Luego que a finales del mes de septiembre, la sensación térmica en Maracaibo indicara los 50 grados centígrados, batiendo los récords de calor y sofoco que agobian a los zulianos, ya no existen excusas para que la gente fiel a su raciocinio simplista, extrapole esas ardientes cifras a un modus vivendi totalmente ajeno a la responsabilidad socio-ambiental con el entorno. La terquedad de culpar a los sagrados rayos del Sol por el infierno citadino, que se vislumbra en los altos índices de violencia, en la discriminación de género y en la sed de venganza, siempre ha sido el pretexto perfecto para que las personas sigan viviendo ciegas en la oscuridad de la ignorancia.
Esa afirmación, nos hace invocar a los omnipresentes apagones que se producen en gran parte del territorio venezolano, y que vienen siendo uno de los temas más espinosos del acontecer nacional. En las calles de San Francisco, en los caseríos de Mene Grande, en las urbanizaciones de Cabimas y en las plazas de Lagunillas, se viven situaciones de angustia, asfixia e histeria colectiva, ante la llegada de los archiconocidos cortes del suministro eléctrico, que continúan inquietando la mente de la población. Todos critican desde afuera, pero nadie reflexiona desde adentro. Entre medias verdades y mentiras a cuestas, tan sólo la introspección es capaz de hallar la unívoca respuesta del problema.
Por esa razón, le presentamos a los miembros de la familia Rincón, quienes al igual que usted, viven en las indomables tierras venezolanas, y también se molestan muchísimo por los inesperados apagones que se siguen padeciendo en toda la geografía del país. Ellos habitan en la ciudad de Maracaibo, que es la capital del estado Zulia y sin duda refleja con gran ahínco, el tradicional estilo de vida conllevado por la mayoría de la sociedad criolla. Le advertimos que aunque sus seres queridos NO van a quedar expuestos ante el público lector, tampoco nos hacemos responsables de cualquier similitud con la realidad que enfrentan a diario.
Fue así, como el reloj despertador marcaba las cinco de la mañana, sonando bien duro para que la familia Rincón no se quede pegada en las sábanas del naciente lunes El primero en levantarse es el señor Pedro, madrugador por naturaleza y quien lleva las riendas del hogar marabino. Tras abrir los ojos, no duda en tomar el control remoto y prender el televisor, para comenzar el día desinformándose con toda la basura mediática que transmiten los medios privados venezolanos. Al señor Pedro le encanta ponerle bastante volumen al TV, sin sentir compasión alguna por su esposa y sus tres hijos. Tras una hora completa de politiquería en alta definición, es tiempo de tomar una ducha y preparar el café en la cocina. El problema es que al señor Pedro se le olvidó apagar el televisor, que lleva casi dos horas prendido y malgastando bastante energía eléctrica. También como todos los días, dejó encendida las luces del baño y del cuarto, que por desgracia, emplean bombillas incandescentes para iluminar de amarillo al ecocidio zuliano.
Ahora conozcamos a la señora Elena, quien como buena ama de casa, se dedica exclusivamente a los oficios del hogar. Tras despertarse a las seis de la mañana, se dio cuenta que Pedro dejó prendido el televisor, mientras transmitían los noticieros del terror, que aunque ella no lo sepa, son los responsables de las pesadillas que sufre cada madrugada. Tras cumplir con el deber del aseo personal, la señora Elena está lista para ir a la cocina y preparar el desayuno. Aunque se le olvidó apagar el Aire Acondicionado de su recamara, que lleva más de 10 horas encendido, desde que se trasnochó ayer, sólo para ver las narcos telenovelas que pasan los medios privados venezolanos. Ahora es momento de iniciar el frenesí de consumo eléctrico, prendiendo una y otra vez el microondas, la licuadora, el tostador y la batidora. Además, a la señora Elena siempre se le olvida cerrar la puerta de la nevera y del freezer, luego de sacar la mermelada, el jugo de naranja, los hielos, el queso, la leche descremada y la salsa de tomate. Por culpa de esa reiterada mala costumbre, se desperdicia un montón de energía eléctrica, que deja un sabor muy amargo en el gusto de los comensales.
Con la mesa puesta en su santo lugar, ya casi son las siete de la mañana, y sus hijos siguen sin bajar a desayunar, para que Pedro los lleve con premura al colegio, ubicado bien cerquita de las oficinas donde él trabaja. Por lo que la señora Elena, se desespera y decide entonar un último grito de mando, al entrar en cada uno de los cuartos de los muchachos. Para su sorpresa, Miguel, el hijo mayor de 17 años, todavía no se había despertado, y lo peor, es que dejó la computadora prendida desde la tarde del domingo, cuando se reunió con sus amigos para jugar hasta la saciedad todos los videojuegos violentos que se consiguen gratis en la Web. Esa situación, lo ha llevado a practicar sin piedad el “Bullying” dentro del liceo al que asiste, destruyendo tanto su propia salud mental como la de sus compañeros de clases. Lo más triste, es que Elena y Pedro, compraron la computadora e instalaron el servicio de Internet, pensando ingenuamente que era un gran regalo para ayudar a Miguel con las tareas escolares, y mejorar esas calificaciones que siguen cayendo en picada.
Tras comprobar que Miguel dejó casi 1 día encendido el monitor, el CPU, el módem, la impresora, el scanner y el regulador de voltaje, sin importarle el abuso del consumo eléctrico y el cobro abismal que vendrá en el próximo recibo de luz para la familia Rincón, ahora la señora Elena va a despertar a Teresa, quien tiene 15 años de edad, y es la mayor de sus dos hijas. No había entrado al cuarto de la adolescente, cuando el desquiciante ruido del secador de pelo, delataba el porqué la niña no bajaba a desayunar. Además, Teresa se había dormido sin desconectar el cargador de la laptop, del teléfono celular y del Mp3. Todos esos aparatos eléctricos pasaron más de 8 horas conectados sin necesidad a la toma corriente. Lo lamentable, es que Teresa sabía antes de dormirse que los equipos ya estaban cargados en su totalidad, pero le dio fastidio tener que pararse de la cama y desconectar esos artefactos. Era más divertido pasar el tiempo tuiteando y chateando con desconocidos en las redes sociales. No olvidemos que la “energía en reposo”, es uno de los problemas ecológicos que perjudican al Medio biofísico circundante.
Ante tanta indiferencia, la última esperanza de disciplina para la señora Elena se llamaba Fabiola, quien tiene 9 años y es la consentida en casa de la familia Rincón. A diferencia de sus hermanos mayores, ella si estaba lista para bajar con su mamá a la cocina. Sin embargo, el reproductor DVD había quedado prendido toda la noche, después de ver una película pseudo infantil junto a sus papás. Lo insólito, es que a la niña le compraron recientemente un decodificador para que vea televisión satelital las 24 horas del día. Sus padres no temen de los antivalores audiovisuales que van a corromper el alma de Fabiola, pues ellos crecieron y se educaron viendo esos mismos contenidos que ahora comparten con su hija. También quedó encendida la lámpara de la mesita de noche, el ventilador del baño, las cornetas portátiles en la peinadora y la cajita cuenta cuentos que se encuentra en la repisa del cuarto. Todos esos equipos utilizan corriente 110v, y jamás son desenchufados de la toma eléctrica.
Tras todo el agite mañanero, la familia Rincón logró desayunar con gran prontitud y empezar a cumplir con las actividades cotidianas. Pedro se fue al trabajo, los hijos al colegio y su esposa acudió al supermercado, para comprar los ingredientes del esperado almuerzo en horas del mediodía. El reloj marcaba las nueve de la mañana, cuando la señora Elena regresó a la tranquilidad del hogar, con la harina, el arroz, los plátanos y las legumbres. Sin embargo, se acordó que le faltaba lavar unas cuantas prendas de vestir, por lo que decidió prender el trío dinámico encabezado por la lavadora, la secadora y la plancha. Aunque Elena podría organizarse y emplear un solo día de la semana, para lavar toda la ropa de su familia, ella tiene el mal hábito de encender con recurrencia esos artefactos, que generan un masivo despilfarro de energía eléctrica, sobre todo, si son prendidos y apagados varias veces en un mínimo lapso de tiempo.
Luego de tantas diligencias en la calle, ocupaciones de trabajo y labores domésticas, ha llegado el fin de semana tan anhelado por la familia Rincón. El reloj marcaba las ocho de la mañana del soleado sábado, en el que Pedro, Elena, Miguel, Teresa y Fabiola se fueron a Punto Fijo en el estado Falcón, para seguir comprando más aparatos tecnológicos, los cuales son vendidos con descuentos. Vale aclarar, que antes de salir de viaje, la familia Rincón siempre opta por dejar encendidos la mayoría de los equipos eléctricos, para evitar que los delincuentes intenten entrar al hogar y se aprovechen de su ausencia. Según ellos, cuando los ladrones vean las luces prendidas del garaje, escuchen el sonido del televisor en la sala principal y del aire acondicionado en la cocina, no se atreverán a cruzar la puerta de bienvenida, por lo que su casa queda a salvo de cualquier intruso. No les importa que todos esos equipos pasen más de 48 horas encendidos sin necesidad.
Tras un agotador viaje de placer, los integrantes de la familia Rincón llegan nuevamente a su casa, tan cansados del tiempo en carretera, que caen rendidos en sus aposentos, sin apagar ningún aparato eléctrico, sin sentir remordimiento y poniendo otra vez el reloj en las infalibles seis de la mañana del lunes. Lo que genera tristeza, es que en caso de apagones repentinos en su localidad, lo primero que hace la familia Rincón es politizar el problema y evitar meditar sobre el antiecológico modo de vida que llevan. No les interesa en absoluto los temas conservacionistas. De hecho, Pedro compró una planta auto generadora de electricidad, para seguir disfrutando de sus cervezas bien frías, a pesar de la incomodidad que genera el ruido de la máquina a los vecinos. Viven ciegos en un egoísmo que hace que paguen justos por pecadores, en medio de un inconveniente latente en Venezuela, que requiere de compromiso y voluntad de cambio por parte de los organismos públicos, de los entes gubernamentales y de toda la ciudadanía, sin distingo de colores, razas o credos.
Muchos no saben que Maracaibo es la ciudad con mayor consumo eléctrico de Latinoamérica, que el estado Zulia genera la más alta demanda en el país, llegando a rebasar en ocasiones los 3000 megavatios, y que Venezuela es la nación con mayor generación y consumo eléctrico de la región latinoamericana. Debes saber que el 75% del consumo residencial de energía en el Zulia, se destina al Aire Acondicionado, que sumado a la desigualdad socio-económica imperante en esa población, hace que muchas familias que habitan zonas rurales donde nunca llega el agua, la luz ni el gas doméstico, sufran las consecuencias de todo el desastre ecológico que refrenda el resto de la ciudadanía. En la entidad zuliana no se recicla ni un centavo, las empresas petroleras siguen contaminando el Lago de Maracaibo, los auto-lavados malgastan litros de agua potable, el smog de los carritos por puesto destruye la capa de ozono, las maternidades colapsan porque nadie adopta hijos, y las perversas Corridas de Toros terminaron por matar al lejano Catatumbo, que se ahogó en los ojos del ecocidio.
Sin duda, que la familia Rincón es un claro reflejo de las muchísimas personas en Venezuela, que no asumen la responsabilidad socio-ambiental del consumo de energía eléctrica. La falta de una verdadera educación ambiental en los pupitres venezolanos, el fatal consumismo de la gente en manos de la transculturación, los grandes antivalores que proyectan los medios privados y la necesidad de culpar a factores externos implicados en el ultraje ecológico, son los senderos de oscuridad prestos a iluminar la nefasta Cultura del Derroche, que es la causa y consecuencia de la discordia suscitada. El asunto va más allá de dejar prendido por error un bombillo de la casa, ya que eso sería un olvido justificable por todos. El verdadero problema es la reiteración de esa mala actitud con el paso del tiempo. Si realmente deseas que los apagones sean cosa del pasado, pues debes practicar la Eficiencia Energética, que promueve el sentido común de los individuos, al usar la energía eléctrica racionalmente en provecho de nuestro querido y olvidado planeta Tierra. www.ekologia.com.ar
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