El
Dr. Juan Pablo Pérez Alfonzo, un venezolano genial, llamado por los
entendidos en la materia el filósofo del petróleo, es el creador la
OPEP, fundada en Bagdad el 14 de septiembre de 1961, con el objetivo
esencial de que los países propietarios del denominado oro negro
asumieran progresivamente el control de sus propia riqueza petrolera y
establecieran las políticas de su comercialización, frente a la
hegemonía de los países importadores y mayores consumidores que durante
décadas habían explotado a su antojo los yacimientos de crudo en las
naciones ricas en hidrocarburos, sin el más mínimo respeto a las leyes y
fijando arbitrariamente los precios del barril de petróleo,
especialmente a valores muy por debajo de su costo real y con convenios
comerciales que obedecían exclusivamente a sus intereses.
Durante el primer gobierno de Carlos Andrés Pérez, el 1 de enero de 1976, la industria petrolera venezolana queda formalmente nacionalizada, una pírrica compensación por toda la riqueza que desde principios del siglo XX, las compañías transnacionales se habían llevado de la nación miles de millones de dólares, incluso sin pagar los impuestos de ley, en embarcaciones de doble fondo, con especificaciones de carga ambigua y con una mano de obra casi esclava vivía y trabajaba en condiciones infrahumanas en los primeros años de exploración, extracción y procesamiento de toneladas de crudo.
Aunque es justo reconocer que la Nacionalización del Petróleo fue un gran paso, también es hay que tener presente que sucedió muy tardíamente y para el momento en que ocurre, muchos aspectos del control sobre la tecnología para la explotación del petróleo, todavía continuaban en manos de las empresas extranjeras, así como su mercadeo en el exterior, con el respectivo ventajismo sobre las ganancias. Así mismo las empresas extranjeras recibieron jugosas compensaciónes monetarias por los bienes y equipos que poseían en el país.
En 1973 y 1977 se produce el gran boom petrolero producto de los conflictos políticos y bélicos del medio oriente. El de mayor repercusión en el mercado de los hidrocarburos fue la Guerra del Yom Kippur, en la cual Egipto y Siria atacan a Israel en dos frentes para recuperar territorios perdidos en la Guerra de los Seis Días en 1977, el triunfo de Israel y el embargo petrolero de los grandes productores árabes a su incondicional aliado los Estados Unidos, trajo como consecuencia un alza desenfrenada en el precio del barril de petróleo que llegó a tocar un piso de 40$. Esta riqueza inesperada sumió a Venezuela en una borrachera de corrupción y endeudamiento externo que desembocó en el llamado viernes negro el 18 de febrero de 1983, bajo la presidencia de Luis Herrera Campins, con una devaluación del bolívar de 4,30 por 1$ USD que osciló 11 y 15 bolívares.
Este panorama de caída imparable de los precios del barril de petróleo se mantuvo hasta 1999 cuando el barril de petróleo llegó a estar por debajo de los 10 $ USD, hasta que el presidente Chávez, decide retomar la reducción de las cuotas de producción establecidas por la OPEP. Igualmente realiza una gira por varios países miembros de la OPEP, incluyendo a Libia gobernada por Muammar Gaddafi y al Irak de Sadam Hussein, ignorando las críticas del gobierno de Estados Unidos y calificándolas de “detestable intromisión en los asuntos internos de Venezuela”.
La estrategia para el aumento de los precios del barril de petróleo establecida por el Ministro de Energía Alí Rodríguez Araque hombre clave en gobierno de Chávez, que posteriormente sería Secretario General de la OPEP (2000-2001) y Presidente de la Estatal PDVSA, rinde sus frutos y para principios del 2000 se produce el primer repunte en los precios cuando cada barril pasa costar 22 $ USD.
Los efectos de la política petrolera del Comandante Presidente están más que presentes hoy por hoy, con una OPEP fortalecida capaz de vender un barril de petróleo a un precio promedio que está por encima de los 60 $ USD, después de 50 anos de lucha contra el imperialismo económico.