La guerra de las monarquías

Uno de los aspectos menos considerados dentro del amplio debate sobre los orígenes, desarrollo y consecuencias de la actual agresión terrorista del imperialismo usamericano, sus socios subalternos de la OTAN y el ente sionista israelí, en contra del pueblo libio y su proceso político bajo el liderazgo del coronel Muammar Al Gaddafi, lo constituye la implicación de las decrépitas monarquías, sultanatos y emiratos de Europa, del Golfo Arabe Pérsico y el Medio Oriente, en Libia, quienes aparecen política, militar, financiera y, hasta mediáticamente, implicados en las operaciones intervencionistas contra el pueblo libio y su legítimo gobierno.
 
Las viejas casas monárquicas europeas, a quienes la burguesía triunfante les permitió sobrevivir a las revoluciones políticas de los siglos XVIII y XIX, con el fin de unificar las voluntades de los residuos del decrepito sistema feudal con las nuevas instituciones políticas basadas en el consenso de las elites y la legitimación del voto popular, se han constituido en aliados  incondicionales del complejo político-policial-militar-financiero que, desde  la sede de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, OTAN, el Banco Central Europeo y el Consejo de Europa, desarrollan las acciones  dirigidas a solventar la profunda crisis sistema capitalista, mediante la destrucción del Estado de Bienestar, conquistado por los trabajadores y las trabajadoras de sus países en 200 año de lucha proletaria y, en las aventuras terroristas contra los pueblos que desafían sus hegemonía y/o disponen de grandes recursos primarios esenciales para fortalecer sus alicaídas economías, hoy devastadas por su modelo depredador y malversador de producción y consumo y el goce del nivel de vida de su población, inferior a la capacidad productiva real de su economía.
 
Junto a ella, buscando su “escudo protector” y sirviéndoles como base de operaciones, centro financiero e incluso, suministradores de elementos de tropa, se encuentran las antihistóricas monarquías, sultanatos y emiratos árabes ubicados a lo largo del Golfo árabe pérsico y el Medio Oriente, quienes le garantizan al Capitalismo Mundial el suministro seguro de hidrocarburos, maniobran para favorecer a sus amos en el control de los aumentos de los precios internacionales del combustible y, los acompañan en cuanta iniciativa política y/o aventura militar sus protectores imperialistas y la OTAN, realizan en contra de sus enemigos en el planeta, como ha sucedido con  el Irak de Hussein, la Libia de Gaddafi, el Afganistán de los Talibanes, el Irán de los Ayatolla, el Líbano de Hezbollá y la Palestina de Hamas – con algunas fisuras inevitables en relación con los temas del Estado Palestina y Jerusalén Oriental -; mientras se apropian impúdicamente de toda el inmenso patrimonio de sus pueblos, explotan cientos de miles de inmigrantes y monopolizan dictatorialmente el poder, con la protección militar del imperialismo norteamericano y de las viejas potencias coloniales europeas,  que les ayudaron a edificar su poder y los resguardan de las rebeliones de sus “subditos”.
 
Estos peligrosos esperpentos de la anti-historia de la Humanidad, hoy son parte fundamental del esfuerzo terrorista y genocida del imperialismo norteamericano, la OTAN y el sionismo israelí,  por derrocar al último líder sobreviviente del nacionalismo republicano y antimperialista del Norte de Africa y el Medio Oriente, Muammar Al Gadafi, cuya derrota y desaparición definitiva es el objeto estratégico de ésta alianza, con el fin de evitar la posibilidad de que, en muchos años, surja una nueva alianza antifeudal y antimperialista en la región, que promueva la unidad de los pueblos árabes y musulmanes y ponga en peligro la sobrevivencia del más atrasado y antihistórico de cuantos sistemas políticos puedan existir sobre la faz del planeta Tierra: las Monarquías.
 
En su ilegal e inmoral guerra terrorista contra Libia, se han aliados el filibustero Reino Unido y la franquista Monarquía Española, a la que se le han unidos los “pacíficos y democráticos” Reinos de Bélgica, Noruega, Suecia, Holanda y  Dinamarca y al lado de ellos – o mejor dicho, detrás de ellos – se muestran los petro-reinados de Arabia Saudita, Kuwait, Emiratos Arabes Unidos, Oman, Qatar y Barhein y sus hermanos de Jordania y Marruecos, en un sinistro concierto que, junto al persistente temor al ejemplo  de la última revolución popular árabe del siglo XX - la de Libia - , no puede tener otro propósito que preservar los intereses de sus alicaídas burguesías nacionales y del capital financiero internacional dominante – al cual están asociados como inversionistas-beneficiarios.
 
Estos reyezuelos, emires y sultanes, que aparecen en los medios de la canalla mediática como inofensivos y pintorescos personajes de la picaresca mundial, son elementos esenciales en la legitimación de la acción criminal contra Libia y soporte del esfuerzo militar de la OTAN para derrocar al proyecto nacionalista y desarrollista avanzado,  iniciado por la Revolución de Los Coroneles  de 1.969, al apoyar las decisiones políticas y militares de sus gobiernos burgueses reaccionarios, en el caso de Europa y, prestar financiamiento, territorio, armamento y espacio aéreo a las fuerzas de la OTAN y sus secuaces del CNT, en el caso del Golfo Arabe-Pérsico, para derrocar a un sistema de gobierno que, con todas sus imperfecciones, es inmensamente superior a los regímenes teocráticos y represivos feudales del Golfo Arabe-Pérsico  y a las “Democracias” Monárquicas que tiranizan a los pueblos de Europa.
 
Seguir considerando a tales esperpentos de la antehistoria de la Humanidad como simples decorados de la realidad política mundial, es un error incalificable, por cuanto la persistencia de las monarquías en el planeta, cualesquiera sea su forma y contenido, es la negación del tránsito de la historia de los pueblos hacia formas superiores de civilidad y desarrollo político y,  por que la alianza de tales regímenes con los gobiernos y Estados  republicanos burgueses, han sido, son y seguirán siendo, una fuerza enemiga de la Libertad y la Democracia de los pueblos y de las conquistas históricas de los trabajadores y las trabajadoras del planeta Tierra: la Sociedad de los Justos: la República Socialista.

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Yoel Pérez Marcano


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