De acuerdo al diccionario de la Real Academia Española, patente “~ de invención. (es un) 1. f. Documento en que oficialmente se le reconoce a alguien una invención y los derechos que de ella se derivan.” En la página www.asimet.com definen la patente así: “Es el privilegio que concede el Estado a quien tenga derechos sobre un invento para que este tenga un derecho de dominio exclusivo y excluyente para usar y comercializar el invento.”
En tanto que transferencia es “1. f. Acción y efecto de transferir”, y tecnología es “1. f. Conjunto de teorías y de técnicas que permiten el aprovechamiento práctico del conocimiento científico.”.
Puede definirse, entonces, transferencia de tecnología como la “acción y efecto de transferir un conjunto de teorías y de técnicas que permiten el aprovechamiento práctico del conocimiento científico”.
Respaldándonos en tamaña autoridad, podemos rebatir la idea de que “La patente significa una forma de transferencia de tecnología” que quieren hacernos creer.
Todo lo contrario, la patente otorga a su titular el derecho de producir de manera exclusiva un bien y, si bien se supone que debería entregarse al gobierno que otorgó la patente, la tecnología para la elaboración de ese bien, el uso de la misma está vedado para toda persona que no esa el titular de la patente, por los quince años que dure ésta. Es decir, te dicen cómo se hace (muchas veces con informaciones incompletas que impiden su utilización), pero no puedes usarlas.
Una ilustre experta venezolana se pregunta: “¿Es ventajoso o nó el sistema de patentes para un país en vías de desarrollo?”.
Y ella misma se responde: “La patente significa una forma de transferencia de tecnología, que puede ser calificada como un hecho positivo, si no choca con una práctica industrial importante para el país y que sea idónea para adaptarse a las necesidades directas del ambiente en el cual va a operar.” Nos preguntamos cuáles serían esas prácticas industriales, y ella más adelante nos dice que...
“- La tecnología puede ser positiva, en los casos en que:
.- No atente contra un modelo económico ya establecido; “
Y ya vamos entendiendo cuál es el espíritu del sistema de patentes actual, estrictamente indicado para una economía neoliberal global.
La experta propone el uso de una puerta lateral para servirse de tecnología “no secreta” de países desarrollados, en la convicción de que los países “en desarrollo” no producimos tecnología sino que la compramos. Corresponde a las autoridades venezolanas en propiedad intelectual, una vez aprobada la nueva ley, establecer las metas y las vías para obtener tecnología.
Por ahora, el gobierno bolivariano, sin esperar las basuras que dejan ver los imperios, está obteniendo tecnología que funciona, legal y abiertamente, por medio de los convenios que realiza con países amigos, que cumplen la condición de enseñarnos a hacer lo que nos están vendiendo y eso incluye desde un teléfono celular hasta un satélite de comunicaciones.
Eso es lo bueno de tener amigos como los rusos y los chinos, que no mezquinan los conocimientos; no como el imperialismo liderizado por Estados Unidos, que nos pone contra la pared incluso para obtener repuestos y servicios de bienes que nos han vendido, aunque haya cláusulas en los contratos que nos garanticen esos repuestos y servicios, a menos que sometamos nuestra soberanía a sus mandatos e intereses. Como ocurre con los F-16.
El sistema de propiedad intelectual obedece al sistema que lo creó, y su objetivo principal es mantener y perpetuar los intereses mercantiles de las grandes corporaciones capitalistas. Muy atrás quedó el llamado inventor independiente, que desde los tiempos de Nicolás Tesla han tenido que trabajar para las empresas, porque para materializar las invenciones, incluso para construir un prototipo, se necesita dinero, bastante dinero.
El Estado revolucionario hará bien en tomar el consejo de proteger a nuestros científicos e impedir la fuga de cerebros, garantizando a quienes se han formado, sobre todo en las universidades públicas, la posibilidad de perfeccionar su formación y ejercerla con altura, produciendo tecnología para resolver los más importantes problemas nuestros y de toda la humanidad. Tenemos los recursos materiales y los talentos.
Financiar las investigaciones de nuestros genios, es de importancia estratégica para convertirnos en una potencia económica y tecnológica. Ya tenemos organismos como el IVIC, las universidades públicas, el INIA y otros organismos del Estado, por medio de los cuales pueden promoverse las invenciones, conservando para el Estado las patentes de estos conocimientos. Así, en vez de ser seducidos por otros países y por las empresas capitalistas, nuestros científicos desarrollarán conocimientos que podrán usarse con fines sociales.
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