Sin ningún género de dudas, a raíz de lo expresado por algunos de sus voceros luego de conocido el resultado del referendo del 2 de diciembre, seguimos sin comprender la variable personalidad y la particular cosmovisión a la que nos tiene acostumbrado el oposicionismo.
Después de utilizar una operación del marketing de miedo repetida hasta el empalagamiento, el filósofo del Zulia manifestó en la madrugada del 3 de diciembre que “no todas las propuestas contenidas en la Reforma Constitucional eran inconvenientes”.
De seguidas, el filósofo del Zulia abogó por la pronta aprobación de una Ley que cree el fondo de asistencia social para los trabajadores informales, lo cual esta contenido en el artículo 87 del proyecto de Reforma Constitucional: “A los fines de garantizar el ejercicio de los derechos laborales de los trabajadores y trabajadoras no dependientes, como taxistas, transportistas, comerciantes, artesanos, profesionales y todo aquel que ejerza por cuenta propia cualquier actividad productiva para el sustento de si mismo y de su familia, la Ley creará y desarrollará todo lo concerniente a un Fondo de estabilidad social para trabajadores y trabajadoras por cuenta propia, para que con el aporte del Estado y del trabajador, pueda éste último gozar de los derechos laborales fundamentales tales como jubilaciones, pensiones, vacaciones, reposos, prenatal, post natal y otros que establezcan las leyes”.
. Es decir, con un desconcertante desparpajo de no, pero sí, el Filósofo del Zulia actuó como quien expresa que no quiere que le obsequien nada durante el mes de diciembre, pero después publica una carta dirigida al Niño Jesús en al que enumera una larga lista de regalos que le gustaría recibir el día de Navidad.
Ante lo enunciado anteriormente, cómo queda entonces lo dicho por el Filósofo del Zulia durante la campaña del referendo: “Yo voy a seguir luchando contra esa reforma constitucional, porque va en contra de todos los valores de este país” y “no hace falta una nueva Constitución, porque la reforma no solucionaría ninguno de los problemas que aqueja a los venezolanos” (Últimas Noticias, martes, 18 de septiembre y jueves 15 de noviembre de 2007, respectivamente).
Luego de escuchar al canallesco personajillo, el rector de la UCV, Antonio París, en un demostración de que en la oposición el palo no está para cucharas, se sumó al coro de que había sido un error garrafal del oposicionismo oponerse a la Reforma Constitucional. De tal modo, París solicitó al presidente Hugo Chávez a que, antes de que termine el año, otorgue seguridad social a los trabajadores y reduzca la jornada laboral a seis horas.
Otra vez, el no, pero sí. ¿Entonces en qué quedamos? ¿Era buena o no la Reforma Constitucional? ¿Ahora el oposicionismo admite que enfrentarse a la aprobación de la Reforma Constitucional fue un error táctico y una burla escandalosamente perversa? ¿La altisonancia escuchada en los mítines oposicionistas sólo respondía a una liturgia política antichavista? Es decir, el sector opositor -enfrentado ante sus propias mentiras y tratando de corregir tanta imbecilidad- tiene que apelar a las verdades contenidas en la Reforma Constitucional.
También es cierto que, al reconocer desde el primer momento el reñido resultado del referendo del 2 de diciembre, el presidente Hugo Chávez dio una lección de democracia a todos los que lo llaman dictador.
Por otro lado, el fascismo usamericano de “la ultraderecha recalcitrante, ultramontana y repugnante” reconoció por primera vez a la Constitución de 1999 y, sobre todo, la independencia del Poder Electoral.
¿Van a seguir con el cuento del Cisne Negro? ¿Cómo te quedó el ojo María Corina Machado? ¿Cuándo asistiremos al entierro definitivo de Súmate?
Eso es lo que el pueblo llama “matar tres pájaros de un solo tiro”.