Las elecciones en Valencia se presentan interesantes y la derecha juega sus cartas de manera a veces salvaje. Claro la factura que dejo Edgardo Parra en la ciudad es verdaderamente grande y sus cómplices y socios que le siguen defendiendo a un pillo de siete suelas, mantienen su operación mediática en contra de Ameliach y en contra del candidato del PSUV Miguel Flores.
Claro la decepción de la zona de Miguel Peña, ese espacio donde el voto por el proceso es el más consistente fue grande castigada esa parroquia por la administración parrista, olvidada y engañada, fue esa zona ofendida permanentemente por el silencio de un pilluelo que le permitimos hacer lo que le diera la gana, que destruía el patrimonio histórico de la ciudad con su silencio y su inacción , sus actitudes lúgubres y déspotas y que nunca le bajo la presión arterial, ni derramo una lagrima por lo tortuoso de las calles de la ciudad, la inundaciones, la delincuencia, el abandono, la basura.
Se sumergía en su bola de cristal y avanzaba como parrillero en las motos de la policía municipal de la ciudad. Gozando mientras colocaban vallas con su foto o la de su familia para recibir navidad o en las jardineras de la Plaza Bolívar como una especie de burla a una comunidad que ya lo detestaba. Recordaba aquel poema de Ernesto Cardenal acerca de la estatua ecuestre de Anastasio Somoza aquel criminal que fue derrocado por las fuerzas Sandinistas en julio de 1979 después de una larga guerra.
“No es que yo crea que el pueblo me erigió esta estatua
porque yo sé mejor que vosotros que la ordené yo mismo.
Ni tampoco que pretenda pasar con ella a la posteridad
porque yo sé que el pueblo la derribará un día.
Ni que haya querido erigirme a mí mismo en vida
el momento que muerto no me erigiréis vosotros:
sino que erigí esta estatua porque sé que la
odiáis”.
Ahora nos viene un desafío que no es confiar por lo que dice representar Y si entender que las cartas en Valencia están sobre la mesa, que no hay gallo tapado y que la otra propuesta es la más atrasada que ha pasado por la ciudad. Cochiola representa en todo caso el autismo político, la deforestación en las áreas arboladas de la ciudad para beneficio de su empresa.
No existe otra alternativa para los que creemos en la ciudad como un espacio vital. Pero en esta oportunidad no podemos dejar a su libre albedrio a Miguel Flores, la contraloría social tendrá que funcionar, se tendrán que establecer compromisos serios acerca del control y manejo de la Policía Municipal, se tendrá que romper con el oscuro y oprobioso pasado que le toco vivir a los cultores de la ciudad.
La ciudad tiene que emerger y si el poder popular tiene agallas, tiene suficiente coraje no seguirá a Miguel Flores caminara a su lado. Viendo, diciendo, comentando, exigiendo y sobre todo gobernando con un gobierno que a diferencia de lo que propone Cochiola y de lo que fue Parra, tendrá que ser un gobierno de los humildes, por los humildes y para los humildes.
Humildad no es miseria humildad es un comportamiento digno y tranquilo ante lo difícil, lo hermoso d la humildad es que inclusive ante el poderoso la humildad deja huella y vence, la humildad no es obediencia ciega y si palabra sabia. Miguel Flores tiene y debe ser el candidato de los suyos, el de los nuestros, el de los que vienen.
Equivocarse con un amigo nos permite exigirle y aclarar, Cochiola no es amigo de nadie y hoy con su defensa perversa a la administración de Parra al igual que otros trúhanes que defienden al Atila de la ciudad de Valencia conocido como Edgardo Parra, con esa defensa saco su cobre, demostró su pobre sentido de amor a la tierra que pisa.
Ahora le toca a los que pacientemente esperamos. Lo demás es silencio Votar por Miguel Flores es acompañar un esfuerzo de los que creen en un futuro más amable para mi ciudad es tiempo de palabras y es tiempo de decir lo que pensamos, sobre todo es tiempo de apostar por los nuestros.