Quien quiera oír...

“Marx era capaz de sentir la proximidad de la revolución y elevar al proletariado hasta la conciencia de sus tareas revolucionarias progresivas en la época más pacífica, que podría parecer, según expresión suya, "idílica" o "desconsoladoramente estancada" (según la redacción de Neue Zeit). En cambio, nuestros intelectuales rusos, que simplifican a Marx de modo filisteo, ¡aconsejan al proletariado, en la época de mayor auge de la revolución, que realice una política pasiva, que se deje llevar sumiso "por la corriente", que apoye tímidamente a los elementos más vacilantes del partido liberal en moda!”

V. I. Lenin .Prefacio a la traducción rusa de las Cartas de C. Marx a L. Kugelmann. Pág. 218

En el artículo de Fabián Pena, publicado en http://www.aporrea.org/tecno/a48008.html, indica de manera precisa que “Si bien el caso del maletín es parte de la arremetida del imperio en su política hegemónica dirigida a disciplinar al gobierno de Argentina por su relación con Venezuela, es también una cortina de humo que oculta uno de los principales instrumentos con los que los Estados Unidos defienden sus intereses económicos y condicionan a las débiles estructuras de los Estados: la propiedad intelectual. 

Comenzando por discurrir todas las cortines y pote de humo que el imperio somete al mundo entero, comienza por la liberalización del comercio y el desarrollo orientado a la exportación, políticas y principios arrasadores impulsados por la Organización Mundial de Comercio, que está creando los más adversos impactos en la vida de los pueblos Latino Americano. La mayoría de los Acuerdos de la OMC, lidarizado por el imperio Norteamericano, socava el derecho inherente de nuestros pueblos de la gran Patria de Bolívar a la autodeterminación, nuestra soberanía y otros tratados y acuerdos constructivos que las naciones y pueblos han acordado entre Estados de nuestra América.

El desproporcionado impacto de estos acuerdos logrados en la OMC sobre nuestras comunidades, sea por degradación ambiental o por la militarización y la violencia que acompaña con frecuencia los proyectos de desarrollo, tiene que ser encarados inmediatamente como el caso de las semillas transgénicas cultivadas en Brasil. (http://www.aporrea.org/imprime/a5096.html).

El Acuerdo de Agricultura de la OMC, que promueve competencia en la exportación y una liberalización de las importaciones, permite la entrada de productos agrícolas ajenos a nuestras comunidades y está ocasionando la destrucción de las prácticas agrícolas sustentables, de la racionalidad ecológica propias de nuestros pueblos e identidad y por nuestra propia seguridad. La seguridad alimentaría y la producción de cultivos tradicionales para el autoconsumo está seriamente amenazada.

Contra la aprobación de la reforma, también se opone a que se prohíba el monopolio y el latifundio lo cual hace que la producción agrícola en pequeña escala desaparezca y permita dar paso a las plantaciones de cultivos comerciales que concentran las tierras ancestrales en manos de algunas pocos terratenientes y corporaciones agrícolas. Esto conduce a la dislocación de grupos de personas de nuestras comunidades, que tienen que migrar a las ciudades vecinas convirtiéndose en gente sin hogar y sin trabajo.

La apropiación de nuestras tierras y recursos, y la agresiva promoción de la individualista cultura al consumismo que el imperio orienta, destruyen nuestro modo social de vida y culturas tradicionales. No es sólo la degradación ambiental que impone la mecánica capitalista sino la insalubridad, la alienación, la enajenación y los altos niveles de angustia se manifiesta en la alta proporción de alcoholismo y suicidios en nuestros pueblos y otros pueblos en el mundo.

El robo y la patente de nuestros recursos biogenéticos se ven facilitados por los Acuerdos sobre Derechos de Propiedad Intelectual Relacionados al Comercio (ADPIC) promovidos por la OMC. Algunas de las plantas descubiertas, cultivadas y usadas por los pueblos indígenas para alimentación, medicina y rituales sagrados están ya patentadas en Estados Unidos, Japón y Europa. Algunos ejemplos son la ayahuasca, la quina y la sangre de drago, provenientes de los bosques de Sudamérica; la kava en el Pacífico; la cúrcuma y el melón amargo de Asia. Nuestro acceso y control sobre nuestra diversidad biológica, el control de nuestro saber tradicional y herencia intelectual están amenazados por estos Acuerdos.

En torno a los Acuerdos sobre Propiedad Intelectual, el artículo 27.3b de los ADPIC debe ser contrarrestado por nuestra Ley de Propiedad Industrial en el cual de manera expresa tiene que prohibir categóricamente la patente de formas de vida. Debe prohibir con claridad que no se patenten micro organismos, plantas, animales, incluidas todas sus partes, llámense genes, secuencias genéticas, células, cadenas de células, proteínas o semillas. De igual forma no se patenten procesos naturales, sean biológicos o microbiológicos, que involucren el uso de plantas, animales o micro organismos y sus partes en la producción de variaciones de plantas y animales.

Nuestra Ley de Propiedad Industrial debe garantizar la exploración y desarrollo de formas alternativas de derechos, fuera del régimen imperial dominante de derechos de propiedad intelectual. Tales alternativas deben garantizar el saber, las innovaciones, las prácticas agrícolas que cuidado la salud del campesino, de conservación, biodiversidad y apuntalar los métodos indígenas. La Ley de Propiedad Industrial debe indicar el camino para el resguardo y garantía del saber tradicional, la herencia y los recursos biológicos dentro de nuestra soberanía y para el disfrute de las generaciones por venir.

Se tiene que garantizar la protección del saber, prácticas e innovaciones indígena y tradicionales consistente con la Convención de Diversidad Biológica (artículos 8j, 10c, 17.2 y 18.4) y con la Propuesta Internacional sobre Recursos Genéticos Vegetales sin que esto implique convertirla en patrimonio de la humanidad permitiéndose reconocer el derecho de los pueblos indígenas y campesinos tradicionales a que continúen sus prácticas ancestrales para resguardar, compartir o intercambiar semillas para el cultivo, la cosecha y el uso de plantas medicinales

Tiene dejarse de manera expresa y clara, en nuestra ley de Propiedad Industrial que se prohíba a los investigadores y los centros de investigaciones científicas la apropiación por patente de semillas indígenas, plantas medicinales y de todo el saber relacionado con estas formas de vida y respetarse los principios de consentimiento basado en información previa y el derecho de veto que lo ejerzan los pueblos indígenas y tradicionales de Venezuela.

Finalmente, la liberalización de las inversiones y de los sectores de servicios, impulsada por el Acuerdo General de Servicios refuerza la dominación y el control monopólico (http://www.puebloindio.org/Seattle_decl99.htm) que mantienen las corporaciones extranjeras sobre partes estratégicas de la economía. El Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional imponen condicionantes de liberalización, desregulación y privatización a los países que han caído en las trampas de la deuda externa. La OMC refuerza aún más estas condicionantes.

¡¡¡Hasta la Victoria Siempre!!!

            Patria o Muerte. VENCEREMOS

f.oscar.f@gmail.com



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Oscar Flores

Dirigente de los Círculos Bolivarianos, comunicador alternativo, Director del periódico La Voz del Valle

 lavozdelvalle2@yahoo.es

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