Contra el poder

La lucidez de los Yekwanas

En lo alto del río Caura existe un lugar llamado el Playón, allí representantes de más de 59 comunidades indígenas se congregaron para recibir al General Ascanio y la diputada indígena Noemí Pocaterra. Sus gritos de guerra eran un No rotundo a la minería y ¡Viva Chávez!, lo cual puedo demostrar con vídeos. Cayetano Pérez es el capitán de los Yekwanas, y sus primeras palabras fueron para desmentir que ellos habían autorizado la minería. ¿Acaso yo soy el presidente Chávez o el Ministerio del ambiente para dar permiso?, ¿acaso yo voy a dar permiso para la destrucción de mi pueblo?, fueron las interrogantes de Cayetano, quien cuestionó el que se les llame salvajes, cuando son los criollos quienes desconocen que el Caura es reserva natural desde 1964, también desconocen que existe una Ley de Pueblos Indígenas y que la Constitución de 1999 reconoce los derechos indígenas. Cayetano tiene razón en demostrar con fina ironía que los salvajes parecen ser los que sufren la fiebre del oro y desconocen las leyes. Más aleccionador es el llamado de los Sanemas y los Yekwanas a compartir con los criollos, hacer un llamado a la paz y a la información veraz, pero sobre todo respetando su cultura, sus costumbres y su tierra. Los indígenas agradecieron al TO5 el haberles protegido el Caura de la explotación minera y aseguran que la minería siempre ha llevado destrucción a sus pueblos, incluso han comprendido que los indígenas que se dejan llevar por el brillo del oro, abandona su hogar, su tierra, su cultura, ocasionando la destrucción de su pueblo.

Cuando los Yekwanas exigían información veraz se referían a varios titulares de prensa que denunciaban 23 cadáveres más en el alto Caura. Ellos advierten el peligro de una información errónea y afirman que nunca agredieron a nadie, ratificando la versión de que los 4 mineros muertos en el Caura se ahogaron cuando se les hundió la embarcación. La lucidez de los Yekwanas contrasta con la estupidez del criollo que hizo la falsa denuncia de 23 cadáveres, para luego reconocer en interrogatorio del CICPC que le pagaron para decir eso. ¿Y quién pagó y por qué?, los asesinos siguen en sus madrigueras planificando como explotar al minero y continuar con el negocio ilegal del oro y el diamante, un negocio rentable si la onza está a 600 dólares. Los políticos siguen viendo en el voto minero una mina electoral, mientras que un sector irresponsable de la prensa parece desear que sigan apareciendo más cadáveres. Mariano Keima, Kaikana general de los Sanemas notablemente molesto mientras fumaba hierbas envueltas en una concha de árbol, decía que cuando tenía hambre tomaba frutos del árbol, cazaba con su flecha, pero no destruía la tierra. Totalmente desnudo y pintado de negro, reiteraba que la Constitución de 1999 le reconoce sus derechos sobre esas tierras, añadiendo que ellos ya estaban allí cuando el genocidio de los españoles hace más de 500 años. Lo más grave es que la minería representa el 0.6 % de ingreso al país, lo que se traduce en un mercado ilegal bastante rentable. Y el minero sigue siendo pobre, o por lo menos así lo declara cuando argumenta su deseo de continuar buscando oro. ¡Oro!, Mariano Keima camina descalzo sobre el supuesto oro, no usa ropa, no usa joyas, no entiende de autos de lujo, no ve televisión, ¿por qué se nos hace diferente?, en todo caso no es un hombre pobre, no pide limosna y comparte lo que tiene. Su cultura tiene más años de historia que nuestro mestizaje. Su lucidez permanece intacta después de 500 años, mientras que la nuestra ha cambiado con la televisión y la internet.

davidjavier18@hotmail.com


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David Javier Medina


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