La intervención de Barack Obama ante su país y promocionada al mundo por las transnacionales de la información parcializada y propagandística, su visita inmediatamente anterior a soldados veteranos de Afganistan e Irak, el resultado pavoroso y vergonzoso para Estados Unidos de las ocupaciones, invasiones o intervenciones, -como quiera que se les llame-, están tratando de achacárselas al primer Presidente de raza negra en la nación más poderosa y odiada del mundo. Al mismo tiempo se hacen cada vez más frecuentes las apariciones en público, casi en paralelo a las de Obama, que lleva a cabo el Vicepresidente Joe Biden, hombre de raza blanca, típico gringo de aspecto avasallante que desde la Casa Blanca nos acostumbraron a presentar como “salvadores del mundo”. Las demostraciones que a lo interno se suscitan en el territorio estadounidense, las informaciones abiertas o sesgadas pero en el fondo racistas que nos envían cual mensajes desde Washington como sede del poder, o desde cualquier parte de la llamada “Unión”, siempre dirigidas por elementos de raza blanca, nos llevan a preguntarnos si la dantesca maquinaria bélica industrial del imperio norteño del continente americano, acuciada como nunca por su búsqueda de medios energéticos para sobrevivir, pretende aplicarnos una de Hitler a cuenta de decir que bastó la llegada de un afrodescendiente a la Casa Blanca, para que se fuese abajo la inflluencia del todopoderoso imperio neo colonialista.
Ese dominio mundial que no quieren admitir está en bancarrota, nos envía clarísimos mensajes de estar creando un culpable, no otro que el espigado y ágil abogado negro, poco avisado al parecer en la forma de enfrentar el fascismo tradicional, aunque más sinvergüenza si no deja de lado la defensa a los intereses de quienes casi lo hacen aparecer como “obediente a sus amos de la casta predominante blanca del imperialismo”. A Obama la cabeza se le ha puesto velozmente blanca por las canas en sus años presidenciales y su figura ha sido “monigoteada”, para complacencia de los racistas del capitalismo salvaje. Que Dios guarde e ilumine con medidas sociales y socialistas lo que resta del gobierno de Barack Obama, le preserve la vida por encima de cualquier plan genocida del aparato militar e industrial estadounidense, para que no resulte en la apariencia forjada de “único culpable”, asesinado a fin de salvar a ese imperialismo de capa caída, en un intento desesperado para realzar los años de falsa gloria democrática de la USA, la nación llamada United States of América, disimulada en su amoral sistema, por Hollywood y el aparataje propagandístico internacional.
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