Ante la gravedad de los hechos ocurridos el pasado 13 de agosto frente a la sede de Ảvila TV en la avenida Urdaneta, donde resultaron agredidos salvajemente y lesionados una docena de periodistas de la Cadena Capriles, es necesario y más aún, urgente, adelantar puntos de vistas que permitan estar alertas y no dejarnos confundir, obligándonos pues a actuar asertivamente para frustrar cualquier otra acción de este tipo en el futuro.
Antes que nada es necesario aclarar que si alguien estaba interesado, como lo ha venido estado desde 1998, en que no se presentara una situación de violencia como la ocurrida, ese alguien era es gobierno del presidente Chávez. Justo ese día la Asamblea Nacional estaba por aprobar mayoritariamente una nueva ley de educación, y todo hacía pensar que la jornada transcurriría sin ningún contratiempo.
Para darle calor de pueblo a ese acto de la AN, fue convocada una marcha que recorrió alegremente el centro de Caracas hasta el palacio legislativo. Ya todo sabemos lo que ocurrió: justo cuando se encontraba a pocos metros de la Esquina el Chorro, les salió al paso un piquete de personas identificadas con la oposición y en una acción al parecer planificada, como ha sido descrita por testigos presenciales, intentaron crear una situación de caos lanzando bombas lacrimógenas y cagando contra los efectivos policiales que resguardaban las adyacencias y también contra los archistas bolivarianos.
Sorprendidos y de qué manera
Justo cuando se desarrollaban estos hechos, a pocas cuadras al norte, en la Avenida Urdaneta, de pronto apareció un piquete de periodistas de la Cadena Capriles protestando pacíficamente contra el Artículo 50 de la Ley Orgánica de Educación (LOE) a aprobar ese día.
Sin incluir otros detalles que seguramente irán apareciendo en los próximos días y en la medida en que quienes creen urgente aclarar esta grave situación aporten sus análisis, nada más la aparición de este grupo de periodistas protestando justo cuando se desarrollaba la marcha bolivariana en apoyo a la LOE, da como para pensar que esta no fue producto de un acto desprovisto de intencionalidad por parte de quienes condujeron a estas personas hacia ese “patíbulo’’, y que al parecer de muchos fue escogido premeditadamente, como ya veremos. Hablamos de la sede del la televisora pública Ảvila TV. Las fotos de su adyacencias mostrando a agredidos y agresores, sustituiría así la foto de primera que seguramente le esperaba a la portada de Ultimas Noticias del siguiente día: la de la multitudinaria marcha a favor de la LOE.
Y aquí es donde debemos comenzar a hilar fino, o como se dice comúnmente: comenzar a armar un rompecabezas, luego de lo cual lo más seguro es que aparezca una mano peluda. Estaríamos en presencia de una acción de laboratorio que contó incluso con la participación de infiltrados, quienes a su vez habrían inducido supuestos bolivarianos fanatizados.
Necesario es tener claro algo: Ante la inminente firma de la Ley de Educación, sin la resistencia de una oposición sorprendida y sin capacidad de convocatoria de calle, al encontrarse el grueso de sus seguidores estudiantiles de las universidades autónomas y privadas disfrutando de sus vacaciones, por aquello de que “¡Con mis vacaciones no te metas!’’, lo que procedía en el estricto sentido de su acostumbrado accionar era apelar al método más eficaz que han tenido para satanizar a los bolivarianos en estos 10 años: montar una provocación, como en efecto sucedió, para aguarle la fiesta a los bolivarianos y hacerlos aparecer de nuevo como los violentos y antidemocráticos.
La carambola casi perfecta
Pues bien, al parecer lo lograron. Pero no solo eso, y he aquí cuando no es descartable que en la planificación de esta acción haya habido la participación de expertos en desestabilización que ya sabemos de donde provienen: no precisamente de las filas de la oposición fascista local, llena a lo sumo de mercenarios grotescos y torpes como es el caso del que mientan “Cabeza e´motor’’; además lograron como en un juego de billar, hacer una carambola que llevó al hoyo a unas cuantas bolas al mismo tiempo.
La primera y más peligrosa de esas bolas, ha sido la de dejar el escenario montado para reimpulsar la escalada desestabilizadora y de polarización de la sociedad venezolana a partir de ahora, teniendo como agente catalizador la agresión a los periodistas de la Cadena Capriles, que victimizados premeditadamente por oponerse a la ley de Educación pasan así a convertirse en los referentes estimulantes de la movilización contra la LOE que el oposicionismo espera lograr a partir de ahora, y con mucha más fuerza cuando comiencen las clases universitarias a mediados de octubre
La segunda bola: lograron cohesionar aun más el apoyo a sus planes desde el campo de los periodistas que laboran en los medios privados de comunicación, principalmente entre quienes intentaban mantener hasta ahora una posición balanceada en sus coberturas, sobre todo entre los comunicadores los relacionados laboralmente con la referida cadena empresarial de medios.
La tercera bola y no por ello menos importante, por lo que significa el esfuerzo de los bolivarianos por desenmascarar las estrategias mediáticas oposicionistas, a lo cual venía contribuyendo la labor de Ảvila TV, es que ya sus reporteros no podrán darle cobertura a las acciones convocadas por la oposición: marchas, actos, o de cualquier otro tipo, que permitía a la opinión pública descubrir sus verdaderas intenciones gracias a la astucia de sus reporteros para hacer aflorar la verdad, como lo venía haciendo sin ser agredido, por lo menos ante las cámaras, por oposicionistas fanatizados y violentos, cuidándose de no ser señalados por obstruir la labor reporteril, y claro está: cumpliendo una directriz de sus líderes.
Asociada a esta cuarta, una quinta bola en hoyo es que la repudiable agresión a los periodistas de marras le permite a la oposición reposicionar una matriz que venía siendo derrotada y que ha pretendido hacer ver a la opinión pública que los violentos, antidemocrático s e intolerantes son los bolivarianos, y principalmente su máximo líder, el presidente Chávez.
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