EL Limón, entre la belleza natural y el miedo a un desastre ambiental

El segundo domingo de septiembre de 1968 fui invitado a pasear y conocer ese pequeño pueblo situado en el pie de monte del Parque Nacional Henri Pittier: El Limón. Jorge, un tío político tenía un camioneta Jeep que usaba para su trabajo y para sacar a pasear a sus hermanas, al menos un día a la semana. Ese paseo para ellas era una rutina, para mí fue una gran sorpresa. Una carretera angosta y trazada entre árboles que le servían de custodia, nos llevó de Maracay a El Limón. De un lado estaba la Facultad de Agronomía donde estudiaría mi profesión, del lado izquierdo frente a la facultad estaban unos campos experimentales de Zootecnia y unos cañaverales del antiguo FONAIAP. Llegamos hasta la alcabala que cuida la entrada al Parque Henri Pittier, al frente las montañas se adornaban de arboles, la vegetación estaba verde intenso como siempre lo ha estado por estos tiempos, no había deforestación, y las faldas de las montañas no tenían viviendas o estaban dispersas. Apenas estaba comenzando la colonización de esos espacios. Regresamos hasta el centro del pueblo, de unos 5000 habitantes, y nos detuvimos en una bodega a comer catalina con kolita. Nunca olvidaré ese momento. Fue mi bautizo como aragüeño reencauchado. Para mi yo estaba lejos de mis Andes natales pero ese ambiente era andino. Una semana más tarde me llevaron a conocer Guamita. Asombroso momento, una belleza sin par, piscinas hechas de piedras por donde escurría el agua fría de la montaña, El año subsiguiente atravesé el Parque Nacional hasta Ocumare de la Costa y un venado extraviado nos dio la bienvenida; en ese viaje me enteré que la serpiente mas venenosa del país habita allí, la macagua, la cutronarices, la terciopelo, la mapanare, con mas nombres que bautizado en la Colonia. Y poco a poco seguí entendiendo el significado de esta parte de la Cordillera de la Costa, rica en vegetación y fauna, y con una cantidad de aves, unas migratorias y otras específicas de ese bosque húmedo. No era raro ver extranjeros europeos, pasando meses en el Parque Henri Pittier explorando y estudiando la avifauna.

Varias veces escuche a mis profesores de la Facultad de Agronomía hablando del encanto de esa zona y haciendo planes para conseguir terrenos y construir allí. ¡Lo hicieron, lo lograron! Luego de varios años, eso parecía un dormitorio de estudiantes y profesores de las Facultades de Agronomía y Veterinaria e investigadores científicos del FONAIAP. También vi nacer la Sociedad Conservacionista del estado Aragua, con los ojos muy abiertos para mirar al Lago y mirar a las montañas tributarias de agua a toda la cuenca.

Aquel 6 de septiembre de 1987, el patrón de poblamiento del Limón había cambiado mucho. En casi 20 años, la avenida intercomunal Maracay –El Limón, conocida como Avenida Universidad daba mejor acceso y los cambios en la población fueron dramáticos, se pobló aguas arriba y aguas abajo, creándose Caña de Azúcar, La Candelaria, El Progreso, Mata Seca, entre otros. Los incendios forestales fueron más frecuentes, el pie de monte se desforestó y se pobló. Ese día trágico en la montaña llovió intensamente, en 24 horas cayeron casi 300 litros por metro cuadrado (300 mm), el suelo estaba muy húmedo para infiltrar, las raíces poco profundas de la vegetación arbórea cedieron y comenzaron las avalanchas, primero agua en abundancia y luego barro y troncos, la muerte llegó a muchas personas que ese domingo regresaban de pasar vacaciones en la costas de Ocumare y Cata. Como siempre, aparecieron los especialistas a especular sobre la alta probabilidad que existía, para que esta situación se presentara. Entre muertos y desparecidos, la cifra de mil personas parece modesta. La tragedia no dejó ningún plan para el futuro de este municipio.

Desde esa fecha, la quema anual de la vegetación de las caras de la montaña que dan al Limón es algo que se ha tenido como un fenómeno regular. Se estima que los pirómanos hacen de las suyas durante los meses secos. El Limón se llena de humo por todos los costados y los voluntarios "Tragahumo" señalan que más del 95 % de esas quemas son provocadas. Estas quemas evitan que naturalmente ocurra una sucesión vegetal que restaure la zona boscosa. Las vertientes tienen apenas algunos árboles cuidando el flujo de agua, cada año más escasa. Y mientras eso ha sido así, se perdió el miedo, se olvidó el pasado tormentoso de aquella vaguada de 1987 y hoy día la cantidad de riesgo es mayor, porque el área urbana sirve de tapón o represa a la escorrentía y la falta de vegetación arbustiva y arbórea impiden que el agua percole, el suelo se satura más rápidamente y la escorrentía aumenta en un gasto superior a la capacidad de los canales naturales y artificiales.

Desde esta última vez, en septiembre de 2020, cuando se suscitó nuevamente una inundación considerable, estuvimos frente a una amenaza muy grande con resultados benignos en pérdidas humanas, pero desastroso en pérdidas económicas, porque destruyó viviendas y enseres difíciles de recuperar en estos tiempos de una economía lamentablemente estrecha y cercada. La precipitación fue menos de un cuarto a la del año 1987.

Estamos ahora en el momento para ver más lejos que el hoy. Entendemos la emergencia, la solidaridad inimaginable por quienes no conocen este espacio tan particular de nuestra patria. Pero, ahora la solución tiene otros plazos y nuevas acciones, que se proponen en coincidencia con otros amigos y colegas que ven soluciones de plazos mayores:

1/ Es muy importante un nuevo replanteo de la planificación urbana que restituya y mantenga mejor los cauces de agua naturales. Algo parecido a lo aprendido en el deslave de Vargas de 1999. La Alcaldía debe asumir el papel coordinador de los enlaces con el poder nacional a quien compete el tema de infraestructuras y de temas ecológicos ambientales. Se disponen de vuelos y cartografía para estudiar esta parte de la cuenca, de las series históricas de lluvias, y con apoyo de la ingeniería pública o contratada debe presentarse un proyecto a 10 años para acometer esas rectificaciones en drenajes.

2/ Un plan de reforestación es imprescindible, es factible regenerar el bosque con la misma vegetación natural del parque. Hay casos en Venezuela de proyectos de de esta naturaleza, que mejoran la captación de agua y el flujo más ordenado de los excedentes de agua de las cuencas.

3/ El Censo de la cantidad de unidades habitacionales deterioradas y destruidas; así como el mobiliario destruido por los embates de la vaguada son problemas de Estado y deben responder al sistema de alta prioridad de la Gran Misión Vivienda y del programa Tu Casa Bien Equipada. Eso incluye la posibilidad de unas líneas de crédito (blandas) para las familias que perdieron casa y enseres.

4/ La educación ambiental en tiempos de post pandemia y en el marco del caos climático debe ser una prioridad en el Municipio Mario Briceño Iragorry.

5/ No entiendo por qué desapareció el concepto de "Municipio Ecológico", esto hay que repensarlo, revitalizarlo y compartirlo con la comunidad como proyecto de vida sustentable frente a la adversidad ambiental que ha ido generando mayores riesgos y más personas en situación de vulnerabilidad.

6/ En lo inmediato, un proyecto para la suplencia sustentable de agua para el uso familiar en todo el municipio es de alta prioridad y fundamental en tiempo de la pandemia Covid -19.

De manera que se requiere claridad y sentido común, creo que a esta comunidad puede interesarle mucho que los plazos de una planificación sean más para evitar los riesgos de un futuro previsible, por las razones del caos ecológico mundial, más errático en lluvias y sequías.

Mientras, sigamos pensando que vivimos en un paraíso llamado El Limón, a pesar de las contingencias, entre verdes diversos de esas montañas y despertares incomparables, con una sinfónica aviar amenizando el alba con una especie de polifonía que delata tan cerca que estamos del territorio vegetal más importante y bello de esta tierra aragüeña.



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Miguel Mora Alviárez

Profesor Titular Jubilado de la UNESR, Asesor Agrícola, ex-asesor de la UBV. Durante más de 15 años estuvo encargado de la Cátedra de Geopolítica Alimentaria, en la UNESR.

 mmora170@yahoo.com

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