Sin estadística alguna solemos manejar algunos asuntos en el día como ese de que abundan los tontos, lo cual necesariamente no es así, aunque parezca lugar común decirlo, pero cuando las actuaciones y los modos de apreciar las cosas son repetitivos, no cabe duda que decir que los oposicionistas a la revolución bolivariana, definitivamente son endiabladamente más que tontos.
Nos corrigen al decirnos que esa oposición no tiene un pelo de tonta, que más bien sus escasos integrantes son unos rolos de vivos.
-¡Vividores!, atinó a decir el observador que cordialmente disfrutaba los ensayos que hacíamos al escribir.
El colega del observatorio argumentó su posición al sostener que, ninguno de tales liberales oposicionistas tenía constancia de trabajo otorgada y avalada por empresa reconocida, de allí que cobraba fuerza su tesis de que los de la oposición son una pandilla de vividores y que les vienen pagando tanto desde el exterior como desde el propio interior de la República, no solo para que se manifiesten en contra de la revolución que lidera Chávez, sino para que le hagan la vida imposible al resto de los venezolanos y hagan ver que el culpable es el Comandante.
Nosotros insistimos en retornar al asunto de que son realmente supertontos y no porque nos paguen para que digamos eso, sino porque ellos andan haciendo fiestas con el asunto de las siete bases estadounidenses en territorio colombiano (con lo cual están de acuerdo) y aseguran que ahora si es verdad que Chávez se cae.
Los escuálidos con sus diversas modalidades: radicales, saltadores de talanqueras, niní, manitas blancas, parlanchines de medios audiovisuales, mediatizados a medias y la fracción de los que están al borde (que están poniendo a comer bien a los psicólogos y psiquiatras), vienen creando la opinión y distribuyéndola entre su gente, de que todo el arsenal bélico que aspiran lanzar contra Venezuela, tiene nombre y apellido, esto es, que desde las balas, pasando por las granadas y llegando hasta los misiles, todo ese cargamento de plomo tiene estampada una etiqueta donde tienen cabida todo aquel que huela a izquierda, ¡que sea zurdo, pues!
El fantasear en el que han metido a los escuálidos, les ha impedido a éstos, detenerse a pensar en el simple hecho de que ni las balas ni las bombas piden cédulas antes de comenzar a impactar y que en el derrape de las acciones bélicas mueren unos y otros, chicos y grandes, menores y adultos mayores y cuanto signifique de humanidad.
En fin, que como ellos no tienen el sentido y el conocimiento de lo solidario de la vida, para ellos lo importante es anotarse en taquilla quince y último, porque en verdad lo único que les llama la atención es el sonido del dinero y no les importa si a sus abuelitas se las lleva alguien por delante o las atropella un susto grande.
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