Los 11 mil cien kilómetros cuadrados de superficie que posee el estado Táchira, están caracterizados por un abanico de diversidad que le proporciona características especiales para hacer del turismo y la agricultura, dos elementos potenciadores y dinamizadores de su economía.
Basto es el análisis y estudio que sobre el turismo del Táchira se ha realizado en concordancia con su agricultura, llegándose a definir los diferentes ejes turísticos de acuerdo a la vocación y capacidad de infraestructura existente.
Así nacen unos ejes turísticos acompasados con la agricultura que se practica diariamente y que tienen una definición bien clara con sus características climatológicas; el eje de cultivo de flores que va desde Cordero hasta el Zumbador por la carretea trasandina, acompañado de un clima de montaña y una cadena de kioscos a la margen de la carretera, donde aparte de flores, se puede encontrar arepas de harina, dulcería, cuajada, el cafecito colado, algunos tejidos de lana, el chocolate bien caliente y diferentes bebidas espirituosas preparadas con frutas.
Desde El Zumbador se sigue la trasandina para llegar a El Cobre, Seboruco y La Grita, donde encontrará frescas hortalizas, la papa, la panela y el queso de Guanía, o bien ir a Michelena pasando por un bello paraje de casas típicamente andinas con sus cultivares de rosas, fresas y moras, desembocando a la carretera Panamericana, pero también hay la alternativa de seguir hasta Queniquea y San José de Bolívar, donde hay varias alternativas para elegir, continuar y remontar el Páramo La Cimarronera y en la cúspide del Sumusica descender por el páramo El Rosal hasta La Grita; tomar la vía hacia el bello y laborioso pueblito de San Pablo y descender a la via del Llano por Chururú, o seguir el camino hasta Laguna de García paraje incomparable de belleza natural que lo lleva a Pregonero o sigue para La Grita por el Delgadito o el páramo La Negra a Bailadores y Tovar.
Solo en este eje turístico se puede disfrutar de grandes atracciones naturales, apreciar las bondades de la naturaleza, ver los diferentes cultivos y la laboriosidad de sus campesinos, disfrutar de posadas que reúnen todas las condiciones para descansar y sobre todo, reconfortable hacer este periplo para llenarse de optimismo y pensar en que si hay futuro en este país.
En todo el recorrido estará presente la actividad agropecuaria como primer motor de la economía tachirense, se podrá apreciar la producción de flores, hortalizas, papa y leche, fresas, moras, que pueden apalancar aún más al turismo en el Táchira si el Estado diseña y promueve un programa de “Agroindustrias Rurales” para darle valor agregado a la producción agropecuaria; pudiéndose impulsar charcuterías locales, el queso ahumado, la cuajada, mantequilla y natillas, tortas, mantecadas, quesadillas, almojábanas y los finos licores que se pueden preparar con el miche de “Caricuena” e ir promoviendo la necesidad de que a muchos de estos productos se les conceda “Denominación de Origen” impulsando por otro lado la gastronomía de cada uno de los pueblos.
El Táchira cuenta con una buena cantidad de posadas turísticas, personal preparado en el hotel escuela de Mérida y en otras latitudes, los diferentes pisos climáticos y la variación de su topografía, abren el abanico de oportunidades para disfrutar de diferentes modalidades de turismo, que tanto puede apoyar a la economía de este estado andino, sin perder de vista las fortalezas y oportunidades que hoy se tienen como una de las fronteras más importante y dinámica en Latinoamérica.
Hay que imbuir, apoyar y hasta exigirle al gobierno del Táchira y a cada una de las 29 alcaldías, la necesidad de juntar esfuerzos y experiencias con el sector privado, para hacer del turismo la verdadera industria dinamizadora de la economía regional, veinte turistas generan un empleo directo y ocho indirectos, promoviendo un gran programa de agroindustrias rurales que saquen a flote las fortalezas que cada uno de los municipios posee; no es posible ni justificable por ejemplo que el municipio Rafael Urdaneta con su capital el bello y típico pueblo de Delicias que es productor de durazno, tenga una planta industrializadora de esa fruta casi paralizada, cuando pudiera ser la que surtiera al pueblo del Táchira y parte del Norte de Santander de esta exquisita fruta.
Las fortalezas del Táchira son más que evidentes, sus capacidades para promover una economía regional autónoma que no depende del situado ni de las “dadivas” es probable, falta interés, empuje y emprendimiento, para que la locomotora económica arranque, con la agricultura y el turismo.
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