Qué cosas con éste pueblo, hoy nuevamente tiene la oportunidad de re-pensarse, de mirar a sus adentros con el caleidoscopio de la historia, esa misma que habitamos en nuestra cotidianidad, esa que está viva que pertenece al pasado y al mismo tiempo al presente.
Un momento tan importante como éste, amerita un esfuerzo extraordinario, para pintar las palabras, hacerlas poesía y rememorar nuestro propio proceso, para reflexionar sobre lo que ha sido nuestra historia, y cómo nosotros, pueblo protagonista nos vemos reflejados en un proceso social que está en construcción permanente. Si lanzamos la pregunta al vuelo del papagayo de ¿Cuánto tiempo ha pasado por éste territorio? Tendríamos que entender primero ¿Qué es un territorio?
Para Trino Borges un territorio es un pedazo de tierra delimitado. Con una cultura y unas tradiciones que si se cultivan permanecen en el tiempo. Matilde Briceño afirma por su parte que un territorio es un pedacito de cielo, que amamos, pero que no tiene dueño. Como siempre, las cosas más hermosas del mundo, no tienen dueño, y al mismo tiempo nos pertenecen a todos. De esta forma los territorios son construidos con la vida cotidiana, sobre dichos espacios reflexionamos y actuamos permanentemente, sobre ellos transcurre la vida. Cómo no valorar la importancia de un territorio, si sobre él, ocurre y transcurre el amor.
En estás letras juntas hablaremos del territorio y de la identidad del tabayense con su entorno. Haremos un recorrido por tres momentos históricos, pasearemos por la colonia, con sus diferentes visiones, luego observaremos los testimonios de dos patrimonios de éste municipio, el señor Juan Peñaloza de 90 años, y la señora América Moreno de 96 años, para cerrar con el relato de Andrés Becerra, un joven de 16 años, visión más próxima de lo que representa ese largo recorrido histórico.
La gente que hoy conforma este pueblo estaba diseminada por todo el territorio, hacía uso de él como su pedacito de cielo, las lomas y las riveras de los ríos componían un espacio, que al mismo tiempo producía una identidad que unificaba un criterio étnico. Un pueblo que hacía uso del espacio, para el intercambio, para la vida. Desde la colonia, el europeo reconocía a éste espacio como un territorio benevolente para la vida, en un documento del siglo XVII encontramos lo siguiente, textualmente transcribimos:
proveido que se les notifico y que todos conforman y señan por el mejor y más acomodado sitio para la población y agregación de todos, el que esta junto a las tapias biejas que solia ser la yglesia donde su merced estuvo con los dichos españoles e yndios y que todas las dichas tierras de tabay son muchas buenas y muy fertiles para las labranzas de todos los dichos yndios y que tienen agua y leña y vuen temple sano y algo fresco y que tiene todas las comodidades que son menester y se requieren para una vuena población y que esta distante de la ciudad de Merida como dos leguas (…)ii
Como un lugar idóneo para el asentamiento y el hábitat, era reconocido ya por nuestros antepasados aborígenes, confirmación que luego se consolida con el señalamiento que encontramos en éste documento, sin embargo habían diferentes visiones en cuanto al uso del espacio geográfico. Según la concepción colonial, era menester concentrar demográficamente a la población nativa, en lo que posteriormente vamos a conocer como los repartos, para que no quedaran nuestros indígenas derramados en los montes ni en partes ocultas donde tengan ocasión de ydolatrar y usar de otros bicios(…) para que mejor se le pueda enseñar la doctrina Christiana y sean curados en sus enfermedadesiii. Como sabemos la historia, no es reflejo de lo que exactamente pasó, al contrario, es una representación del pasado, cargada de subjetividad, y éste es el mejor ejemplo para comprender que desde la llega del europeo hasta nuestros días se tratan de dos proyectos distintos, dos maneras disimiles de hacer uso del espacio, dos puntos de vista que chocan y se encuentran al mismo tiempo en cuanto a la construcción de una territorialidad en permanente construcción.
Los originarios aprovechando al máximo su espacio territorial, haciendo uso óptimo de los recursos naturales, para PODER garantizar la vida. En su contra parte encontramos a un proyecto europeo de control de los cuerpo y de la sociedad, con fines políticos para el ejercicio del PODER sobre el territorio, dos concepciones que ocurren dentro de un mismo espacio geográfico. En el Mismo Documento, citado anteriormente, Alonso Vazquez de Cisneros, recomendaba en su visita de 1619 que: para que dicha población tenga efecto todos los dichos yndios (…) sean sacados de sus asientos y poblaciones biejas y otras partes de donde estén apartados y todos sean reducidos y agregados a la dicha nueva población de Tabay y se le quemen quiten y demuelan sus bohios y ranchos antiguosiv. Concentrar para controlar, empobrecer para dominar, quemar y demoler la obra de su cultura, para eliminar la identidad con una territorialidad, que por medio del uso libre del espacio, se hacía incontrolable para las aspiraciones de de dominación colonial. Éste último no representaba otra cosa que un proyecto político de dominación y control, que encontraba para el momento la justificación de que a causa de dicha dispersión poblacional ocurrían situaciones que en última instancia perjudicaba a la población aborigen. Cisneros, en ese sentido aseguraba que: por estar dividida sin forma de pueblo y con la falta de la doctrina se mueren muchos y sin bautismov. Nuevos pensadores, como el caso de José Gregorio Araujo, en Tabay: Poblado, gente y costumbres desde su historia (2012; p. 90), define esta acción como un trágico proceso de desarticulación económica, social y religiosa, donde todas sus creencias y formas de vida, fueron sustituidas por las impuestas por los colonos quienes, en un primer momento, buscaban minas de metales preciososvi. Para el europeo, más que la Fe cristiana, ordenar al territorio para garantizar el éxito del proyecto colonial era lo importante, el pueblo a través del tiempo re-significó la nueva territorialidad, dando paso a una Fe que se vincula con la fiesta y la tierra, para tener siempre motivos de celebración en éste reino terrenal.
Y así desde aquel 29 de Agosto de 1619, viene la gente que comprende toda esta área geográfica construyendo a Tabay. Juan Antonio Peñalozavii, de 90 años, tabayense de pura sepa, como él mismo se reconoce, nacido en 1928, proveniente de la Loma del Pueblo, trabajador del poder judicial, corista por 26 años en la iglesia del pueblo, cuando los oficios religiosos eran en latín, nos brinda un testimonio importante, en primer lugar cuando se reconoce como parte del territorio circundante, que nutre al mismo tiempo la construcción del pueblo de Tabay. Para el Señor Juan Peñaloza, Tabay está compuesto de gente Humilde, pacífica, trabajadora, laboriosa de la tierra, proveniente de raíces indígenas, en otrora maltratada por los españoles, que celebra al trabajo, ejemplo de ello, lo vemos cuando se vuelca con fervor a las calles en las fiestas de San Isidro en el mes de Mayo, y luego se queda a compartir en la plaza, tanto en los días festivos como luego de las homilías de los Domingos. Por cierto una plaza, que sirve como espacio público y que hasta 1942 no tenía ningún árbol, pues en ese año fueron sembrados como ornamento de la misma, al rededor de 300 pinos. Ocho años transcurrieron, hasta que en 1950 se instaló en dicha plaza un busto al Libertador Simón Bolívar. En palabras del Señor Peñaloza, Tabay es un pueblo que ha surgido muy despacio, y que aunque en una ocasión tuvo que irse del pueblo, vivir fuera de él, pues se fue cumplir labores religiosas con el Padre Hector Monsalve en el año 1951, se siente orgulloso de ser de Tabay, porque siempre hablan bien de Tabay, y porque toda su familia aquí vive.
Buscamos también a Doña América Moreno Parraviii, quien representa un patrimonio vivo de Tabay, al igual que Don Peñaloza. Nacida en 1922, con 96 años de edad, Doña América, proveniente del pueblo de San Juan Bautista. Afirma que a Tabay lo conformó gente muy pobre y humilde, un pueblo, según sus propias palabras, donde todos éramos iguales. Doña América fue partera, recibió a la vida, atendió a muchas madres de éste pueblo, le dio la bienvenida a muchos hijos de estas tierras. Proveniente de San Juan Bautista, se reconoce como tabayense, y afirma además, que adora éste lugar porque es la tierra de ella, y que se siente orgullosa de ser de Tabay, porque así lo quiso Dios.
Ya más cercano a nuestro tiempo, quisimos indagar en la identidad de un joven. Entrevistamos de esta forma a Andrés Alejandro Becerra Castilloix, de 16 años de edad, para él Tabay está compuesto por gente muy tradicionalista, conservadora, por familias muy unidas que siempre piensan es sus madres, gente que le gusta el trabajo, que disfruta de las tradiciones, es un pueblo profundamente católico. Ya sabemos que Don Juan y Doña América, nunca se fueron de estas tierras, y por cuestiones de contexto le preguntamos al Joven Andrés lo mismo: ¿Te irías de Tabay? A lo que respondió de inmediato: No, no me iría, me gusta Tabay, es un sitio muy bonito, muy tranquilo, me gustaría tener aquí a mi familia, aquí está toda mi familia, Tabay es la casa mía. Andrés con sus 16 años de edad, nos recomienda a todos, prácticamente lo que han hecho a lo largo de su vida Don Juan y Doña América, trabajar por su pueblo. Tres visiones, de tres momentos históricos diferentes, cada uno en su contexto, todas reconociendo lo hermoso del territorio donde hoy transcurre éste poema, que se escribe y se escribirá y que lleva por título, Tabay.
¿Cuánta agua ha pasado por la quebrada la Leona, cuántos sueños, nutrientes y vida han pasado por las riveras del Chama, cuántos productos han bajado de las lomas aledañas para alimentar al pueblo, cuántos labriegos han cosechado esperanza, cuántas manos se han metido en la tierra para hacer historia, cuántas parteras han recibido hijos de estas tierras, cuántos bebedizos han curado malestares del alma. Cuántos días impregnados de ternura nos quedan por vivir en estos territorios?
Por todo ello, ¿Puede Tabay ser lo que es, de forma aislada, sin mirar a su entorno espacial, sin reconocerse como parte de una territorialidad que la integra, que la compone? La historia de corta mirada dirá que sí, la historia que no siente con pasión lo que siente un tabayense, será reduccionista. A nosotros nos queda convertir la palabra en cánticos que enamoren a la población de todas la edades, para que hagamos de Tabay el lienzo en el que podamos pintar nuestra más bella obra.
Martí dijo en sus discursos en Estados Unidos (1890) que las palabras deshonran cuando no llevan detrás un corazón limpio y entero. Las palabras están de más, cuando no fundan, cuando no esclarecen, cuando no atraen, cuando no añaden... Nos esperan muchos años más de reflexión, nos espera, a la vuelta de la esquina una identidad por construir, para que el futuro esté compuesto cada vez más de una vida digna. Es Bonito vivir en Tabay. Vale la pena quedarse en Tabay.
Muchas gracias.