Las mafias farmacéuticas y la OMS

En el artículo anterior habíamos ofrecido un comentario acerca de parte de la información que la monja benedictina Teresa Forcades había dejado sin incluir por parecer demasiado increíble. Se trata del relato de un accidente ocurrido en un tren que atraviesa varios países europeos, el 27 de abril de 2009, apenas 10 días después de la publicidad inicial del virus “porcino” en México.

De acuerdo con la noticia aparecida en periódicos suizos, en el tren subió un caballero, empleado de un laboratorio de Ginebra, portando un maletín, como si nada, sin ningún tipo de anuncio ni medida de seguridad, como cualquier agente viajante. Luego de transcurridas algunas horas, el maletín explota y cuando se le pregunta al ciudadano qué contenía, éste dice que virus de gripe. Inmediatamente la seguridad del ferrocarril cierra el vagón (con 61 personas) y lo aísla, en previsión de cualquier contagio. Los pasajeros pasan seis horas sin saber nada, hasta que llega un empleado con la orden de dejar ir a todos sin ninguna medida, porque “no ha pasado nada”. La religiosa benedictina comentó al respecto: “Hay que considerar que para declarar una pandemia se necesitaba otro foco”

Estas sesenta personas se retiran a sus residencias. Nadie sabe quiénes son, no hay registros, no existen evidencia de dónde están. Ni tampoco se sabe quién dio la orden de mandarlos a su casa sin hacerles ningún examen, algo que determine que, efectivamente, están libres de contagio.

Explica la religiosa que los virus suelen transportarse refrigerados con nitrógeno líquido, altamente sensible a los cambios de temperatura, con muchas medidas de seguridad y con las indicaciones debidas a la carga de alto riesgo que se transporta. Lo que resulta altamente sospechoso es el hecho de que se llevara en un tren con mucha gente, sabiendo el riesgo de explosión, y que después no se tomara ninguna medida.

Este asunto no parece, como dice Teresa Forcades, ciencia ficción, sino asunto de las películas de terror o de mafiosos, pero por desgracia estamos presenciando una terrorífica realidad.

Grandes laboratorios dirigidos por gente que no aprecia para nada la vida de la humanidad, con intereses netamente financieros, provocan focos de infección en diferentes países del mundo, preferiblemente unos que tengan mucho tránsito internacional, con el fin de que se produzcan contagios en diversos y distantes países, luego se cambia los parámetros de la OMS para declarar pandemia y, ¡ta-taaan! El gran negocio.

Si usted entra en la página web de la Organización Mundial de la Salud, puede observar que los criterios para declarar pandemia no tienen nada que ver con la gravedad ni con la mortalidad de la enfermedad, sino simplemente con el contagio de la misma, así que, una vez abortado el plan de producir una pandemia altamente mortífera por medio de las vacunas infectadas que vendieron a República Checa, era indispensable tener un proceso “light” para declarar pandemia porque si no, todo ese dinero invertido en publicidad, laboratorios, comprar conciencias, etc. Estaría perdido.

Lo que llama la atención es la actitud de la OMS. ¿Cuál es su papel? ¿De verdad verdad se ocupa de la salud a nivel global, o es apenas un instrumento para que las grandes corporaciones farmacéuticas puedan realizar negocios en todo el planeta a costa de la salud y la tranquilidad de la humanidad?
¿Y quién controla la OMS? ¿Quién decide cuál es el procedimiento para declarar una pandemia?

Y vamos más lejos: ¿Quién financia la OMS?

Esta es una pregunta que requiere de una respuesta más larga, que dejaremos para otra ocasión.


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Andrea Coa


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