PSUV-Anzoátegui Continúa Indiferente

Ahora mismo, vivo una especie de crisis conceptual sobre el sentido o significado de la relatividad. O perdí la noción del tiempo o el tiempo no es precisamente lo que una vez anotara Einstein. No sé, si desde el 26-Sep hasta la fecha de hoy jueves 9 de diciembre, cuando redacto este artículo, han transcurrido setenta y cuatro días o por el contrario, estamos en el mismo punto y la naturaleza, distintamente a lo que pronosticara Einstein quiebra la relatividad. El tiempo no existe y si no existe, nada de relativo tiene.

Desearía, que en vez de estar cuestionando la inteligencia de Einstein, estuviera despertando de una pesadilla y considerando los argumentos de Sigmund Freud para comprender el sentido traumático de este sueño. Bueno, pero en realidad, ni lo uno ni lo otro; sino todo lo contrario. No vivo una pesadilla y por supuesto, el tiempo es relativo tal como la inteligencia de Einstein lo concibió.

Ciertamente han transcurrido setenta y cuatro días desde que se dio la confrontación electoral del 26-Sep y comenzó a comentarse sobre el sentido de la derrota y a explicarse cómo desde los espacios de los gobiernos y del PSUV pudo contribuirse para llegar a este punto de perder lo que se tenía. A pesar de la contundencia de la derrota electoral en el estado Anzoátegui y del tiempo transcurrido, no es mucho lo que hay que agregar de nuevo para decir que este momento –tiempo- está pasando. Como lo que nos aconteció el 26-Sep es político y tiene que ver con el futuro del proyecto, desearía decir, que ahora estamos observando un mejor desempeño tanto en el PSUV como en las gestiones de gobierno, producto de la aplicación de la denominada tres erres, pero lamentablemente no es así. No puedo meterme esta mentira para animarme.

No existe  un manejo oportuno y estratégico de los factores que contribuyeron desde nuestra posición a producir la derrota y sin ese manejo; otra derrota en el estado es probable. Frente a este caso que denominamos 26-Sep; si estamos ante un auténtico dilema político que entre otras consecuencias, tiene su expresión en la búsqueda o pérdida capacidad político. El 2012 es punto en el tiempo –nuevamente Einstein-  para la vida y futuro del proyecto a nivel municipal, estadal y nacional. El reto no es el 2012; el 2012 hay que verlo como una gran batalla, para la continuidad del proyecto político bolivariano que entró en un proceso de turbulencia y ante tal evento o circunstancia, hay que usar adecuadamente el tiempo para describir y explicar todos y cada una de los hechos que incidieron en esta derrota con el objeto de corregirlo a tiempo. El punto o evento 2012 es claramente estratégico para el reto de conservar y alimentar el proyecto bolivariano. El 2012 es punto para preservar la razón que nos anima a estar en este proyecto: Lograr capacidad para impulsar las transformaciones que requiere el país.

El reto es asegurar el proyecto de transformación. Cada derrota nos coloca en zona de peligro y cada victoria abre nuevas alamedas. Cada gestión y cada iniciativa de los gobiernos revolucionarios debe generar condiciones favorables para esto y cada movimiento del PSUV debe vigilar, acompañar y utilizar los esfuerzos de las gestiones revolucionarias en su diferentes instancias para impulsar el crecimiento cualitativo y cuantitativo de la organización.

En ninguna Alcaldía de las revolucionarias, se ha optado por revisar, rectificar e impulsar. La revisión, rectificación y el reimpulso en este momento post 26-Sep hay que ofrecerlo con retroactivo porque exactamente, las tres primeras erres no se aplicaron y por esa razón nos encontramos y contribuimos con una contundente derrota el 26-Sep. En la Gobernación muy a pesar de la capacidad de autocrítica que siempre desarrolla el camarada Tarek; la tres primeras erres no se ejecutaron. Transcurridos setenta y cuatro días desde el chaparrón del 26-Sep, la situación continúa siendo la misma o más grave aún, porque el tiempo viene transcurriendo y los hechos o tendencias sino no son alterados en los términos que se desean; la derrota se instalará y se hará una costumbre o se jugará a un golpe de suerte y cuando se trata de consolidar y lograr más capacidad política; la suerte no es elemento para incrementar esta capacidad.

No aspiramos o no solicitamos que las tres erres se conviertan en grandes asambleas que no produzcan nada. No solicitamos esto, pero no parece prudente convertir las nuevas tres erres en una reunión de panitas con ciertas identidades políticas y programáticas para concluir que se han cometidos algunos pequeños errorcitos y es muy poco lo que deba cambiarse. El asunto no es solo manejarse sobre la probabilidad de ganar o perder; el perder espacios de gobierno es un tremendo riesgo que no debe estar como probabilidad.

Los términos de la revisión deben ser conocidos por el soberano. Los términos de la rectificación y reimpulso deben también comunicarse porque no son simple dimensiones administrativas, implican asuntos políticos y ello obliga a una discusión amplia para retomar la fe en los proyectos locales y juntarlo con el proyecto nacional.


eugenio27.salazar@gmail.com



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Eugenio Salazar Brito


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