No encuentro otra manera de iniciar este escrito que expresando la decepción que siento luego de recibir la información de una entrevista realizada recientemente al Director del Servicio Autónomo de Identificación, Migración y Extranjería (SAIME), Dante Rivas, publicada por El Nacional el pasado domingo 28 de febrero, acerca del nuevo sistema de identificación nacional.
Dante Rivas es un funcionario al que le tengo respeto porque desde su llegada a este organismo, cuando aún se llamaba ONIDEX, comenzó a atacar a gestores y mafias dentro de la institución que iban en detrimento del servicio. Sin embargo, sus declaraciones ante quien le entrevistaba no me generan más que lástima y decepción por el menosprecio a la capacidad y potencial que existe en nuestro país en el área del desarrollo de sistemas y aplicaciones informáticas.
En esta entrevista -que por desgracia no conseguí en formato electrónico para su inmediata consulta- explica a qué países se ha acudido para el establecimiento de la nueva plataforma tecnológica, entre ellos: Alemania para las impresoras, Francia para la identificación de huellas, y Cuba para asesoría en la elaboración del software que integra las tecnologías. Es sobre este punto que voy a enfocar mis palabras, como estudiante de la Escuela de Computación en la Facultad de Ciencias de la Universidad Central de Venezuela y como estudiante venezolano.
Ante todo quiero aclarar -para quien pueda interpretar lo contrario- que mi propósito no es criticar los acuerdos de cooperación de nuestro país con cualquier otra nación, considero que la cooperación internacional es importante en cualquier ámbito, muy especialmente entre países latinoamericanos, países hermanos con los que compartimos entre otras cosas historia, costumbres y realidades.
Bien, a lo que nos trae a este artículo...
La justificación que se daba acerca de la labor de desarrollo de este sistema por parte de personal cubano en lugar de personal venezolano, formado y capacitado en nuestras universidades, era que "no teníamos experiencia suficiente para elaborar un software que integrara esas tecnologías. Mientras que en Cuba existe la Universidad de Ciencias Informáticas, en Venezuela no tenemos una casa de estudios especializada en esa área."
Si bien una universidad no tiene por qué ser evaluada por sus años de existencia como indicador de calidad, frente a 8 años de su creación y tres promociones de egresados de la UCI, en Venezuela contamos con universidades cuyas escuelas o centros de investigación en el área de la informática y la computación acumulan varias décadas de trabajo con reconocidos logros y proyectos. Escuelas y centros de investigación con profesoras y profesores que en muchos casos han dedicado sus años de trabajo e investigación a empresas e instituciones del Estado, antes y durante la Revolución.
La opinión que tenga cada quien que lea este artículo respecto a la posición a lo largo de la historia de parte de estas universidades ante la realidad de cada época, queda como tal de cada quien.
Para quien no lo sabe, estudiantes de diversas universidades de Venezuela han participado en repetidas ocasiones en competencias internacionales de computación y sus representantes siempre han dejado en alto el nombre de nuestra nación. En el caso de la UCV -caso que conozco mejor-, desde la Escuela de Computación, con aproximadamente 40 años desde su fundación, se han tenido importantes avances y aportes en áreas de medicina, de investigación petrolera, entre muchas otras. Entre tanto que aportar podríamos nombrar algunos hechos concretos: proyectos de investigación que promuevan el desarrollo tecnológico del país; asesorías a instituciones y empresas estratégicas como PDVSA, institutos autónomos y ministerios; el desarrollo de un "quirófano virtual" que permite el estudio y ensayo de cirugías intrusivas de manera virtual antes de proceder a la intervención quirúrgica; se tienen maestrías, doctorados y profesionales altamente capacitados en Sistemas de Información y Bases de Datos, áreas estrechamente relacionadas con el sistema que requiere el SAIME. Al igual que otras universidades públicas como la USB y la ULA que son muy bien vistas en el ámbito académico nacional e internacional.
Luego de lo expuesto anteriormente ¿Para tener especialización en el área requerimos de una universidad con un nombre especializado? ¿Cómo puede decirse que no contamos con "experiencia suficiente"? ¿Cómo puede haber alguien más que los propios venezolanos para hacer un sistema a la medida de las necesidades de Venezuela? Hablamos de promover una supuesta "soberanía tecnológica" para así dejar de depender de otros países sin embargo no tenemos una participación soberana, requerimos de los servicios de terceros y no promovemos el desarrollo de la investigación en casa para proponer una solución desde adentro.
Se habla de "fuga de cerebros" y del "secuestro" de nuestros recursos profesionales por parte de empresas extranjeras luego de años de inversión de grandes sumas de dinero por parte del Estado en la formación de profesionales, pero cómo motivar al computista o al informático a dar su aporte al país si nos encontramos con tamaña discriminación y menosprecio de la capacidad técnica para el desarrollo de un sistema que -hay que resaltar- maneja información de máxima seguridad de Estado como lo es la información e identificación de cada uno de sus habitantes.
Mi llamado con estas palabras es a la introspección, a mirar hacia adentro de vez en cuando y no buscar en el vecino lo que en nuestra propia casa tenemos al alcance. Si queremos soberanía tecnológica, fomentemos el desarrollo tecnológico desde adentro, propio, autóctono. Sí, busquemos experiencias exitosas que nos sirvan de referencia, pero permitámonos desarrollar proyectos exitosos con sello verdaderamente venezolano. Si lo estamos haciendo con el proyecto Canaima y su enfoque hacia la educación con el programa Canaima Educativo, que no se quede allí, que se impulse el verdadero desarrollo endógeno (desde adentro) en lugar del desarrollo de un nuevo clientelismo en el área de la informática y la computación. Contemos con el apoyo de países hermanos y aliados internacionales, pero por encima de eso confiemos en la capacidad del profesional venezolano y apoyemos su participación en los proyectos trascendentales que nos exige nuestro país actualmente y las necesidades que históricamente han esperado por ser atendidas.