Muchos no saben cuanto daño le hace al proceso revolucionario cuando pensamos que Chávez todo lo hace y los demás lo que hacen le sale mal por mediocridad, flojera, falta de profesionalidad, lo que sea. Esa matriz de opinión de que todo descansa en nuestro presidente. Ciertamente hay mucha incompetencia en muchos funcionarios públicos, pero no es para hacer creer que nada sirve. Esa forma de opinar y pensar influyó fuerte en el no voto dentro del chavismo. En la propuesta de reforma que no se aprobó esperaba que esas estructuras de Alcaldías y Gobernaciones fuesen eliminadas, levantar otros mecanismos más eficaces, participativos, de mayor contraloría social. No hay que olvidar que todas esas estructuras vienen de la cuarta república y hay que echarle bola para modificarlas, no solo eso sino reestructurar la mentalidad de que un cargo público es para mediocres y familiares enchufados en esos sitios públicos.
Cuándo se ha visto aquí alguna academia o carrera para funcionarios públicos, no sé si existen, donde se forme a toda una generación de profesionales de servicio que al atender a la gente lo hagan con amor, devoción, servicio, que sean proactivos, honestos, humildes, accesibles, que no los mareen los cargos ni el dinero. Para que las instituciones públicas funcionen mejor y sean más eficientes, es importante la formación profesional y ética de las personas que allí laboran.
Es un problema de formación personal, de conciencia, de autoestima, de amor por el proceso, pero lamentablemente bastantes revolucionarios no escapan de eso porque la falta de cultura, del concepto verdadero de servicio, de amor por las personas, de respeto, integridad y tantos valores que necesitamos sembrar en nosotros mismos.
Es verdad que molesta que sigamos muchos imitando las viejas costumbres adeco-copeyana de a penas entran a un cargo público se enfoquen en enchufar a sus amigos, compinches, políticos y familiares, y sé de revolucionarios trabajadores y trabajadoras que después e hacer mucho, por cualquier razón los desplazan y votan, cosa que es lo mismo que hacían los demás políticos de oficio.
La intriga, el exacerbado celo profesional y político que tanto daño hace dentro de nuestras instituciones, la falta de moral de altos funcionarios que ayer vivían como usted y yo y después terminan con grandes pintas, carros y casas, los mismo hábitos y mañas, no porque la revolución no sea efectiva sino porque es un problema de formación personal, de personalidad, de enfoque en la vida.
Una sola vez en mi vida trabajé como algo parecido como funcionario público, donde los adecos y copeyanos arremetieron contra mi confundiendo mi trabajo cultural por proselitismo político donde para ese entonces María Cristina Iglesias no renovó mi contrato y quede afuera, pero viendo que fue una jugada política crearon esa mentira porque los que hacíamos el trabajo revolucionario para ese entonces, mucho antes de Chávez, le estábamos haciendo trizas al dominio adeco en la parroquia.
Hoy admiro, respeto y me siento satisfecho por la labor de María Cristina Iglesias en los lugares que le ha tocado servir, jamás la injurié, escribí mal de ella, para nada, gracias a eso, recuerdo que dure meses sin cobrar salario alguno, hasta la suela de mis zapatos se desgastaron por no complacer la línea política Adeca de sacarme del juego, de hecho posterior conseguí un trabajo de conserjería en un edificio de 17 pisos, yo solito limpiando, pero me ayudo a reflexionar, a madurar, cuando volví a ese trabajo parroquial ya era otro, más maduro, consciente, estratégico, pero después que Aristóbulo Isturiz pierde ante el zángano de Ledezma, no volví a trabajar hasta el sol de hoy en cargos públicos porque me dediqué a otras cosas.
Me daba risa en ese tiempo ver a zánganos cobrar sus cheques en la caja de pago, parecían corderitos y muy mansos, pero uno sabía lo que hacían mal, de cómo sus cargos públicos obedecía más a una línea politiquera que a un trabajo sincero y efectivo, eran muy obstruccionistas.
Hoy a 10 ó más años de eso uno ve ciertas conductas o escucha sobre casos similares donde la conducta humana riñe con el socialismo. Cambios personales a fondo que debe haber en muchos de nosotros. Por eso no dejo de ver la Hojilla porque Mario Silva da en el clavo. Sé que a muchos molestan, aunque sí considero que la formación socialista al personal y funcionarios de las instituciones debe ser a fondo.
No hay que ser tan negativista, alguien debe ser el trabajo, Chávez lo hace bien en su rol, pero tampoco podemos esperar de él que haga el del Alcalde o el de la gobernación, todos debemos mejorar en la forma de tratar y atender al publico, de elevar el nivel cultural, la forma de relacionarnos entre los mismos compañeros de trabajo, de auto corregirnos, de buscar formas de transformar desde adentros las instituciones y acabar o aminorar el burocratismo.
En vez de estar inyectando tanto pesimismo acerca del trabajo público deberíamos de aportar hacia los cambios, de presentar propuestas de educación, de comenzar con uno mismo. Pongámonos a pensar qué pensaríamos si mañana nos enchufan en x cargo con buena remuneración, chofer, celulares, privilegios, ¿Renunciaríamos a ello apenas entrando?.
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