El mundo ardía en una catastrófica debacle financiera. Todos los días de la semana habían sido “negros” tal cual como lo califica Walt Street, con indicadores rojos. Muchos presidentes había suspendido sus vacaciones por lo dramático de la crisis en Europa: Zapatero, Cameron, Sarkozy, la Merkel,.. menos Obama. Obama no se ha perdido una sola vacación desde que es presidente. Él ha dicho en público: “Yo no pierdo un solo boche de los que a mí me corresponde”. Y esto es así porque Obama está convencido que no gobierna. Hoy se ha dirigido por radio a la opinión pública mundial (y no por televisión) porque está haciendo bicicrós en el campo. Y todas las decisiones se las deja a la Clinton. Ya tiene programada otras vacaciones en Tahití, Hawái y las Bahamas. Al finalizar su mandato habría cogido unos siete meses de vacaciones.
Él en verdad no es tonto, ha dicho una sección política del sitio web ENSARTAOS: si él ya no manda, si nada decide, para qué perder el tiempo haciendo el teatro en Washington de que está preocupado por lo que acontece en el mundo. En este momento está en Martha’s Vineyard, la isla más grande de la costa sudeste de Massachussetts, un tópico del verano snob estadounidense. Un lugar exclusivo amigo del lino, las bicicletas y los pantalones chinos, pero demasiado mainstream gracias a los Kennedy, los Clinton, los Obama y hasta a «Tiburón», que se rodó allí en 1974 (aunque la isla se llamara Amity).
Leemos que en esta zona de exclusividades, la cercana isla de Naptucket, antigua capital ballenera ligada a Moby Dick y anclada en el siglo XIX, como su vecina, es un enclave más del gusto de los millonarios de lista Forbes. Menos de escaparate. Hasta el lujoso buque italiano Andrea Doria tuvo a bien hundirse en 1956 cerca de las costas de Nantucket (y no en cualquier costa) cuando se dirigía a Nueva York.
Martha’s Vineyard también es un lugar común para afroamericanos adinerados. Fue considerada la Riviera Negra. El único sitio donde los negros de clase media podían comprar casas de vacaciones en la primera mitad del siglo XX. Por supuesto, los primeros visitantes negros eran los sirvientes que en el siglo XIX llevaban los acaudalados bostonianos. Muchos empezaron a comprar las cabañas de invitados de sus jefes. Oak Bluffs, la zona donde los Obama fueron la primera vez, se convirtió en su sitio de veraneo. Su población estival era el 50 por ciento negra antes de que Martha’s Vineyard dejara de ser un secreto gracias al accidente de Ted Kennedy en Chappaquiddick, la islita de enfrente. Spike Lee es uno de los afroamericanos tradicionales del lugar. También Diana Ross. Barack Obama, que repite (y ya no en la zona más popular sino en Chilmark, más reservada y protegida) quizá tenga su corazón en Hawai, pero lo deja para el invierno. Martha’s Vineyard es uno de esos «antros» que a las Palin y a las Bachmann les encanta señalar como favoritos de esa élite del Este que desprecian para alborozo de sus seguidores.
Martha's Vineyard es la isla de Massachusetts que sirve de reducto veraniego para la élite de Estados Unidos. Todo dentro de un plan estival bastante exclusivo que pasa por disfrutar de grandes casas, de esas que tienen salones con vistas y sofás blancos de Ralph Lauren. Aunque también hay sitio para pequeños placeres como helados artesanales, paseos en bicicleta, las últimas novedades editoriales o la ruta de los lobster rolls (una especie de bocadillos de langosta típicos de Nueva Inglaterra). Más allá de la vela y el golf, la librería «Bunch of Grapes» suele ser una parada obligada para los que asocian el verano con la lectura. Allí le adelantaron el año pasado a Obama una copia de la novela «Freedom» de Jonathan Franzen, antes de su fecha oficial de lanzamiento. Luego está el café-tienda «Black Dog», famoso entre otras cosas porque uno de sus clientes estelares —Bill Clinton— regaló en 1997 algunos souvenirs de esa marca a cierta becaria. Los pequeños pueblecitos de la isla mantienen su encanto colonial, con calles principales llenas de tiendas caprichosas, anticuarios, restaurantes y boutiques como las de «Vineyard Vines» que suministran el vestuario preppy que debe acompañar un veraneo en el Viñedo de Marta.
Ni que sea pendejo, ha dicho Obama.
Qué tal.
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