La propiedad intelectual y las empresas gringas

A quién le duele el nuevo artículo 98

Primero que nada, celebro que se haya incluido el artículo 98 en el texto de la reforma constitucional. Eso hará posible la aprobación de una ley que facilite el acceso de todas las personas a todas las creaciones culturales y reconozca, pero de verdad, el derecho moral y material de autores autoras y artistas. La Constitución es el marco, la línea general que rige la creación o adaptación de las leyes. Por lo tanto, es una ley especial la que debe detallar las normas, artículo por artículo.

Hasta donde conozco el texto del artículo 98 propuesto a la Asamblea Nacional , no se eliminan los derechos económicos de los autores y las autoras. Al contrario, se apuntalan. Y es que actualmente las empresas se adueñan de estos derechos, cuando les da la gana no divulgan las obras, y como los autores y artistas pierden su derecho, ni siquiera ellos pueden publicar, representar, divulgar su trabajo. El derecho es usurpado por las empresas, a cambio de cantidades insignificantes, y a veces a cambio de nada.

Lo que se propone es que se regule por ley los derechos de los creadores para que nunca los pierdan. Que quien quiera comerciar con sus obras les dé licencias a las empresas, pero por tiempo limitado, de manera que si le va bien la renueve y si no, al vencimiento, pueda negociar con otro.

Lo que duele a las empresas (sobre todo gringas), que pagan a sus medios para que digan esa sarta de tonterías que se ha dicho en estos días, es que ya no podrán ser titulares de los derechos de autor.

Saben los jefes de estas corporaciones que se está trabajando en una ley socialista sobre este asunto, para que sólo las personas naturales que crean las obras puedan ser titulares de los derechos, tengan plena decisión sobre ellas y, cuando otro quiera usarlas para fines comerciales, tenga que pagarle a los artistas y creadores.

Por otra parte, las entidades de gestión colectiva son personas jurídicas privadas. No debe continuar ocurriendo que estos intermediarios cobren las regalías y decidan cuánto le van a dar a los artistas, autores y compositores, si es que les dan algo, porque mientras ellos viven como oligarcas, los artistas tienen que afrontar muchas dificultades económicas. Y finalmente, estas entidades tienen como sus clientes a las grandes transnacionales del disco, las editoriales extranjeras, a los bebitos de pecho de Motion Picture, que es el Fedecámaras de Hollywood, a RCTV, a Globovisión y otros bichitos. Eso de que defienden a los autores y compositores, a los artistas venezolanos, es un pote de humo para ocultar los verdaderos intereses que los mueven.

SACVEN es la CTV de los artistas. Es posible que uno u otro haya podido cobrar lo suyo por allí, pero las quejas son numerosas, así como las infracciones cometidas por esa entidad de gestión que, cabe aclararlo, es una agrupación privada y asume funciones de registro que no le corresponden, sino al SAPI.

La reforma del artículo 98 de la Constitución duele, pues, a los oligarcas de las empresas transnacionales que ya no podrán cobrar por los derechos de otros, sino que tendrán que pagarles a los artistas, a los autores y autoras y a quienes crean software, que son quienes realmente se lo merecen.



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Andrea Coa


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