Ante el requerimiento del Presidente Chávez de regular el uso del internet, los manipuladores mediáticos interno y externo de oficio levantaron una polvareda, señalando éste como una evidencia más, de las intenciones del gobierno bolivariano de limitar las libertades democráticas.
Se ha propagado el mito de que internet “es un espacio de comunicación abierto, descentralizado, sin cesura y totalmente libre”, una suerte de tierra de nadie. La verdad es que la “red de redes” tiene dueño y fue creada a mediados de los 60’s por el Departamento de Defensa de los EEUU en el contexto de la guerra fría, con el propósito de incrementar su poder geoestratégico global, manteniendo hoy un control absoluto sobre la misma. Ese control lo ejerce a través del Departamento de Comercio y de la “Internet Corporation for Assigned Names and Numbers” (ICANN ) bajo su adscripción. La ONU solicitó a EEUU, sin éxito, su multilateralización. Ante ello, la UE y China, se han propuesto adelantar la construcción de la infraestructura de su propia red, aunque enfrentan la dificultad de tener que concertar un esquema de compatibilidad con la red existente, para que esa opción sea viable.
El internet es una red centralizada que se asemeja a un sistema circulatorio con sus capilares, venas, arterias y músculo cardíaco. Los proveedor más pequeños son los capilares, las venas y arterias son las grandes compañías proveedoras de acceso internacional o “carriers” conectadas a los grandes nodos y, el corazón está en el ICANN. Los dueños de la red son los que determinan su funcionamiento y por esa razón, tienen la facultad de controlar los contenidos y hacer uso de ellos para sus fines comerciales y políticos. Internet se ha convertido en un instrumento fundamental para el desarrollo social y humano de los países, sin embargo, al estar en manos del imperio y del gran capital de las telecomunicaciones, está en función de sus intereses. Por lo tanto, es completamente pertinente el debate planteado por el Presidente Chávez respecto de la necesidad de regularlo y de disponer de un nodo propio de acceso para garantizar un ejercicio sólido de nuestra soberanía.
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