Un barco cargado de esperanzas acaba de ser vilmente asaltado por una jauría sionista. Dieciséis mártires se unen a la larga lista de vidas arrebatadas por el más perverso gobierno del orbe. Así como el derrame petrolero en el Golfo de México pasa a ser el mayor desastre ecológico de la historia, Israel asegura vanguardia en violación de derechos humanos.
Un gobierno que representa a un pueblo casi aniquilado por el nazismo se convirtió, bajo el amparo de Estados Unidos y la ONU, en exterminador del Pueblo Palestino. Se abrogan la potestad de decidir la ocupación de una nación que lleva milenios existiendo bajo el Sol.
Se pone de manifiesto la barbarie de ese siamés siniestro, compuesto por dos gobiernos que aterrorizan el planeta de todas las maneras posibles, que experimentan con nuevas formas de destrucción y que reiteradamente acuden ante los medios y hemiciclo de las Naciones Unidas a justificar con cinismo y desparpajo las matanzas que llevan a cabo a diario.
Ni los Pueblos que están a puntos de ser borrados de la faz de la Tierra por sus asesinos, ni aquellos que asistimos a esos hechos como testigos de la política destructiva de estos gobiernos, tenemos duda sobre la responsabilidad de ambos. Pero la inmoralidad cunde en otros gobiernos y en organismos internacionales, disfrazada de indiferencia y de permisividad para con unos asesinos irredentos. Israel es hoy en día un estado forajido, salvajemente amparado en sus ojivas nucleares blandidas como garrote ante el mundo y apoyado por el no menos desquiciado Tío Sam.
Mientras tanto, la Pacha Mama se reciente de una herida infligida por la sed de energía del monstruo imperial. De acuerdo a los estimados, en este momento el derrame petrolero en el Golfo de México ronda los 150 millones de litros. La BP no ha podido cerrar el pozo, ni siquiera aminorar el derrame. El panorama es sombrío pues la cifra pudiera duplicarse antes de que se detenga. Esta historia reciente de la plataforma Deep Water, historia que no pudieron ocultar, es solo la punta del iceberg; en esa zona hay cerca de 3.000 plataformas y los derrames ocurren frecuentemente.
Son signos inequívocos de la locura imperialista, que amenaza con extinguir al planeta por completo, que solo podrá ser detenida por voluntad popular, por la conciencia que ya se expresó con firmeza a los cuatro vientos: No cambien el clima, cambien el sistema. Hoy dos manchas, una de petróleo, otra de sangre, son impronta de la infamia de estos siameses
Las voces de protestas se levantan en todas partes condenando la masacre vil, inexplicable y alevosa perpetrada por los asesinos sionistas, asquerosas ratas validas de la nocturnidad para urdir un plan en el cual se pretende trastocar a un grupo de valientes de la paz, como terroristas. Ya veremos el comportamiento del Secretario General de la ONU, ya veremos las argumentaciones de Washington, ya asistiremos a las aquiescencias de sus gobiernos acólitos, ya nos indignaremos ante la avalancha de gestiones diplomáticas y de parafernalia de seguridad para súper embajadores. Ojalá, expresión de esperanza de origen semítico, que esta vez la muerte no triunfe sobre la vida.
Ojalá el Pueblo Palestino triunfe. Ojalá la Pacha Mama restañe sus heridas.
pladel@cantv.net