del imperialismo, dos paladines del antisocialismo mundial como Havel y Walesa, salgan a condenar al Gobierno Bolivariano y estimulen la oposición. Similar actitud han tomado los franquistas en España y toda la derecha internacional.
Cómo pretender que este movimiento estudiantil de derecha tenga buenas intenciones o alguna profundidad en sus planteamientos, cuando su primera motivación fue salir a apoyar una emisora privada de televisión especializada en la producción de basura y la promoción de antivalores. Hablan de derechos civiles como autómatas. Pareciera que nombraran una palabra hueca.
Para seguir calentando la calle, retomaron la manida consigna de la autonomía universitaria. ¿Hablan de autonomía los macarras de la moral que enclaustraron el Alma Máter para matarle la savia popular? Son las mismas momias que celebraron el allanamiento de la UCV con los tanques de guerra en tiempos del primer gobierno de Caldera.
En contrario, como el cisne de Darío, emerge del inmenso pantanal de mediocridad que reina en predios universitarios, una juventud revolucionaria de sorprendente talante democrático y una muy satisfactoria coherencia intelectual. Son el germen de los cuadros revolucionarios que necesita nuestro proceso con urgencia y cuyo desarrollo debemos cuidar como los brotes del arroz en el invierno chino. Cuidarlos sobre todo del burocratismo y el egocentrismo burgués que nos amenazan por todos lados.
La derecha está plenamente identificada, pero no la subestimemos. Ellos no toman reposo. Derrotados y dispersos aún pueden renovar bríos y lanzarse a ciertas aventuras. Pero nunca se rendirán mientras tengan el estímulo de su amo imperialista. Ya podemos considerarlos mercenarios en su propio país.
Por nuestra parte debemos que seguir arreando la nave de la unidad. Ella sola es garantía de victoria. Tenemos que consolidar la enorme fuerza revolucionaria que ha despertado en nuestro hermoso pueblo con esfuerzos sinceros en profundizar la formación político-ideológica. Dijo Martí que más pueden trincheras de ideas que de piedra, y es así. El asistencialismo por parte del gobierno es legítimo ante una población con muchas necesidades acumuladas; pero los petrodólares no hacen revoluciones. No necesitamos clientelismo, necesitamos patriotas. Son las conciencias las que mueven el barco de la historia hacia el inmenso y profundo océano de la Revolución.
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