La campaña que ha emprendido “recientemente” el gobierno narco-paramilitar colombiano del presidente Uribe Vélez –quien se acostumbró a los falsos positivos de entrada y ahora a la salida- ha arreciado con vapor contaminante en la política sintomática de irrealidades que conjuran un conjunto de maldades irreales que salen a gratinar el mundo, endémicamente ataviadas de un regocijo ultra dañino contra el Gobierno Venezolano, lanzadas por bocas de sus ministros bien palabreadas, pero sin aval de prueba alguna que, le den el consuelo de ponernos contra la pared de la inmoralidad chantajista, para que la OEA con picaresca intención pueda reunirse con la burda naturalidad de embargarnos o llevarnos al paredón americano de las componendas yanquis que, tiene en Uribe un santo de devoción de sus limosnas y, a Colombia como patrio trasero de su imperio y rodeada de bases militares, que habilidosamente muestran sueños perturbadores que encallan de complicidad angustiante, nos haga renunciar o sacrificar nuestra revolución socialista por acusaciones destempladas y fuera de lugar como para sentarnos en el banquillo internacional de los acusados sin perdón –recuérdese que los jerarcas de la Conferencia Episcopal Venezolana son los ángeles guardianes de dios acá en la tierra y nos tienen fritos.
Si los jefes guerrillero están y han estado en territorio colombiano por más de 50 años, entonces porqué, el ejército de ese país no los ha agarrado y, siempre han tenido la manía de decir sin probar que están en Venezuela, o sea que les es más fácil cubrirnos de ambigüedades para ellos respirar por la herida de que somos encubridores. Vaya que cinismo tan patrio de esa gente en el poder como representantes de la oligarquía apátrida que está con Uribe y pronto con Santos y, entre ellos Pedro Carmona el tirano.
Hay en nuestro País millones de colombianos satisfaciendo sus necesidades igual o mejor que los nacionales –unos porque le gusta más Venezuela que Colombia y, otros por desplazados de Uribe-, pero ese caradura no se ocupa de ellos ni de la problemática que salpican a diario acá que no son pocas.
Los colombianos, principales productores de la droga que se consume a nivel mundial y por aquí pasa la que no descubrimos ni decomisamos y ésa que se escapa si va al norte, entonces cuál es el motivo que la DEA no atrape a los capos y a la droga, la cual en EEUU, la consumen tranquilamente. Posiblemente y con racional preocupación todos los narcotraficantes que están presos allá se los ha entregado Venezuela y, ahora quieren que nos pongamos a cazar guerrilleros, para hacerle el trabajo al gobierno narco-paramilitar del capo Uribe, al que pronto deben meter entre rejas los gringos, si es que tienen un pelo de vergüenza.
Resulta que los chilenos, los buenos productos de la dictadura de Pinochet, enconchados en el senado y en muchas instituciones de ese país, nos quieren dar lecciones virginales de fructífera democracia planetaria, para que nos copiemos de ellos de cómo votar por la ultraderecha y a quiénes debemos invitar a nuestras elecciones para que no nos robemos como el que se roba un mar y hasta la canciller nos dicta con alevosía premeditada qué debemos decir o responder cuando nos dirijamos a sus nobles instituciones y pronto vendrá una comisión a sacarnos del redil en que estamos y, lo más seguro que sea el secretario de la OEA, Insulza, el que nos retuerza las orejas, por nuestro mal comportamiento hacia ellos y los tiros por supuestos seguirán hasta que la negrura del premio novel nos caiga por completo por abusadores fuera de orden.
El desorden político es tal que los medios están engatillados y las noticias mueren al instante por desfallecer por cansancio y, sobre su cadáver rezan los muertos –contradicciones sin par.
Mientras, el comandante Presidente se distancia y coge consejos sabiamente y como buen llanero se empina para sorber la canción de Armando Manzanero: “Al fin soy feliz …”.
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