Lo hemos dicho y lo reiteramos: los conflictos políticos, aún cuando se
originan en causas internas de los países, tienen como factores directos a
fuerzas controvertidas internas y se desarrollan en el escenario territorial de
un país, hoy no pueden ser estudiados ni enfrentados sin tomar en cuenta las
condiciones geopolíticas y el espacio geoestratégico en que se desenvuelven y
por ende, en los factores periféricos y extrarregionales que inciden
directamente en su agudización y resolución.
En el caso de la República de Honduras esa visión es aún mayor por tratarse de
un país de democracia tutelada, a causa de la sumisión de sus grupos
oligárquicos a la política imperial de los Estados Unidos de América y la
ocupación, desde 1.950, por una fuerza militar estratégica de los Estados
Unidos estacionada para garantizar el orden interno del país y con capacidad de
reacción inmediata en caso de conflictos en la región centroamericana, por lo
que, cualquier cambio político relevante que se considere, se intente o se
realice en ese país, implica directamente al gobierno de los Estados Unidos de
América y con ello, deja de ser materia solo de los órganos del Poder del Estado
Hondureño radicado en Tegucigalpa, sino también de Barak Obama, Hillary Clinton,
Arturo Valenzuela y Robert Gate, quienes no tienen nada de catrachos.
El Golpe de Estado ejecutado contra el presidente Manuel Zelaya y el derecho
soberano del pueblo hondureño a decidir la convocatoria de una Asamblea Nacional
Constituyente, por el general contrabandista Romeo Vásquez y el mafioso
empresario del transporte Roberto Micheletti, con la dirección de la embajada
gringa y la participación de su base militar en Palmerola, además del apoyo de
los pervertidos de la curia romana, empresarios mediáticos, bancarios,
terratenientes, maquiladores y tenedores de franquicias usamericanas, es una
demostración emblemática de esta dimensión de conflicto político interno, el
cual tomó inmediata internacionalización con el debate en la OEA y la suspensión
de Honduras de su seno, la resolución de la Asamblea General de la ONU, los
acuerdos de ALBA y los No Alineados y la intervención del ventrílocuo imperial
costarricense, Oscar Arias, pero que finalmente fue conducido por el gobierno de
los Estados Unidos, en su propósito de garantizar la impunidad de los golpista,
la exclusión de Zelaya y la legitimación de las ilegítimas elecciones que
tiene a Porfirio Lobo en la presidencia.
Tal escenario no deseado por las fuerzas democráticas hondureñas obligan a
construir, no solo una estrategia para unificar a la mayoría del pueblo
hondureño en el objetivo de convocar una Asamblea Nacional Constituyente que le
devuelva su soberanía confiscada, sino a diseñar y ejecutar una inteligente y
efectiva política de alianzas internacionales con gobiernos, movimientos
sociales, partidos, organizaciones temáticas, e individualidades prominentes,
dirigidas a obtener y sostener el reconocimiento de la legitimidad de las
luchas democráticas del pueblo hondureño y la representatividad de su Frente
Nacional de la Resistencia Popular, FNRP, y su coordinador general, el
presidente Manuel Zelaya, con el fin de construir una sólida base de apoyo que
garantice enfrentar las maniobras políticas del imperio y sus lacayos en
Nuestra América y en los organismos internacionales, conseguir respaldo
internacional a sus reivindicaciones democráticas, la protección de sus
militantes y dirigentes y, garantizar recursos importantes para la movilización,
la comunicación y la información; instrumentos fundamentales de toda batalla
política.
Así las cosas, el avance cualitativo que supuso la realización de la Primera
Asamblea Nacional de la Resistencia Hondureña, realizada en Tocoa los días 11 y
12 de julio, el reconocimiento del liderazgo del presidente Manuel Zelaya y
la unificación del FNRP en una dirección colectiva con presencia de cuadros
de diversos orígenes; necesita de una política de alianzas internacionales
amplia, democrática y flexible que no solo sea mediática y coyuntural, sino que
pueda tener presencia permanente y protuberante en los escenarios de los países
de Nuestra América y otros continentes, con el fin de mantener las luchas del
pueblo hondureño en la agenda de los gobiernos, movimientos populares y medios
de comunicación, para garantizar la movilización de tales fuerzas y factores en
el momento en que las circunstancias de las luchas despueblo catracho así lo
requiera.
Es conveniente desechar a los gobiernos de Piñera, Santos, Calderón o García por
haber reconocido al gobierno de Lobos, o enfrentarse a Rodríguez Zapatero por
estar promoviendo la normalización de las relaciones con la Unión Europea o,
romper relaciones con los gobiernos de Colon, Funes, Chinchilla y Martinelli
por permitir el reingreso – sin apoyo de Nicaragua – al SICA?. Que utilidad
tiene desconocer al Insulza y la OEA como factor?. Acaso se tendrán relaciones
solo con los gobierno de la ALBA? Tal política, por simplista e impolítica,
solo conducirá al aislamiento del movimiento popular y democrático hondureño, al
desconocimiento de su dirección política, el FNRP, al debilitamiento de la
vocería democrática de su Coordinador, el ex presidentes Manuel Zelaya, a la
confrontación política en su seno y, por ende, al fortalecimiento del gobierno
“hijo de la dictadura”.
Mostrar su desacuerdo, expresar sus diferencias pero seguir trabajando el
manteniendo de relaciones con tales gobiernos y, especialmente, con sus pueblos
y sus organizaciones democráticas en aras de una solución política mediante
mecanismos democráticos, pareciera ser más conveniente para las luchas del
pueblo hondureño, en un proceso que será largo y difícil y en la cual, no se
pueden deseñar posible o potenciales aliados y tomando en cuenta que tales
gobiernos y países pueden jugar un papel importante en un momento determinado,
si la dirección popular de la resistencia es capaz de manejar acertadamente, con
flexibilidad e inteligencia, el difícil escenario de la diplomacia de Nuestra
América y el complejo sistema de amistades, lealtades y contradicciones que se
tejen entre nuestros gobiernos y el imperio. “O Inventamos o erramos” (Simon
Rodríguez).
yoelpmarcano@yahoo.com