Estoy segura que no todos los
obispos están de acuerdo con lo que se expresa en su nombre en la exhortación
pastoral de la Conferencia Episcopal titulada “Urge el diálogo y
la reconciliación en Venezuela”. También sé que ni bajo tortura
lo confesarán públicamente, porque si hay algo que cuida mucho la
jerarquía católica es el sentido de la unidad.
Lo que sí no entiendo es cómo
permitieron que un documento de esta categoría fuera firmado por la
Conferencia Episcopal Venezolana. ¿Será que los obispos sensatos se
cansaron de pelear?, ¿será que los radicales oposicionistas, dignos
pupilos del firmante del decreto de Carmona, Ignacio Velazco, y del
padrino de Súmate, Castillo Lara, tienen tanta fuerza que los otros
pareciera que no existen?
Esta exhortación no tiene
ni un solo criterio pastoral, parece más bien una de las ruedas de
prensa de alguno de los partidos opositores. Quien no lo crea, revise
brevemente los temas que en ella se tocan: críticas a la reforma constitucional
(¿?), denuncia del aumento de la violencia y del narcotráfico, hegemonía
del gobierno en materia comunicacional, felicitación a los “estudiantes
que marchan por la libertad de expresión”, preocupación por el proyecto
de Ley de Educación y la ideologización de la misma, inquietud por
la medidas populistas, aumento de la corrupción, división entre los
venezolanos, críticas al militarismo, al autoritarismo, al socialismo
estatista y marxista, oposición a las “consignas que tienen la muerte
como objetivo” y finalmente, un llamado a la reconciliación. Salvo
cuatro (literalmente 4) líneas dedicadas a criticar al neoliberalismo
y otras cuatro líneas (literalmente 4) dedicadas a defender la educación
religiosa, todo el resto del documento parece una rueda de prensa de
Oscar Pérez.
¿CUÁL REFORMA?
Esta exhortación apostólica
no sólo está mal escrita, sino que está cargada de mentiras flagrantes
y de manipulaciones que, como mínimo, no son dignas de un cristiano.
Por ejemplo, en el número 6 del documento los obispos emiten su opinión
sobre la reforma constitucional. Lo primero que se pregunta uno es ¿a
cuál reforma se están refiriendo ellos?, porque hasta este momento
no se ha entregado ninguna propuesta de reforma a la Asamblea Nacional.
Además, cualquier venezolano mayor de siete años, es decir, que sepa
leer y que tenga una Constitución, sabe que el procedimiento es que
la Asamblea Nacional discuta artículo por artículo cada cambio y que,
una vez que se aprueben, entonces deberá ir a referéndum, en el cual
participarán todos los venezolanos. Nada de eso ha sucedido, pero desaforadamente,
restándole seriedad a la exhortación critican algo que no existe,
basándose sólo en documentos apócrifos presentados, nada más y nada
menos que por Globovisión. ¡Por Dios!
Y no es por ignorancia, porque
yo no puedo creer que los obispos no se hayan leído el 340 y subsiguientes
de la Constitución. Y ¿entonces?, ¿cuál es la razón de esta mentira?.
No digo 100 Padrenuestros, como les dijo Chávez, sino 100 Avemaría
y 100 Gloria, también deberían rezar en penitencia.
No es que los obispos no puedan
criticar lo que no vean bien, pero deben basar sus comentarios en datos
precisos, en documentos verdaderos. Además, en su condición de pastores
saben que cualquier cosa que ellos digan sirve de orientación para
los fieles católicos, por ello no tiene sentido que critiquen algo
que no existe o que den como cierto cualquier barbaridad que un oposicionista
dice y tomar eso como excusa para criticar al gobierno.
Sí es verdad que se tienen
que acabar los insultos, pero principalmente los insultos a la inteligencia
Monseñores.