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En un momento de la crisis humanitaria compleja por la que atraviesa Venezuela, ante la dificultad para obtener los alimentos más básicos y la problemática para acceder al agua potable, las líneas se cruzaron y aparecieron en las consultas médicas algunas personas preocupadas por el cambio de la coloración de su piel. En ciertos casos se detectó hepatitis A; y en otros, la precisión diagnóstica fue más benigna: se trataba de una simple carotenemia o carotenodermia (exceso de caroteno con sólo consecuencias estéticas)
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El pigmento caroteno (un antioxidante) es de color amarillo o anaranjado y está contenido en ciertos alimentos del reino vegetal (los animales no lo producen, pero lo necesitan) a partir de los cuales se procesa la vitamina A.
Caroteno viene de latín "carota" (zanahoria), que lo contiene en grandes proporciones; también se encuentra en la batata, en la auyama, etc.
La vitamina A es liposoluble, y es por eso que la grasa (la nuestra y la de los animales) es amarillenta. La mantequilla también. Las hojas se ponen amarillas por el caroteno; los flamencos son anaranjados porque comen camarones que a su vez comen algas que contienen carotenos.
La grasa de los niños y de los animales jóvenes es blanca porque aún no han acumulado suficiente caroteno.
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Observé dos casos de carotenodermia en gente proveniente del campo: desayunaban con auyama, merendaban con auyama, almorzaban con auyama y cenaban con auyama.
Estaban amarillos por todas partes (sobre todo las plantas de las manos), pero no en los ojos; y eso hace la diferencia con la ictericia (amarillo en griego), la cual refleja un trastorno hepático; y que la gente en su aféresis (tiricia) la asocia con la flojera, uno de los posibles síntomas de la hepatitis, por ejemplo.
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El tratamiento de la carotenodermia consiste en dejar de comer el alimento que la produce.
Uno de los pacientes me preguntó:
-¿Puedo comer yuca?
-Sí, le dije, y agregué:- pero no confunda la dulce con la amarga. Porque hay muy malas noticias rodando por allí. Tenga en cuenta que la ingesta exagerada de la auyama conlleva sólo a cambios dermatológicos reversibles, pero el de la yuca amarga, incluso con una sola ración , puede causar rigidez cadavérica sin segundas oportunidades.
Y para que no quedaran dudas le expliqué en lenguaje castizo, popular y hasta vulgar: la auyama nos pone amarillos, y nada más; pero la yuca amarga nos puede poner tiesos.