Trece años acaba de cumplir Orinoco Iron y desde el pasado 12 de agosto el gobierno nacional decidió su nacionalización y cambio su denominación comercial, ahora se llama Briqueteras del Orinoco. En sus inicios; dio inicio a su actividad con capitales privados de SIVENSA y el consorcio Australiano BPH; con una capacidad instalada para producir 2,2 millones de toneladas anuales de briquetas.
En los últimos años solo ha alcanzado el 30% de esa meta de producción. Desde el 2009, con un control a medias por parte del gobierno nacional y una junta interventora que no llego a ver luz al final del túnel. Ahora que ya dio el paso al pasar integralmente a manos del Estado. Basado en el adagio aquel “que cuentas claras conservan amistades”; los trabajadores que han librado cruentas luchas por adecentar la empresa; corriendo con el riesgo de la destitución de seis de ellos en el 2011, bajo juicios amañados y en franca violación a la LOT; han venido diciendo por diferentes medios de comunicación que lo más idóneo y sano es renovar aquellos gerentes que se han convertido en una piedra de tranca en el pago de los pasivos a los trabajadores; el empleo de procedimientos nada transparentes en el manejo de la comercialización de los productos. La reincorporación de los seis trabajadores despedidos: la Institucionalización de las mesas de control obrero. Presentación mensual del balance de comprobación en las carteleras de la empresa, así como el balance general y estados de ganancias y pérdidas al cierre anual. Publicar en cartelera el listado de los cheques cancelados. De manera que las comunidades organizadas y los trabajadores puedan leer en voz alta el manejo de la empresa.
Con las últimas medidas asumidas por el gobierno nacional , en el sentido de paliar ese cáncer de la corrupción que se ha apoderado, sino de todas, de la mayoría de las empresas del Estado; que no es otra que la entrada en vigencia de la Comisión de Comercialización Centralizada, que pasando por encima de las mafias, vendedoras de cupo. Ha caído como anillo al dedo. La primera venta de briquetas origino una ganancia de 1.000.000,00 de dólares, adicionales, de lo que se venía percibiendo. Deteniéndonos en este monto, nos puede dar una idea que en estas ventas había gato enmochilado.
Ojala que con el nombramiento de Wilfredo Villarroel, a quien no conocemos, no se convierta en un burócrata más de esos que estamos acostumbrados a ver en los cargos públicos y sepa captar con ojo clínico la situación económica de esta empresa; además como primera medida debe tender, un puente entre los trabajadores y afianzarse en el rescate de la empresa, rescatándola del marasmo e ineficiencia que manos ineptas la mantienen sumida; de lo contrario estaremos alerta para leerles la cartilla.
Luis Roa
Luisroa519@gmail.com