Es mucho lo que debemos aprender y hacerlo parte de nuestra conducta cotidiana. En este país hay muchos que se jactan con decir que están de acuerdo con el proceso de cambios liderizado por el presidente... en especial aquellos que son funcionarios públicos, aquellos que ejercen sus funciones en algún puesto de trabajo de la administración pública. El primer aprendizaje que se debe tener es que aquellos que se llaman funcionarios públicos deberían pensar que son servidores públicos... aunque algunos desean ser servidos por el público. El funcionario público, debe atender al público, evacuar sus trámites e incluso orientarlo en la manera más eficiente de realizar sus trámites.
En muchas ocasiones los trámites se demoran o no son evacuados porque no han sido realizados de la manera adecuada, pero el funcionario que recibe el trámite debe tener esa algo adicional que es el espíritu de colaboración y de servidor público para orientar al público para que organice sus trámites de la manera debida a fin de que no pierda tiempo innecesariamente y que además pueda obtener respuesta oportuna y eficientemente... pero en su lugar con qué frecuencia encontramos a un servidor público que parece un amargado, o cuántas veces vemos a un funcionario que procura que el solicitante de algún servicio se moleste o se canse y desista de su intención de solicitar atención. Es posible que cada persona tenga un conjunto de historias que pudiera referir a estas cuestiones y nunca acabaríamos de enumerarla esas situaciones.
Hay quienes se encierran en una especie de burbuja de cristal que no le permita al pueblo acercárseles o que ellos se le acerquen al pueblo. Si a esto se le suma que algunos se rodean de aduladores o de funcionarios poco efectivos que crean un cerco para evitar que el funcionario se percate del mal funcionamiento de su institución la cosa se pone más grave. Es frecuente encontrarnos con funcionarios que en lugar de agilizar las cosas y las acciones derivadas de su cargo se dificulten pero se lo ocultan al jefe y cuando alguien le hace ver la realidad a su jefe se gana un enemigo gratuito.
Quizás el peor enemigo que tiene la gestión pública es la burocracia o la burocratización que algunos funcionarios públicos establecen para hacerse algo así como imprescindible. Algunos crean un conjunto de frenos y barreras que solo ellos conocen y saben como superarlas como para que no los puedan quitar del cargo, incluso si se desea promoverlos no será posible porque no hay quien los reemplace. Eso trae como consecuencia que se entraben los procesos de la gestión pública...
Quienes siguen y escuchan al presidente deben recordar que el insiste mucho en dos grandes enemigos del proceso de cambios. LA BUROCRATIZACIÓN Y LA CORRUPCIÓN, no se cual de los dos sea peor que el otro, pero si puedo afirmar que ambos son muy dañinos. Y si alguien se dice ser revolucionario o estar de acuerdo con los cambios que se necesitan para construir un mejor país, debe estar claro que debe erradicar de su conducta la burocracia, la corrupción y el entorpecimiento de la gestión pública y dejar de ser funcionario público SER SERVIDOR PÚBLICO.
Hay tres grandes grupos de trabajadores de la administración pública: los que están becados y que cobran tan solo por pertenecer a una organización política que ha alcanzado algo del poder público… los que están en el cargo con cierto malestar y en lugar de trabajar armónicamente se dedican a entorpecer no sólo su labor sino también la de otros y quienes tienen vocación de servicio y desean ayudar y atender al público como desearían ser atendidos ellos mismos.
Es necesario que todos los que ocupan un cargo público consulten con su conciencia a solas acerca de cómo realiza su trabajo, y así como consulta a su Dios para confesarse y pedir su protección, que haga un balance de cuanto aporta para ser u servidor público y lo que es mejor aún DEBE IDENTIFICAR Y HACER LO QUE REQUIERE PARA PRESTAR EL SERVICIO PÚBLICO CON EFICIENCIA.