¿Perseguidos políticos? ¡Válgame Dios!

La derecha venezolana y los dueños de los medios que la dirigen han
puteado la figura del perseguido político. Aquella calificación que
significaba sacrificio, pero que presentaba a las víctimas como
aguerridos luchadores por los derechos colectivos; como enemigos de
dictaduras oprobiosas; como políticos sin oportunidad de hacer política
en su país y sobre todo como valientes dispuestos a entregar su vida en
la defensa de sus ideales, ha sido, como ya dijimos, puteada por unos
medios que hoy intentan mostrar a vulgares violadores, a asesinos de la
peor calaña y a ladrones de la más baja ralea como perseguidos políticos.

Cuando uno conoce la historia de Martín Luther King, Nelson Mandela,
Patricio Lumumba y tantos otros luchadores; o cuando estudia la historia
reciente y analiza las condiciones en las que lucharon los dirigentes
revolucionarios de la izquierda latinoamericana, no puede sino emitir una
mueca de asco ante el despropósito de los reaccionarios que conforman eso
que llaman oposición venezolana.
Definir como perseguidos políticos a tipejos como Nixon Moreno, Manuel
Rosales, Eduardo Lapi, Lázaro Forero y tantos otros es darle con los pies
a un concepto forjado con la sangre de luchadores honestos y valientes.

¿Quién no sabe en el Zulia, por ejemplo, que Manuel Rosales es un vulgar
ladrón? ¿Quién no sabe que era un pobre diablo muerto de hambre que ahora
tiene una fortuna incalculable? ¿Quién no sabe que a través de Mazuco y
López Sisco dirigía toda una organización mafiosa vinculada al robo de
vehículos, al secuestro y al narcotráfico?
Vergüenza deberían sentir esa manada de pendejos y tontos útiles, que
aparentando desconocer esta realidad, salen a la luz pública a exponer
que semejante maleante es un perseguido político.

Que lo haga Omar Barboza que nació siendo ladrón y por añadidura es socio
de Rosales podría entenderse, pero que imbéciles que ni siquiera han
tenido un cruce de palabras con este último, asuman la posición antes
descrita, es realmente un signo del poco cerebro que hay tanto en la
dirigencia como en la militancia de la oposición.

¿Perseguidos políticos? ¡Válgame Dios! Pretender honrar con esa
definición a delincuentes como los ya mencionados y otros tantos cuyos
nombres no escribimos para evitar las náuseas, es por lo menos un daño
terrible a las luchas de los pueblos oprimidos y a los luchadores que
valientemente han expuesto, exponen y expondrán su vida por ellas.
Si esos malandros son perseguidos políticos habrá que inventar una
expresión para diferenciar a aquellos que hasta ahora han portado con
orgullo y valentía esa calificación.

¿Perseguidos políticos? ¡Vaya que desfachatez! Que rápido se convirtieron
en huidos políticos.
Si como Rosales salieran huyendo todos los perseguidos políticos al
anunciarse una acción judicial en su contra, no habría lucha en el mundo.
Cobardes es lo que son, además de ladrones, asesinos, traficantes o
violadores según el caso.

arellanoa@pdvsa.com


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Alexis Arellano


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