Los transgénicos

La semilla de Frankestein

Todo el mundo conoce el argumento de Frankestein: Un científico loco que creó su propio homúnculo, su especie de zombie. Su nombre de ilustra lo que está ocurriendo en la actualidad en el planeta Tierra y que, aunque no sea legal en Venezuela, nos toca de manera indirecta por esa necesidad que tenemos todavía de importar cosas fundamentales para la vida, como los alimentos.

Frankestein hizo su monstruo con partes de diferentes cadáveres y el resultado, pese a la inocencia del homúnculo en sí, fue desastroso. Ese personaje de ficción fue un precursor literario y cinematográfico de la ingeniería genética, que es a donde queremos llegar.

Hace un tiempo hubo denuncias de que Mac Donalds y una pollera transnacional estarían utilizando la carne de espantosas criaturas sin huesos, y con primitivos sistemas de asimilación y excreción, productos de la ingeniería genética, para aumentar sus ganancias. Algunas personas se interrogaban acerca de las consecuencias para la salud de quienes ingirieran tales productos.

El acto de sembrar, cosechar y comer es tan antiguo como la humanidad, y mediante él, conociendo y siguiendo las leyes de la naturaleza, se puede predecir todo sobre las cosechas, y si no fuera por los montones de pesticidas introducidos por la producción en masa con fines capitalistas, sería lo más sano del mundo. Cualquier persona que reuniera las condiciones mínimas podía ser agricultor, y los pequeños granjeros o los medianos cultivadores podían vivir de su trabajo, alimentando a la gente, sin depender grandemente de nadie. Era demasiado bueno para durar, entendiendo que estamos en una sociedad fuertemente castigada por el capitalismo global.

Debido al interés de ciertas empresas transnacionales, las cuales, empeñadas en obtener el máximo de “ganancias” para sus propietarios, han creado las semillas transgénicas, algo así como el agua saborizada, o el arroz que y que sabe a sopa, productos que contienen cualquier pequeña modificación, con el objetivo principal de patentar las semillas, acabar con la pequeña y mediana agricultura y concentrar todo “el mercado” a favor de las empresas transnacionales de agricultura y agroindustria.

Al intervenir genéticamente las semillas, éstas pueden producir algunos efectos secundarios en las víctimas que las ingieran, cuyas consecuencias son impredecibles, pero a quienes impulsan ese comercio letal no les importa la vida de la gente, sino exclusivamente sus cuentas bancarias.

Pero el efecto mayor que tienen las semillas transgénicas, sobre todo las llamadas “suicidas”, que nacen una sola vez y sus hijos no reproducen, es hacer que los agricultores no puedan cosecharlas por sí mismos, sino que dependan exclusivamente de la transnacional (la mayor de todas es Monsanto) para comprar en cada temporada de siembra.

Las semillas intervenidas podrían contaminar los campos de quienes siembran alimentos naturales, y las empresas, al enterarse ¡pueden demandar a los campesinos por piratear su patente! Es evidente que toda esa parafernalia de ingeniería genética, más que para aumentar la productividad y otras argucias, sirve para eliminar a los pequeños y medianos agricultores, primero, y someter a los grandes a la dependencia de transnacionales cuyo único objetivo es acumular más y más riquezas.
Las semillas transgénicas, como criaturas de Frankestein, tienen consecuencias impredecibles y son responsables, por ahora, del aumento de morbilidad por alergias en todos los países en donde se utilizan.

En Venezuela, nosotros no estamos a salvo de esa plaga, porque importamos alimentos de países donde se utilizan, cotidianamente, las semillas adulteradas. La harina “pan”, por ejemplo, cuando es elaborada con maíz blanco proveniente de Estados Unidos, puede ocasionar erupciones de la piel, cuya víctima ni siquiera puede pensar que son producidas por algo tan sano y cotidiano como la arepa. Igual ocurre con los aceites de soja, y otros productos importados, que el gobierno debe ver con ojo de garza para que no nos metan gato por liebre.


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Andrea Coa


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