Podríamos repetir lo que se ha comentado sobre la exposición del Embajador del señor Uribe Vélez ante el seno de la OEA, como, también, podríamos adscribirnos a la explicación en la torpeza diplomática de los responsables en el seno de las autoridades de la OEA de aceptar la urgencia de la convocatoria colombiana sin las pautas lógicas diplomáticas suscribiendo, lo que a todas luces, significa el “kowtow” ante Washington. En la primera referencia la trataremos de analizar en las actitudes colombianas desde otro escenario, más en el marco de la geopolítica internacional donde el Imperialismo-Imperio norteamericano, en su lógica de la “seguridad y defensa” de los Estados Unidos de América tanto a lo interno como en la preservación del sistema capitalista y en la nueva etapa del Imperialismo internacional “cuasi-unipolar”, cuando la relación señor-siervo es un paralelismo de sumisión feudal en el siglo XXI.
En la segunda referencia al “kowtow” de los órganos decisorios burocráticos de la OEA, este organismo ha dado muestras de su “sumisión e inoperancia” cuando asuntos continentales americanos han “herido la dignidad” del ser americano tanto por lo anglosaxón como por lo cristiano-católico. Frente a esa actitud, históricamente demostrable, a los países al sur del rio Bravo con dignidad no les quedaría otra vía de comunicación inteligente, madura políticamente, moral y éticamente con reales soluciones a favor de la paz, la prosperidad equitativa y la responsabilidad mundial a futuro que dirimir sus contradicciones en el seno de la UNASUR. Ello no significa que estemos proponiendo la “sepultura inteligente e intelectual” de la OEA, todo lo contrario, ese organismo debe mantener su existencia como foro multilateral donde el Imperialismo norteamericano pueda exponer sus inquietudes vis a vis las realidades “en pleno desarrollo” de las históricas responsabilidades de los países referidos al sur del rio Bravo.
Podríamos entender y hasta comprender los temores que se sienten y proceden desde Washington del actual proceso de “identificación telúrica continental” de la región geográfica arriba referida; pero los Estados Unidos de América deben estudiar, para comprender, que significan los cambios revolucionarios que están en permanente evolución a partir de la realidad de la Revolución Bolivariana sin desmerecer ni siquiera disminuir los procesos revolucionarios que se han manifestado en el continente americano incluidos los Estados Unidos de América. En ese orden, suscribimos la tesis de Chávez Frías en referencia a la continuidad de la Revolución Bolivariana al proceso revolucionario de la Independencia de Suramérica.
La contradicción arriba descrita es más importante y grave que la simple lectura significa, pensar lo contrario es naïve. Pensar que la decisión de Uribe Vélez es “inconsulta” es, sencillamente, ser ignorante en las realidades políticas internacionales que se vienen desarrollando con mayor énfasis desde la destrucción de las torres en Nueva York (11 de septiembre, 2002). Analizar, debemos, bajo la óptica de la lógica formal, el “tercer acto” de la obra de teatro que comenzó hace ocho (8) años cuando Washington y las derechas europeas y eurocéntricas decidieron que necesitaban una “figura política” controlable en Colombia, basándose en las aportaciones de Colombia en cuanta guerra imperialista referida durante el siglo XX y, actualmente, con presencia en el país con mayor producción de heroína del mundo, es decir, Afganistán, fungiendo como expertos colombianos en “erradicación de cultivos” de plantas alucinógenas; y, contribuir como “peón de ajedrez”, a servir a los nuevos paradigmas del capitalismo de derechas en la conjunción de Washington y las derechas europeas. Pero la conjunción Washington junto con las derechas europeas y eurocéntricas como conjunto, conocedores los segundos de las realidades históricas de Colombia y los primeros sustentando su conocimiento en sus órganos de inteligencia, conocían que “la oligarquía santafereña” estaba en desventaja tanto frente a la situación objetiva del avance de las FARC como de los “emergentes narcotraficantes”; es decir, Colombia se convirtió en pieza de ajedrez en el tablero mundial por tres (3) razones fundamentales: la consolidación de la economía de la droga en Colombia con importante impacto en lo financiero (léase: Wall Street) y en lo social con un aumento, in crecendo, del consumo de cocaína frente a la heroína en las ciudades norteamericanas; la consolidación de una Iglesia Católica antagónica de la influencia de la Compañía de Jesús en Colombia; y la posición geopolítica colombiana frente a una región caribeña no controlada en su totalidad con la realidad de la Revolución Bolivariana y sus políticas sociales a favor de la región caribeña referida. Es decir, las políticas destacadas del Gobierno presidido por el aún Presidente de la República de Colombia, don Álvaro Uribe Vélez, estaban dirigidas a dos objetivos fundamentales para Washington: control global de la economía de los estupefacientes colombianos y preparar un escenario de “guerras” con la finalidad de alcanzar un control fundamental sobre las diferentes materias primas existentes en territorio venezolano. En ese escenario, los “faracos” y los “elenos” fueron la excusa para desarrollar tres objetivos en el diseño táctico de Washington en el escenario colombiano: la creación de los “paracos”; los “falsos positivos” que permitieron desarrollar las tesis del “miedo” a lo interno de toda la sociedad colombiana con consecuencias en el “desplazamiento de sectores pobres hacia Venezuela”; y, por último, la matriz de opinión de la “unión estratégica” entre los grupos guerrilleros colombianos y la Revolución Bolivariana. La conjunción de esos tres factores descritos como un solo conjunto estratégico permitía ir desarrollando una “guerra de baja intensidad” de la unidad Washington-Uribe Vélez en contra de la Revolución Bolivariana y su líder, Hugo Rafael Chávez Frías. Decimos “guerra de baja intensidad” si consideramos los cinco (5) tipos de “guerra política” aplicables por una estrategia diseñada por un país buscando socavar las bases políticas, económico-financieras, sociales, ideológicas y militares del país objetivo hacia su “control político-geográfico”. Se deben tomar en consideración que la presencia de Uribe Vélez en la Casa Nariño abarca un tiempo real de ocho (8) años, es decir, son dos (2) años menos que el desarrollo de la Revolución Bolivariana en el Poder Ejecutivo y su posterior evolución perfectible hacia la estructura del Estado venezolano.
¿En cuál tiempo real-histórico se encuentra el diseño de las tesis estratégico-tácticas de Washington con respecto a la búsqueda del desplazamiento del Poder de Chávez Frías como líder y Presidente de la Revolución Bolivariana y de la República Bolivariana de Venezuela respectivamente? Consideramos que quizás Washington veía en el sucesor de Uribe Vélez en la persona de Juan Manuel Santos la continuidad de sus objetivos hacia Venezuela cuando en ejercicio como Ministro de la Defensa, éste avaló la violación del suelo patrio ecuatoriano. Quizás Juan Manuel Santos no entendió la estrategia de Washington sino muy tarde gracias a la “picardía” del “provinciano” Uribe Vélez. Quizás ahora, por esa declaración dada en Costa Rica de no opinar sobre el “tercer acto” referido, esté madurando como Presidente. Pero queda la pregunta ofrecida al “foro romano” de la OEA por Roy Chaderton Matos cuando se preguntaba el porqué de la denuncia, la urgencia y el foro solicitado por Uribe Vélez a apenas días de convertirse en “jarrón craquelado chino”. Se ha especulado, en Colombia, del “palo en la rueda” pero Uribe Vélez ni el palo ni la rueda le importa porque es, repetimos, “peón de ajedrez” de una política que lo sobrepasa. Entonces quedaría la inquietud: ¿Por qué los EEUU de América están tan urgidos de controlar las materias primas existentes en Venezuela? Es evidente que la crisis financiera, aquella de la “burbuja”, el distanciamiento de la Comunidad Europea y su alejamiento de la tesis “cabeza de playa”, la firme política de Beijing con respecto de su moneda, el yuan, y su relación con el dólar, el torpe manejo diplomático de las acciones bélicas de Israel contra los “Derechos Humanos” de los palestinos representados, concretamente, en el ataque a la flotilla turca, la torpeza diplomática al rechazar el acuerdo alcanzado entre Brasil, Turquía e Irán sobre el tema del desarrollo nuclear en Irán con objetivos pacíficos, la denuncia de Fidel Castro tanto en los avances hacia una confrontación tanto en Irán como contra Corea del Norte, las provocaciones con los movimientos militares-navales en aguas cercanas tanto a Corea del Norte como a las costas nor-orientales de China, todos estos factores y aquellos que se nos escapan contribuyen a explicar cuatro decisiones norteamericanas con respecto a El Caribe y sus países. La primera es la reactivación de la 4ta Flota y las palabras de Obama en Trinidad y Tobago; la segunda, la activación de bases militares colombianas como territorios militares norteamericanos con extensión a todo el territorio colombiano; la tercera, la activación del “neutral país” Costa Rica como base de operaciones militares norteamericanas; y, por último, la militarización de la frontera de México con los EEUU de América.
En el marco de ese escenario, Washington buscaría dos objetivos fundamentales: el control de las materias primas en Venezuela y enfrentar a Brasil como potencia emergente en la Región y propulsor no solo de UNASUR sino los nuevos conceptos militares que se discuten en su comisión militar especial. Es evidente que los EEUU de América está “en retroceso” como “potencia unipolar” por las realidades arriba descritas como por su incapacidad de imponer, ni siquiera entre sus propios socios, sus políticas imperialistas, es decir, el concepto norteamericano de “Imperio” ha entrado en su crisis de identidad. Es por ello que necesita consolidar su “presencia imperial” en el continente americano con políticas típicamente imperialistas del siglo XIX. Consideramos que es de toda lógica esa “política-reacción” de Washington frente a las nuevas realidades globales y al aceptarlo nos permite un mejor análisis y diseño en las respuestas. Pero queda otra pregunta muy importante por sus implicaciones a lo interno de las sociedades al sur del rio Bravo incluyendo, por supuesto, a Venezuela, la cual sería: ¿cuál es la actitud de las derechas de las sociedades referidas, es decir, las burguesías, pequeñas burguesías y los sectores sociales alienados con la sociedad de consumo? En ese marco, sería importante analizar las posibilidades de desarrollar tesis sobre no ya un “frente nacional” sino un “Frente Continental” político, económico, financiero y cultural que consolide nuestras realidades telúrico-históricas.
Ahora, permítasenos grados de especulación en escenarios hipotéticos. Una violación militar colombo-norteamericana del sagrado territorio venezolano traería como consecuencia que el precio del crudo a nivel mundial alcanzará niveles de los US$200/barril; traería como consecuencia que la inflación en los EEUU de América se dispararía a niveles que impactarían no solo la economía sino el desempleo, la crisis en los sectores sociales de la burguesía y la pequeña burguesía norteamericana, traería como consecuencia la reactivación del Maccartismo con la militarización de sus diferentes sociedades con personal militar de regreso de Iraq, traería como consecuencia la profundización de los “campos de concentración” actuales donde están recluidos los migrantes ilegales y, traería como consecuencia un impacto en las economías de la Comunidad Europea que conllevaría a contradicciones en el seno del propio sistema capitalista. Anyway, is up to them!
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