El presidente Maduro, luego de los resultados electorales del 6D, convocó de urgencia al Congreso del Psuv, integrado si no por las mismas personas del anterior y, responsable también de lo acontecido, sin duda bajo el mismo criterio. Anoche, hablo del viernes 29 de enero, se volvió a reunir dicho organismo y una joven, a quien nunca antes había visto y de quien nada conozco, ni siquiera su nombre, sólo sé que la victimizaron, como al presidente mismo, leyó las conclusiones de aquel evento.
Uno pudo ver allí presente, por las pantallas de televisión, una enorme cantidad de altos funcionarios del gobierno; tantos que pudiera pensarse en una nutrida asamblea de ellos, que incluyó gobernadores y alcaldes, y como ya dije o sugerí, pudo todo el mundo enterarse de las decisiones tomadas en ese congreso. Ante estas dos circunstancias, rostros y resultados, se me salió la expresión de aquella vieja película de 1949, del comediante mexicano Germán Valdés, mejor conocido como Tin Tan, “¡No me defiendas compadre!”.
Con anterioridad plantee la pertinencia de convocar un congreso, pero uno nuevo, elegido bajo bases distintas; como las de elegir delegados con toda libertad sin la intromisión de funcionarios nacionales, regionales y sin la intermediación de los recursos por ellos manejados. Una elección sin la contaminación de la burocracia.
Luego en artículo reciente, de dos días atrás, dijimos: “No basta tomar caminos con la misma arrogancia del pasado. Hay que buscar acuerdos en el seno de ese universo (me referí al chavismo) y eso pasa por discutir con realismo, sin pensar en pajaritas preñadas, sino con los pies puestos sobre la tierra y hablando claro, sin irse por las ramas, como para quedar bien “con Dios y con el diablo”.
Dijimos además, “Hay que revisar todo, pero no a lo Gato Pardo, para seguir como veníamos y con quienes venían al frente”.
Los “compadres” del Congreso reunido recientemente actuaron como aquel de Tin Tan, quien lejos de defenderle, actuaba más bien como para condenarle o dejarle se hundiese en el precipicio. Por eso señalè que, a la joven a quien pusieron a leer las conclusiones y al presidente, el congreso les victimizó.
Ese congreso, de supuestos chavistas, irreverentes, como Chàvez solìa adjetivar, revolucionarios, llegó a unas conclusiones como dictadas desde las alturas del poder. Su diagnóstico sobre la coyuntura económica, no es idéntica, sino la misma que el gobierno ha esgrimido; todo lo acontecido desde 1998 hasta acá es culpa de la guerra económica. El gobierno no ha errado en nada; ni siquiera ha sido indeciso, incompetente y agobiado por la corrupción. Sólo una mansa paloma víctima de los “Rambos” que le combaten, le hacen la guerra y no le dan cuartel y, eso de dejarse acorralar habiendo manejado una fortuna incalculable, no es censurable sino motivo de compasión. No hay nada que corregir, sino apoyar una emergencia que retorna al pasado, 1998, y nos habla que se agotó el modelo rentista, una cosa que sabíamos desde que comenzamos caminar e internalizamos cuando nos salieron los dientes.
Como nadie se equivocó, pecó por ineficiente, no hay quien haya robado o dejado robar, ni metido la pata hasta más allá de las rodillas, no hay responsables, sino héroes. Dirigentes a quienes hay que eternizar o atornillar en los cuadros de mando.
Aquello de empoderar al pueblo, abrirse a la opinión de todos, a la libre elección popular para el congreso son banderas tiradas a la basura. Al contrario, hay que centralizar y empoderar a los ungidos, tanto como al presidente Maduro, quizás hasta sin que él no lo haya querido así, el congreso de “revolucionarios” le da la facultad de nombrar las autoridades del partido, que según los estatutos deberían ser electas “en libres comicios” para que las escoja a su saber y entender.
El presidente, sin medir las consecuencias de lo que podría ser una trampa, opta por designar 24 altos dirigentes, contraviniendo los estatutos y además, tan malo como lo anterior, vuelve a poner a “jefaturear” a los mismos de siempre. Sólo que esta vez, a lo Gato Pardo, se hace una jugada como infantil para simular un cambio; al gobernador de un Estado le pone de jefe del partido en otro. ¿Es una manera infantil de hacernos creer que ahora los gobernadores no seguirán siendo, lo que ha sido indebido, los jefes del Psuv en su Estado? ¿Cómo puede un gobernador, agobiado con las responsabilidades que tiene, ser responsable del partido en otro? ¿Cómo puede Yelitza Santaella, actual gobernadora de Monagas, sólo por nombrar un caso simbólico, donde la oposición ganó de abuso, responsabilizarse por el partido en Sucre, donde el chavismo, quizás no como antes, ganó las elecciones? ¿Ahora será de hecho jefe en Monagas y de derecho en Sucre?
¿Por qué esa persistencia en colocar al partido en segundo plano, como al servicio de la burocracia? ¿Será por hacer indebido honor a la palabra SUBORDINACIÒN que tanto se menciona en los estatutos? ¿Evaluó, siquiera un momento, el congreso, la pertinencia de tal proceder?
La figura del Secretario Ejecutivo del partido, según la revisión que hice, no existe en los estatutos, aunque estos prevén en el artículo 13 que la Dirección Nacional puede determinar o crear otros cargos, pero aún así quedaríamos sujetos a lo previsto en el artículo 4ª, donde se establece el “carácter electivo de todos los órganos de dirección”, lo que priva también para los 24 vicepresidente que mencionamos arriba. De modo que mal se procedió al nombrarlos ejecutivamente ignorando lo previsto en los estatutos y a la militancia toda.
Es más, lo previsto en los artículos 12 y 13 de los estatutos que demandan una lucha a fondo contra el burocratismo y la corrupción, no generaron en esos congresistas, que parecen otra cosa, como burócratas, por decir lo menos, ninguna mortificación o ánimo de corregir o enmendar.
Lo que demandan las circunstancias, porque lo que es bueno para el pavo lo es para la pava, es la convocatoria de una constituyente psuvista, chavista que convalide esa consigna o llamado del presidente a REBELIÒN.
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