Los diez mandamientos del Cardenal

Con uno basta

Hace unos años, mi gran amigo Franklin Díaz, uno de los mejores músicos del Zulia y Venezuela… me mostró una canción que acababa de hacer. “Con uno basta” se llama la pieza que trata una reflexión filosófica sobre los diez mandamientos del Dios de la iglesia Católica y Cristiana. Sin ser yo religioso y más allá de la excelente melodía, me conmovió el tema porque se refiere en forma estético-noética, como diría el comunicólogo español José Luis Martínez Albertos, al decálogo de compromisos que, desde hace milenios, asumen los que se bautizan bajo los preceptos bíblicos.

Él, los analiza uno por uno y concluye que los tres primeros corresponden, a la afiliación religiosa, es decir, al aspecto estrictamente teológico: “Amarás a Dios sobre todas las cosas” (1); “No tomarás el nombre de Dios en vano” (2) y “Santificarás las fiestas” (3). El sexto: “No cometerás actos impuros” y el noveno: “No consentirás pensamientos ni deseos impuros”, deberían ser uno solo porque nadie comete actos, ni puros, ni impuro, sin antes pensarlo. Debería saber Dios que, el decir: “No pensé lo que hacía”, puede que tenga sentido mientras lo hacía… pero no antes. Además, estás dos leyes entran en la materia socialmente moral, lo cual las hace relativas de cultura a cultura… inclusive de generación a generación… y por supuesto de sociedad a sociedad. La impureza de mostrar las piernas en el mundo árabe dista mucho de la admiración con la que Vladimir Acosta observó los hermosos muslos de María Corina Machado, mientras ésta se entrevistaba con Jorge Bush.

El quinto; el séptimo; el octavo y el décimo, son los que según Franklin se resumen en “Amar al prójimo como a ti mismo”, ya que quien ama a los demás como se ama a sí mismo, no va a osar matarlos, cumpliendo así el quinto mandamiento. Sí de verdad ama al otro como a su propio ser, tampoco lo robaría, porque uno no se roba a uno mismo, con lo cual estaría saldado el séptimo. Menos se suelen levantar falsos testimonios o mentiras contra uno mismo, así que tampoco lo haría contra quien ame tan profundamente como así mismo, quedando librado el octavo. El décimo: “No codiciarás los bienes ajenos” tiene que ver con la envidia y… por supuesto como uno no se envidia a uno mismo, no envidiaría a quien ame como así mismo, por el contrario se siente orgulloso de los logros del ser amado, como de los de uno mismo.

En fin, según mi amigo Franklin, el mundo sería una maravilla si todos cumpliéramos un solo mandamiento: “Amar al prójimo a como a ti mismo”. Esto implica, hasta la libertad de creer o no creer… de rezar o no rezar… es decir, ni siquiera se obliga a cumplir los tres primeros; o a ir a misa… o militar en una religión. Sólo con cumplir este mandato ya se estaría honrando, no solo al padre y a la madre, si no a los abuelos, tatarabuelos, demás antepasados y además a toda nuestra descendencia… cumpliendo así con creces, el cuarto mandamiento: “Honrarás a tu padre y a tu madre”.

Ahora bien, ¿estarán de acuerdo los jerarcas de la Iglesia católica con esta reflexión conclusiva de mi amigo Franklin? ¿Amarán como a sí mismos, estos señores que condenan la nueva Ley de Educación y cuanta propuesta socialista e igualitaria haga el gobierno revolucionario, a los niños que diariamente son envenados con el elixir estupidizante de la televisión?; ¿o a los millones que tuvieron que desertar de la escuela para trabajar, por necesidad imperiosa?; ¿o a los padres que han visto morir a sus hijos en un hospital o una clínica por no tener dinero? ¿A qué mandamiento se referirá Monseñor Lücker cuando critica al Presidente Chávez por donar ambulancias a nuestros hermanos Paraguayos, alegando que algunos hospitales venezolanos carecen de este tipo de unidades? Ahh… ya sé: “En el Reino de Dios, primero yo que mi padre”.

¿Amará como a sí mismo el socialcristiano Mata Curas y demás copeyanos, que se la pasan criticando la solidaridad del Gobierno Bolivariano, a sus prójimos bolivianos, nicaragüenses, ecuatorianos, hondureños y demás hermanos latinoamericanos que se han beneficiado con la cooperación de Hugo Chávez?. ¿Amarán como a sí mismas, las "chicas súper poderosas" de Globovisión -que no creen en Dios, sino en “Diosito”- a los cientos de miles de prójimos que han sido atendidos de forma gratuita y curados de muchas enfermedades que genera la pobreza, por la Misión Barrio Adentro?

¿Amarán como a sí mismos, estos oposicionistas fariseos que se persignan cada vez que pasan por una iglesia, van a misa todos los domingos y rezan antes de acostarse… al millón y medio de compatriotas que no sabía leer, ni escribir?; ¿o a los cientos de miles que fueron rescatados de la ceguera gracias a la Misión Milagro?; ¿o a los cuatrocientos mil estudiantes “flotantes”, que anduvieron flotando en la desidia de los gobiernos cuartorepublicanos que se preocuparon por crear cada vez más universidades privadas y entregar las públicas, casi en exclusividad, a los “hijos de papi y mami”?.

¿Amarán como a sí mismos, los miembros de la Conferencia Episcopal Venezolana a los dueños de los medios de desinformación que constantemente violan el octavo mandamiento: “No dirás falsos testimonios, ni mentirás”? Obviamente, en este escenario si se cumple el sagrado mandamiento. Seguro que el Cardenal Urosa Savino, no despreciaría la invitación del CNP y demás medios privados a cumplir con el tercer mandamiento: “Santificarás las fiestas”. En las que por cierto también se hace el esfuerzo por cumplir el sexto de los mandamientos (“No cometerás actos impuros”), porque de verdad que en esas galas todo es puro: el whisky, de dieciocho años para arriba; el caviar… y por supuesto, uno que otro puro, auténticamente cubano. Allí se reúnen todos los que aman a Dios sobre todas las cosas… que ellos han acumulado a punta de corrupción, explotación y mentira. Los que cumplen el “no matarás”… porque ellos contratan sicarios para que cometan ese pecado. Los que son fieles al séptimo de los mandamientos, porque no es lo mismo: “No robarás” que “No explotarás”. Eso sí, el último mandamiento nadie puede negar que lo cumplen a cabalidad: “No codiciarás los bienes ajenos”. ¡Claro! Todo lo tienen ellos.


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Darvin Romero Montiel


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