Medios de Producción y Expresiones Culturales

El aspecto económico fundamental que caracteriza al socialismo es el hecho de que quienes producen sean dueños de los medios de producción, lo cual garantiza que, en vez de ser explotados, puedan producir libremente para toda la colectividad, al tiempo que garantizan tener una vida razonablemente próspera.

Este hecho vale para toda la gente que trabaja en la cultura, como en otros aspectos de la vida; desde quien da forma a la piedra y otros materiales, que tal vez necesite un taller dotado con lo necesario para hacer esculturas, los músicos que necesitan un salón adecuado, instrumentos, etc., escritores que necesitan equipos e imprenta, pintores, actores y actrices que precisan salones y otros recursos, arquitectos y arquitectas que tal vez podrían ofrecer en un salón las propuestas de edificaciones con fines sociales, etc.

Más allá de la discusión ideológica en boga, en la cual se dice y se cuestiona, más allá de las críticas, están las propuestas de soluciones, y es allí donde quienes cultivan cualesquiera expresiones culturales deben aportar. Nadie más que ellos para saber qué se necesita, qué sobra.

En cuanto a los vericuetos burocráticos que impiden el avance en todos los sentidos, y que pueden ser aludidos como excusa para no organizarnos, para no plantear soluciones, no hay fortaleza inexpugnable. Hoy día, cuando se ha iniciado la profundización del proceso revolucionario, cuando se cuestiona todo lo cuestionable y hasta lo incuestionable, es el momento para ofrecer ideas y buscar la manera de ponerlas en práctica.

Construir el socialismo con las armas melladas del capitalismo es continuar dependiendo de los recursos de las empresas privadas, cuando los quieran aportar a cambio de la explotación, mendigando, haciendo malabarismos para poder expresarnos, y vivir de otras cosas cuando lo que se desea fervientemente es servir al mundo a través de una expresión cultural, a sabiendas de que cuando se hace lo que más se anhela el resultado final es siempre mejor.

Pronto tendremos una Ley Orgánica de Cultura, tenemos que participar en su discusión pública con el parlamentarismo de calle, y los derechos culturales tienen que ser afianzados, junto con las obligaciones que como ciudadanas y ciudadanos tenemos. Hay que derribar un sistema que nos mantiene como consumidores de culturas mercantiles extranjeras, que oprime no sólo el intelecto sino a veces el alma, y parte de ese sistema se conoce como propiedad intelectual.

Pero para derribar todo eso necesitamos dar un paso al frente, no quedarnos sentados criticando a los que hacen, sino hacer a nuestra vez, entendiendo que las contradicciones en el seno del pueblo se resuelven con la conversación, y si actuamos todas y todos seguramente el éxito del proceso revolucionario, en el área que nos corresponde, tiene muchísimas más posibilidades de lograrse.

Hay que abrir los ojos a nuestros propios errores teóricos y prácticos que son los que podemos corregir con toda seguridad, y negarnos a participar en lo que nuestros principios rechacen, pero no basta negar, hay que proponer, que cuando la propuesta es buena siempre es respaldada por quienes quieren el bien común.

La Revolución, o es cultural o no es Revolución.


andrea.coa@gmail.com


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Andrea Coa


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