Entre los muchos indicadores que han permitido el avance del Índice de Desarrollo Humano en Venezuela se encuentra el acceso y uso de las tecnologías de información y comunicación, las cuales por múltiples razones, todas articuladas con la progresión de los derechos sociales y de un Estado más justo y democrático, han estado cada más cerca de todas y todos. Pero debemos distinguir muy bien entre el mero acceso a las tecnologías y el uso orientado hacia el desarrollo social, ya que sólo lo primero significaría caer en su fetichización.
Un buen ejemplo de esta diferencia está en el uso de las redes sociales soportadas en internet, como Facebook o Twitter por citar dos de las más populares. De su uso como fuente de esparcimiento y contacto amistoso, se ha pasado a su uso como herramienta de organización social y de intervención en materia política. Ahora bien, en ello por si mismo no representa un problema, pero si el que un sector se crea con la autoridad de reclamar para si el uso exclusivo de las herramientas tecnológicas.
Con las recientes referencias del Presidente Chávez sobre la necesidad de ocupar también los espacios virtuales para profundizar en la construcción de un modelo contrahegemónico, han surgido críticas como que el uso de las tecnologías de primera línea es potestad de las élites económicas, académicas o mediáticas, lo que deja ver cómo el clasismo y la exclusión siguen estando a la orden del día y demuestran que aun falta mucho por hacer para que todos comprendan que el país ha cambiado y que a todos corresponde constitucionalmente la práctica de la democracia protagónica.
Pero hemos dado importantes pasos. Gracias a la elevación de la conciencia de los venezolanos, damos una respuesta contundente a este discurso excluyente, que busca al más puro estilo goebbeliano usar las plataformas tecnológicas para repetir incesantemente mentiras, exageraciones y en general discursos cónsonos a sus oscuras intenciones. Ante esto, promovamos la circulación de la verdad, desmontemos los discursos desestabilizadores y ejerzamos un uso propositivo de las tecnologías de la información y comunicación. Cierto es que ellas son meras herramientas y no tienen banderas políticas, pero también lo es que se deben a la promoción del progreso humano y la inclusión social y no del oscurantismo o el sostenimiento de élites. Por eso, con el Twitter, SI NOS METEMOS.
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