En su vasta, profunda y visionaria obra, Simón Rodríguez nos aporta fundamentos y caminos para lo que hoy estamos llamando sociedad comunal. Como fundador de una nueva propuesta civilizacional, el Maestro nos invita a resucitar ideas a partir de la lectura de sus obras, para avanzar en la generación colectiva de nuevas formas de concebir y desplegar la transformación social radical en Venezuela. Veamos esto con mayor detalle.
Recordemos que Simón Rodríguez retorna a América una vez culminada la guerra de independencia, cuando las fuerzas patriotas habían derrotado inexorablemente al ejército del rey de España. Rodríguez había realizado un periplo de muchos años, a lo largo de Europa y más allá, en su labor de lector y aprendiz permanente, en su trabajo educativo constante. Y era portador de un proyecto de refundación social, que venía a ensayar en estas tierras nuestroamericanas, de la mano del Libertador Simón Bolívar.
Podemos imaginar la situación social, económica, política, de nuestras sociedades luego de la guerra. La economía herida, y en algunos lugares, destruida; enfermedades desatadas por doquier; personas-grupos-familias, deambulando aquí y allá, buscando de cualquier forma el sustento. En lo político, muchos de los que obtuvieron altos grados militares por la contienda, se repartieron tierras y propiedades, conformando un nuevo poder, con los propietarios de haciendas y fábricas.
Así, respaldado por Simón Bolívar, el maestro Simón Rodríguez inicia sus intentos de forjar un proyecto republicano para las sociedades americanas, prefigurando cómo podrían ser en los siglos venideros. En consecuencia, empezó su enfrentamiento con las viejas y nuevas clases sociales dominantes, que le perseguirían y le acosarían por doquier, intentando anular sus ideas y sus acciones. ¿Y qué era lo que planteaba Rodríguez?
Simón Rodríguez sostenía la necesidad de propiciar una reorganización social profunda, de personas-comunidades-sociedades, refundando las naciones con sus propios habitantes. Trabajó para lograr que las comunidades se formaran y se organizaran desde la producción y el trabajo social colectivo. Soñaba con redes de comunidades productivas, autosustentables, en permanente estado de entreayuda. Ello vendría a propiciar procesos societales de cada vez mayor justicia y equidad, mediante la participación popular plena.
En este proyecto rodrigueano, las sociedades americanas serían colonizadas por sus propios habitantes. Los gobiernos asumirían su rol de planificadores, organizadores, propiciadores de formas de generación de recursos y medios financieros, garantes del orden y del cumplimiento de las leyes.
La estrategia privilegiada para lograr esto es la educación, especialmente a través de la escuela. Pero la escuela, para Simón Rodríguez, es fundamentalmente distinta a la que se ha constituido históricamente, la que hoy prevalece. La escuela robinsoniana era parte vital de las comunidades humanas. Imprime una dinámica colectiva, en la cual los estudiantes recorren todos los pasos del proceso productivo. Por ejemplo, al buscar la madera, aprenden de ciencias naturales; al hacer el diseño para fabricar sillas o mesas, calculaban y diseñaban; para ello, era necesario ejercer el lenguaje, expresarse bien. De ese modo, las "materias" (unidades curriculares) se aprenden en y desde la vida, desde el trabajo organizado, y no como algo externo, ajeno.
Debemos decir también que, en esta escuela, niños y niñas participaban por igual, es lo que hoy llamamos equidad de género. Y esto era algo que incomodaba mucho a las familias de entonces, especialmente a las de mayor poder económico-político… En este proceso, además de aprender "geometría", "cálculo", "ciencias", "lenguaje y expresión oral y escrita", las y los estudiantes aprendían oficios útiles a la sociedad (carpintería, albañilería, herrería, labores agrícolas). Estos oficios, además de garantizar a cada cual el diario sustento, permitía a niñas-niños participar, con padres y vecinas-vecinos, en procesos sociales-económicos-culturales comunitarios.
En fin, el proyecto republicano de Simón Rodríguez se opone frontalmente a las coacciones de los poderes dominantes, así como a cualquier forma de vasallaje y de explotación de seres humanos. Por el contrario, resalta la libertad, conquistada mediante el trabajo creador diario, siempre en unión y solidaridad (entreayuda) con otras personas. Se trata de que cada comunidad humana (villa, caserío, poblado) desarrolle al máximo sus fuerzas productivas, a partir del trabajo que se inicia en la escuela e involucra a toda la comunidad. E intercambie con otras comunidades los bienes que no produce directamente (sociedades económicas)… Al generar lo indispensable para la vida humana, la comunidad -en articulación con otras comunidades-, empieza a empoderarse de las decisiones y condiciones que amplían su vida política y cultural, transformándose en sujeto activo de procesos societales a nivel micro, meso y macro (Toparquía).
En síntesis, tenemos que Simón Rodríguez plantea y ensaya los fundamentos de un nuevo proyecto civilizatorio, proponiendo al efecto un mapa de ruta. Ello constituye un aporte invalorable para la generación y consolidación de lo que hoy estamos llamando sociedad comunal… el Maestro nos señala la escuela productiva como eje de transformación radical, progresiva, de la comunidad. Esa escuela, donde niñas y niñas son las y los protagonistas, incluye la participación directa de los padres y vecinos. Allí se realiza un trabajo productivo, a la vez que se aprende lo necesario para vivir. Todo debe realizarse en el marco de principios de equidad, justicia, respeto (sociabilidad, al decir de Rodríguez). Desde la escuela, ha de desplegarse un proceso colectivo, mediante el cual cada comunidad produce los bienes necesarios para su sustento, e intercambia con otras lo que aún no produce (Toparquía). Ello es el fundamento para que cada comunidad se gobierne a sí misma, y desarrolle sus potencialidades en lo político, económico, social y cultural. Así, ha de generarse una red de comunidades autónomas, a la vez que interdependientes, con la fuerza suficiente para impedir cualquier forma de dominio, vasallaje o esclavitud (Confederación de toparquías). Los gobiernos (nacional-regional) podrán orientar los procesos generales y específicos a partir de (y en diálogo directo con) las comunidades, cuidando el cumplimiento de las leyes y disposiciones reglamentarias, garantizando el orden y la defensa de la nación.
Podríamos, entonces, suponer que el Maestro Simón Rodríguez, con su poder visionario, interdimensional, transdisciplinario, nos coloca ante tres grandes retos:
1. Contribuir con la construcción colectiva de la sociedad comunal, como propuesta alterna al modelo capitalista y su manifestación en la modernidad, propiciando la creación y el sustento de una sociedad plena de comunidades autosustentables, cada vez más empoderadas en lo económico-político-social-cultural.
2. Asumir procesos de liberación colectiva, en equidad y solidaridad, venciendo las estrategias de colonización y coloniaje que despliegan los grandes centros de poder mundial, mediante el trabajo liberador (desde la escuela-centro educativo-comunidad), contribuyendo directamente al bienestar de la comunidad en general, y a su empoderamiento social-económico-cultural y político.
3. Crear opciones ante la episteme moderna (que sustenta la fragmentación, el individualismo), y la epistemología dominante (que separa sujeto-objeto, cosificando a otros seres humanos y a la naturaleza, y niega saberes populares –ancestrales), a partir de enfatizar el aprendizaje y el desarrollo cognitivo desde el trabajo y para el trabajo, en la que la reflexión y el diálogo están vinculados al ejercicio de la producción compartida y solidaria, con respeto a las culturas locales y a la madre naturaleza.
*(tomado de unidoccepap.blogspot.com)
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