Esperé hasta las primeras horas de la tarde del pasado sábado para escribir estas líneas. Normalmente, escribo el artículo de opinión para este diario los días viernes y enviado a la redacción del mismo el día sábado en la mañana. En esta oportunidad quise esperar para reseñar las actividades que a favor y en contra de la Ley Orgánica de Educación (LOE) se realizaron en la ciudad de Caracas y en el resto de las capitales de los estado del país.
A través de gestos forzados en el rostro de los caminantes, o mejor dicho marchantes de la oposición, en el cuerpo de la marcha parecía escucharse murmullos de derrota. Mientras todos los ruidos huían, a través de los micrófonos de Globovisión y Radio Caracas ¿Internacional? se oían voces cansadas, llenas de pena y vacío, que dialogaban con la nada y decían: ¡Carajo, somos una marcha bien escuálida! En tanto, a lo lejos caminaba lento el alcalde mayor, aunque cansado y con síntomas de asma, al parecer la huelga de hambre le hizo bien porque engordó y hasta parece preñado de buenas intenciones. Y de verdad, eso es increíble. Primer ser humano sobre la faz de la tierra que después de iniciada, desarrollada y culminada una huelga de hambre termine más bien gordo. La Ciencia tendrá que investigar a fondo ese fenómeno, para luego aplicarlo a los millones de seres humanos, particularmente a los niños y niñas, que gracias al capitalismo mueren de hambre todos los días.
A lo largo del camino la marcha se iba fracturando al filo del silencio, del vacío, de lo fúnebre.. Iban ladrando sin rumbo, con una lasitud fría y abúlica. En un intento de meter miedo, de vez en cuando cacareaba el silencio, simulando ser metralla. Igualmente, para no morir abrazado por la tristeza alguien cantaba: vacilón, vacilón, qué rico vacilón, cha cha cha… Un coro espontáneo que se había formado le pedía: o través, o través, o través. Alguien les grito que se callaran porque parecía que estuvieran cantando: vacilón, vacilón que rico vacilón, Chávez, Chávez, Chávez.
Marchaban cobijados por la sombra, todos sintiendo la misma rabia y el mismo odio. A cada paso, recordaban los días 11 y 12 de abril de 2002, cuando en una misma jugada derrocaron al gobierno, nombraron su dictador e instalaron su régimen fascista y de terror. Y esto no se puede olvidar y debemos llevarlo en el alma de nuestra conciencia para impedir que esta clase política y social vuelva a gobernar el país. No se trata de negarle espacios a nadie en la arena política, sino impedir retrocesos en la dinámica histórica nacional. Ellos gobernaron durante cuarenta años y miren como dejaron este país. Una democracia al servicio de los más ricos, de las élites económicas, políticas, religiosas y sindicales. Eso fue en realidad la democracia puntofijista, donde nada se discutía, ni siquiera las leyes, las cuales eran aprobadas y punto.
Ahora bien, en esta oportunidad ellos marchaban contra la LOE, pero sobre cuáles argumentos, sobre cuáles propuestas. Ellos dicen, por ejemplo, que la ley saca a Dios de las aulas, pero en verdad creo que más bien saca al diablo, ese diablo perverso, ese diablo que con cara de profesor y profesora escuálida enseña los antivalores de la patria. Esa fue la marcha opositora, donde al final se escucho una voz con acento de alcalde mayor que gritaba: ¡Pollo frito y reina pepiada…!
(*)Politólogo.
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