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Desde mi más tierna infancia percibo que los días tienen diferentes colores y tamaños. Por mucho tiempo pensé que era algo no muy normal; sin embargo, luego supe que se trata de una condición denominada sinestesia, especie de variación inocua de la percepción, la cual se encuentra en una de cada cien personas. Aunque otros afirman que la proporción es menor: un caso por cada dos mil individuos.
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La sinestesia, como concepto de la biología, es la captación de una misma sensación a través de distintos sentidos. Etimológicamente la palabra proviene del griego y se compone de los vocablos (sin-), que significa "junto", y (aísthesis), que quiere decir sensación. Pero desde el punto de vista de la literatura es una figura retórica en la cual se le atribuye a un objeto, carente de los cinco sentidos, una sensación: "días amargos", "minutos dolorosos", etc.
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Una persona sinestésica puede oír colores, ver sonidos y percibir sensaciones gustativas al tocar un objeto con una textura determinada. No es una asociación del objeto con uno de los sentidos, es que la persona lo percibe así, su cerebro actúa de esa manera.
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La sinestesia se establece desde el desarrollo de embrión, cuando pueden cruzarse nervios y centros cerebrales que procesan la información de las sensaciones.
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La sinestesia está asociado al cromosoma X, por eso puede haber en una familia varios miembros sinestésicos: todo viene a través de la madre
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Algunas formas de sinestesia: el año tiene forma elíptica, en cuya órbita se ubican los meses. Los días tienen colores y tamaños diferentes, algunos números, meses, personas, canciones, sabores, palabras, lugares y emociones también tienen colores.
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Una sensación del gusto puede evocar tiempos y sitios remotos. Eso se denomina "fenómeno de la magdalena de Proust", llamado así por el famoso novelista francés (1871-1922), autor de "En busca del tiempo perdido".
Uno de los personajes de la primera de las siete novelas de Proust, "Por el camino de Swan", está triste y moja una magdalena o galleta en té, e inmediatamente se traslada mentalmente a Combray, un pueblito de Francia donde pasaba sus vacaciones en su infancia. Después de Proust, muchos escritores, científicos y alguna gente común tuvo en cuenta el fenómeno de la asociación de ciertas manifestaciones de los sentidos con el pasado. Los primeros para usarlo en sus descripciones y jugar con los flujos de la conciencia, los segundo para investigar cómo y por qué de la aparición de esas asociaciones en el cerebro; y los últimos porque entendieron que esas cosas también pasaban con ellos y supieron que de alguna manera eran sinestésicos.
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¿Es usted sinestésico?