Los dos colosos de la web tienen un enfrentamiento aparente, y los disparos virtuales van de un lado a otro. Es una versión imperial de la antigua lucha entre lo viejo y lo nuevo, que asumió Google con su acostumbrada visión de los negocios globales.
Mientras Google opta por el “software” libre y por los códigos abiertos, Microsoft busca privatizar los programas de computación que fueron creados libremente por programadores libres.
Dentro de su visión de empresa transnacional virtual, la posición de Google tiene mayores posibilidades de triunfar. El gigante de la Internet tiene oficiales y soldados de primera: Bajo las órdenes de los Generales Eficiencia y Rentabilidad, tiene a los oficiales Código Abierto, Acceso Mundial, Tecnología de Punta, Publicidad Ilimitada, Multilingüidad, quienes, luego de penetrar profundamente (con sus invencibles buscadores) en los mercados de todo el planeta, buscan tomar todos los resquicios de “el mercado” que el mismísimo Bill Gates quiere para sí.
A Google le conviene que la gente lea, que tenga todos los libros del mundo a su disposición, que vea y se pase videos; ese no es su negocio, sino la posibilidad de que, cuando estemos leyendo un texto de nuestra preferencia, podamos ver sus omnipresentes anuncios. Sólo un clic. No piden más.
Microsoft, al contrario, tiene la reaccionaria posición de privatizarlo todo. Se atrevió a patentar el sudo, que es como profanar un templo de la libertad, usando el viejo argumento de añadirle unos muñequitos para alegar innovación, a lo cual accedió de manera complaciente la oficina de patentes gringa.
El Gran Hermano Windows no quiere perder privilegios sino, más bien, acumular más, y no va a parar hasta tenerlo todo para Bill, para aumentar su gran fortuna que, aunque viviera cien años más y dedicara cada día de su existencia a gastar sus riquezas, no tendría tiempo de acabarla. Es una de las contradicciones intrínsecas de la avaricia: Las víctimas terminan siendo esclavas de su propia ambición y, en vez de usar el dinero para vivir bien, viven para acumular el dinero, en busca de un poder tan artificial como el paraíso ficticio que construyen para vivir y olvidarse de que han perdido el Alma. Y para eso no tienen el menor escrúpulo de apoyar o financiar gobiernos asesinos, dictaduras que no permitan que se desarrolle un fermento popular suficiente para modificar el status quo.
Pero la libertad, la apertura, la fuerza indetenible del progreso de las tecnologías de la información han determinado otro rumbo para las cosas, y la vía principal de la gran autopista virtual de la información se dirige, aunque con sus ondulaciones y sus piedras en el camino, rumbo a la Libertad, tal como lo pronosticara el gran guru del Software libre: Richard Stallman. Eso lo han entendido los dueños de Google, y en vez de luchar contra la corriente, navegan a favor de ella, convirtiendo la libertad en una oportunidad de negocios.
En el año 2010 el planeta Tierra va a vivir transformaciones extraordinarias, sucesos inesperados, y vivirá la consolidación de procesos que ya están hechos; pero lo determinante será la lucha encarnizada entre los pueblos que quieren vivir en paz y con dignidad, y los emporios transnacionales y sus dueños, que quieren seguir parasitando el mundo para hinchar las panzas de sus abultadísimas cuentas bancarias.
Esperamos que Venezuela, con una profundización de la transformación revolucionaria que sea ejemplar y avance indeteniblemente, consolidando los avances en tecnologías de la información y creando los instrumentos legales que faltan, pueda constituirse en una base confiable para la revolución mundial, un puerto seguro para las revolucionarias y los revolucionarios, un lugar bueno para vivir y crear.
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