Lo que se hereda no se esconde

El transporte público en Valencia: un caos de nunca acabar

Si usted quiere pasar por el infierno sin hacer peaje en el purgatorio, planee un viaje el día anterior sin reserva ni derecho a pataleo por cualquier ruta que atraviese la hermosa ciudad de Valencia, la del cabriales, la de las naranjas dulces, las mujeres bonitas, como yo y los hombres valientes, porque hay que tener estos atributos, más, los que le agregaría o cambiaría. Valencia, la de las carretas con motores fundidos, las naranjas desaparecidas, y las mujeres arr…atrevidas y no nombro a los hombres, me perdonan mis valientes, porque un hombre valiente para ceder un puesto a una dama, sería como buscar una aguja en un pajal… 

El crucero por el mar del despelote, empieza cuando me toca bañarme con una ponchera llena de paciencia en la mañana, para despues hacerlo con el agua o la poca agua que me llega a la ducha, dispuesta a desafiar las embestidas que  me o nos toca desafiar a todos los usuarios y usuarias de este servicio publico.  

Para tomar una unidad de pasajeros, que no se por donde ni cuando va a pasar, tenemos que tener una bola de cristal  de esas que usan l@s iluminad@s para adivinar la ruta por donde supuestamente, va a pasar una línea de estos recogelocos, como le decimos por esta parte de nuestera Venezuela querida, porque para poner sobre nombres a cualquier bicho, estamos hechos, hay otros que le dicen recogependejos, porque nos cobran lo que les da la gana y cambian el cartelito de la ruta cuando les conviene.   

Después que adivinamos el recorrido de estos cachivaches con ruedas, que vienen algunos con los anuncios escondidos o como dice un amigo con los vidrios ahumados hasta los tequeteques, lo que aprovechan los delincuentes para hacer sus fechorias, al detenerse, si es que lo hacen, traen a los pasajeros guindados de los pasamanos como platanos en frutería, por supuesto me resisto a ser piñata para que todos me den palo, como salgo temprano espero que venga el otro, pasan todos, menos el que yo espero, ahora tienen la maña y como maña vieja no es costumbre, como existe el metro, gracias a esta revolución, su recorrido llegá hasta la estación cedeño, la última parada del mismo, estos vivarachos del transporte ni cortos ni perezosos, para disfrazar un aumento del pasaje, cortan las rutas, la mayoría llega hasta el centro, obligandonos a tomar dos transportes, cuando no tomamos el metro, éste cuando viene de la parada Plaza de toros ya viene cargado y le toca a un@ caerse a empujones para poder acceder al mismo, quedando, como los muñequitos que guindan en los vidrios de los carros con los chuponcitos o sea pegados como el hombre araña, no nos toca de otra que tomar las rutas de los camionetas o autobuses que atraviesan la ciudad, cuando les da la gana, un bus o buseta que cumpla con el recorrido completo, sería un milagro, claro, el metro cubre una parte de Valencia que les quita los pasajeros, ahí es donde estos vagabundos, sin control de ningun ente gubernamental, que les de su cogotazo, hacen los que les da la gana con el pueblo, solo para causar incomodidad entre los usuarios, pagando el pato, ¿Quién?, facilito de adivinar, Chávez. 

Después que un@, (utilizo este símbólo y entre comillas, el de arroba, que para los inteligentes como nosostros, los que leemos Aporrea, el o ella, o una o uno, significa ambos géneros de una sola vez), les echo este cuentico porque resulta que en el diccionario de la real academia españoleta o los miembros de esta realeza, parece  que no les gusta que utilicemos estos emblemas o esta clase de elementos para escribir, para usar la lengua de castilla, que rato que venga de alla,  esto ofende la idiosincracia de  su idioma tan perfecto y tan exquisito, pero estos avispados, si puedieron cambiar todo, en nuestra cultura, comenzando por nuestro verdadero idioma, el legado de nuestros ancestros y nadie les dijo nada.  

Bueno, volviendo a lo que les venía contando, después de estar pescueceando y pelando los ojos para lograr ver los famosos avisos, logro pescar un carretón con ruedas que dice Vivienda Rural, La entrada, ese es el mio, pero cual no sería mi sorpresa, cuando cruza a escasos 10 metros de donde estoy, me toca pegar la carrera, porque dios me hace el milagro y se bajan unos pasajeros, le grito al chofer, este amablemente me espera, claro, eso si, para montar un pasajero que pague, seguro lo hacen, líbrenos Señor que no   sea un estudiante, a este lo dejan parado  en mitad de la avenida, los muy muérganos.  Sería por la corridita que pegué que logre llegar, diría, no está tan vieja, le sale pasaje completo, logro subir al bus,  consigo un puesto vacío, bingo, claro, ya se habían bajado unos usuarios. 

Ahora a seguir en el crucero o el vía crucis de la ruta, pasa por todas las calles antes de llegar al centro, ahí, hace lo mismo, recogiendo gente, como mango en cosecha, hasta llegar a la última parada del metro, en esta parada, nos conseguimos con una manisfestación de gente esperando los carritos y carrotes que vienen del norte, que al llegar a la Cedeño cambian el cartelito y se devuelven, para hacer su agosto, en lugar de seguir la ruta que les corresponde, estos parece un arroz con mango, un caos que hay que ser malabarista para lograr salir, seguimos montados como robots, sentados unos detrás de otros, moviendonos como coctelera en manos de un barman, sin tomar en cuenta los que van de pie y guindado como bombillo en un rancho, cuando le pega la brisa, líbrenos Dios de los recostónes de oficio, que van mas adornados que un pavo en un canasto, esos, que le encanta pararse  al lado de una muejer, para arrimarle el muñeco estranochado, les aconsejo a las damas usar un prendedor, es infalible, disimuladamente uno lo desabrocha, y lo va bajando poquito a poco, como el elemento cree que una no se da cuenta, y es donde uno hace tuquiti o pulla, brinca como un resorte, no dice nada y deja la pegadera.  Asi vamos en nuestro viaje de turismo y aventura, en un recorrido, que a pié lograríamos llegar en media hora, a paso de marcha, montados en estas chatarras nos tardamos hasta una hora y media, pero como ya una no está para esos trotes, se acostumbró a la supuesta comodidad, hace uso de estos servicios que se hicieron para el confort, pero que a la larga se convirtieron en una necesidad para y que llegar supuestamente a tiempo a nuestro destino.  Ojalá que estas dádivas del monopolio transporte, se conviertan algún día en un servicio y no en un sacrificio, que es lo que hacemos todos los valencianos al hacer uso de este “bien” público.  Un derecho que tenemos los ciudadanos de este país, al darle las concesiones a estos viva la pepa para circular por las vías de nuestra ciudad y nuestro país. 

PATRIA O MUERTE…VENCEREMOS 

Norma.rojita@hotmail.com



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Norma Rivas Santacruz


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