Sus lacayos en el país arrecian las maniobras conspirativas

EEUU intensifica plan de agresión internacional contra la República Bolivariana de Venezuela

El Presidente venezolano Hugo Chávez ha reaccionado de manera muy favorable a los tratamientos de quimioterapia que le han aplicado en la hermana República de Cuba (2) y también en Venezuela (1). Tan favorable ha sido la reacción que son frecuentes sus apariciones públicas al frente de algún acto o dirigiendo el Consejo de Ministros, en pleno uso de todas sus facultades o también realizando contactos telefónicos en vivo a diversos programas de la televisora estatal, para fijar opinión o realizar anuncios acerca de temas de trascendencia nacional.

De la misma manera, el Jefe del Estado ha firmado en estos días decretos y aprobado medidas de alcance económico y geopolítico trascendentes, como la nacionalización del oro y la repatriación de las reservas internacionales de oro monetario de la República y la creación de un nuevo estado insular, conformado por el archipiélago de Los Roques y las islas de Aves y La Orchila, entre muchas otras disposiciones oficiales.

Con respecto a las Fuerzas Armadas, el Presidente también ha liderado diversos actos para anunciar la compra de equipos y tecnología que permitan mejorar el apresto operacional y la capacidad de respuesta de todos los componentes de la institución castrense, a fin de optimizar su capacidad de respuesta en la defensa del territorio y de la soberanía nacional. Como él mismo Chávez ha dicho, está mandando en Jefe y en el seno de la Fuerzas Armadas se percibe la mística, el respeto, la cohesión y una elevada moral tanto en los mandos de mayor jerarquía, como en los cuerpos de tropas y oficiales.

Los hechos confirman todos los días que Chávez se mantiene capitaneando la nave de la República y ha incrementado de manera apreciable los índices de popularidad en todos los sondeos de opinión. De hecho, los niveles de aceptación de su liderazgo y de su gestión oscilan entre el 55% y el 65%, tras doce años en el poder, un fenómeno que ocurre con muy poca frecuencia a nivel mundial. Todos los analistas, de todas las tendencias políticas, reconocen que su popularidad (la de Chávez) se mantiene en ascenso. En pocas palabras, de la adversidad, nuevamente, el Presidente se las ha ingeniado para revertir en su favor un escenario político comprometedor hace tan solo algunas semanas.

Como dice el viejo refrán los factores de oposición: contaron los pollos antes de nacer o para decirlo en jerga futbolística volvieron a jugar posición adelantada. Las voces destempladas que, casi en simultáneo, pedían la renuncia de Hugo Chávez y se frotaban las manos esperando un desenlace inminente con los problemas de salud del líder Bolivariano; un poco a regañadientes, han caído en la cuenta de que el país sigue bajo la conducción de Chávez y de las fuerzas bolivarianas, que han demostrado en esta compleja coyuntura unidad, disciplina, madurez y, lo más importante, capacidad para mantener la institucionalidad y la buena marcha de los procesos, programas y gestiones gubernamentales, tanto a nivel parroquial y municipal, como estadal y nacional.

Esa realidad tan adversa para los opositores a Chávez, que ya habían mandado a comprar la champaña para festejar, ha motivado que los jefes políticos de la derecha venezolana se hayan reagrupado bajo la égida de facciones ultra radicales de la extrema derecha norteamericana y sus vertientes europeas con un solo objetivo: buscar los atajos de una salida violenta o antidemocrática, tal como hicieron en abril de 2002.

Mediante esta alianza entre los representantes más reaccionarios de los grupos de poder económico y político norteamericanos y sus lacayos acá en Venezuela -por cierto un maridaje nada nuevo, abordado en profundidad por la abogada Eva Golinger- se cocinan nuevamente planes desestabilizadores y agendas inconfesables.

La ofensiva toma una vez más como principal puesto de comando a los medios de comunicación privados y ha incluido un menú desinformativo variado, que alterna entre las descalificaciones, infamias y atropellos absurdos contra la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, hasta los igualmente absurdos paralelismos entre la figura del Presidente Hugo Chávez y su revolución bolivariana con la del presidente de Libia y líder de la Revolución verde, Muammar Gadafi.

Atando cabos aparentemente sueltos

Este análisis debe enmarcarse alrededor de una serie de eventos que han ido apareciendo a la luz pública como hechos aislados, pero que si se observa en detalle no pueden verse sino como piezas perfectamente engranadas de un plan continuado contra la República Bolivariana de Venezuela, tras el estruendoso fracaso del golpe de Abril.

Desde el mismo momento, en que el Comandante Presidente, Hugo Chávez, ascendió al poder en 1999 por la vía del voto popular y mayoritario, la República Bolivariana de Venezuela ha estado en la mirilla del imperio. El golpe de 2002 y el paro sabotaje-petrolero de 2002-2003, que causó pérdidas estimadas en más de US$ 15 mil millones, constituyen pruebas contundentes del intervencionismo norteamericano en nuestro país, en este atropellado comienzo de siglo XXI.

No obstante, al fallar la carta del golpe de Estado los ataques del gobierno norteamericano se han concentrado en fomentar matrices de opinión donde nuestro país aparezca en el llamado “eje del mal”, como vinculado al terrorismo internacional y al narcotráfico, entre otros.

Realizando un apretado recuento puede comprobarse como ha ido arreciando en intensidad esta suerte de ofensiva imperial por goteo contra nuestra amada República Bolivariana de Venezuela. El jueves 08 de septiembre de este año 2011, el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos sacó a la luz pública el contenido de unos supuestos informes de inteligencia donde se señala al general de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, Cliver Alcalá Cordones; al diputado del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y ex alcalde de Caracas, Freddy Bernal; al ex presidente alterno del Parlamento Latinoamericano, Amilcar Figueroa y al oficial del Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin), Ramón Madriz, como sospechosos de controlar dinero proveniente del narcotráfico o del terrorismo internacional y de brindar apoyo directo a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

Todas estas personas, dignas, revolucionarias y trabajadoras, ahora figuran en la “lista negra” de EEUU. Lo curioso es que la denuncia, como tantas otras, se lanza a las corporaciones transnacionales de la comunicación sin ningún tipo de pruebas. Un señalamiento exactamente igual se realizó por la misma institución norteamericana contra el ex ministro del gobierno de Chávez, Ramón Rodríguez Chacín, el también general de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, Henry Rangel Silva y Hugo Carvajal, otro funcionario de organismos de inteligencia venezolanos. En aquella oportunidad, tampoco se presentaron ningún tipo elementos probatorios para dar sustento a tan graves acusaciones.

Luego, el pasado mes de agosto se pretendió armar todo un aquelarre internacional, tan solo porque desde Miraflores, con el apoyo del Banco Central de Venezuela, se adoptó un soberano plan de repatriación del oro monetario de nuestras reservas internacionales, que fueron sacadas hacia bancos europeos y norteamericanos durante la larga noche neoliberal de fines de los 80 y comienzos de los 90. Esta denuncia la realizó el diputado opositor, Julio Montoya, famoso en el país por su falta de seriedad y su inconsistencia ideológica y política.

En simultáneo al show mediático armado por Montoya, el ex embajador de EEUU ante la OEA y funesto representante de la política de los halcones en la Casa Blanca, Roger Noriega, bombardeaba las redes sociales del Twitter, con comentarios descabellados e injuriosos, también retomando la matriz de opinión de equiparar a Chávez con Gadafi.

En mayo de este 2011 el diario Miami Herald aseveraba lo siguiente: “Fuentes de inteligencia dicen que Teherán ya tiene instalaciones en el país sudamericano. Irán ha construido instalaciones militares, mantiene material bélico y avanza en sus planes de instalar misiles balísticos de mediano alcance en Venezuela, revelaron fuentes de inteligencia que han estado monitoreando el fortalecimiento de la alianza estratégica entre Caracas y Teherán”.

Este cable mentiroso, que en su momento dio la vuelta al mundo, se refería a un proyecto de generación de energía eólica, en una región del occidental estado Falcón donde las fuertes corrientes de aire pueden ser perfectamente aprovechadas para estos fines. Como ya es costumbre nadie enmendó la falsa versión, ni dio derecho a réplica a las fuentes gubernamentales, la mentira, como tantas otras, se lanzó así sin más y lo más grave es que probablemente muchos incautos, alrededor del planeta, pudieron darle algún crédito.

En ese mismo mes de mayo, otra noticia alcanzó alto centimetraje en la prensa nacional e internacional: El subsecretario de Estado del gobierno de la Casa Blanca, James Steimberg, anunciaba las sanciones de Washington contra la estatal petrolera venezolana PDVSA por el supuesto “delito” de mantener relaciones comerciales y proyectos conjuntos con el gobierno de la República de Irán.

Igualmente, en los años 2006 y 2009 se filtraron supuestas informaciones de inteligencia del gobierno norteamericano donde se aseguraba, de forma igualmente irresponsable y mentirosa, que en el estado Nueva Esparta operan células de la organización Al Qaeda. La invención, producto de mentes calenturientas, jamás ha sido fundamentada y no podrá serlo nunca, precisamente porque es absolutamente falsa y mentirosa.

Todo esto son elementos conexos de un plan estratégico de sabotaje y desestabilización, cuyos ejes maestros han sido el financiamiento directo y el apoyo logístico a facciones sediciosas de oposición a través de dos organismos fundamentales en esta tarea, como la NED y la USAID, así como la activación de una suerte de cerco militar, mediante la reactivación del patrullaje de la IV Flota de la marina norteamericana (2009), en paralelo al desarrollo del Plan Colombia (supuestamente para combatir el narcotráfico y el terrorismo) y más recientemente la instalación de siete bases militares en la hermana República de Colombia, durante los últimos años de mandato del también funesto capo narco-paramilitar, Álvaro Uribe.

En esos años del nefasto gobierno uribista se inventó la patraña del computador del líder de las FARC asesinado en Sucumbíos (Ecuador), Raúl Reyes. Cada vez que se quería perjudicar a algún dirigente incómodo se apelaba a esta suerte de sombrero de mago del que Uribe extrajo varias cartas para perseguir y neutralizar a sus enemigos políticos, tal como hizo con la valiente senadora Piedad Córdoba. Las bases militares han sido desactivadas y la Corte Suprema de la república neogranadina ha desestimado el carácter probatorio de los archivos del “súper computador” de Reyes por estar viciados. Pero la amenaza como se ve está lejos de ser desactivada por completo, por más que las relaciones binacionales durante el gobierno de Santos hayan mejorado sustancialmente, al menos por ahora.

En este breve memorial de agravios y atropellos también hay que mencionar que la transnacional petrolera norteamericana Exxon intentó embargar bienes de Pdvsa en el exterior por un monto de US$ 12.000 millones, pero la República se ha logrado defender de estas falsas acusaciones con éxito en las instancias internacionales.

El gel de las industrias culturales

Tampoco se puede dejar de mencionar, porque no es nada fortuito, que de un tiempo para acá a guionistas y directores de la alienante y mediocre industria cinematográfica norteamericana les ha dado por referirse a Venezuela en términos bastante despectivos. Entre 2007 y 2010 en no menos de 6 filmes de Hollywood (Ávatar, Los próximos tres días, Quémese después de leer y Mercenarios, entre otros) con alta taquilla a nivel mundial, se hacen referencias explícitas a nuestro país como un Estado forajido, guarida de terroristas y maleantes.

En una línea similar cantantes y figuras del star sistem hispano y latinoamericano, que es lo mismo que decir el mercado de la gusanera mayamera-cubana, arremeten de cuando en cuando contra Venezuela, su pueblo y su presidente. Caso de Alejandro Sanz, Miguel Bosé, Juan Luis Guerra y ahora más recientemente el vocalista del grupo mexicano Maná, José “Fher” Fernando Olvera, quien ha dicho que Venezuela está “hecha mierda”.

El trabajo de ocultamiento y la influencia determinante de los medios de comunicación para modelar pautas y patrones culturales es un hecho irrebatible y que casi no está en discusión. La mercancía estupidizante de la gran maquinaria de las industrias culturales ha desempeñado un papel fundamental en el proceso de fragmentación de nuestras ricas identidades culturales.

También desde esta privilegiada plataforma de producción, distribución y consumo de bienes culturales se introducen de contrabando modelos contra culturales que contienen elementos xenófobos y de linchamiento moral contra pueblos enteros; es lo que han hecho desde Hollywood en distintos momentos históricos con los chinos, los negros, los hindúes y los árabes. Se crean estigmas y etiquetas que a la postre funcionan como gel lubricante para justificar genocidios, barbaries y actos criminales.

El trasfondo de todo este conjunto de actos de agresión contra Venezuela no es otro que tratar de ir abonando el terreno para un escenario político-militar y de opinión pública internacional favorable a una intervención de fuerzas extranjeras o en su defecto el apoyo a grupos rebeldes que serían armados y financiados con apoyo gringo, siguiendo el mismo guión de las trágicas invasiones a Irak, Afganistán y más recientemente en Libia.

Siempre sedientos de oro negro

La razón es obvia: Luego de un proceso de certificación riguroso, la República Bolivariana de Venezuela ha sido reconocida internacionalmente como la primera reserva mundial de petróleo, por encima incluso de Arabia Saudita. Con los yacimientos certificados, descubiertos en la Faja Petrolífera del Orinoco (fuente de hidrocarburos que comprende una extensión de 55.314 km2 y un área de explotación actual de 11.593 km2, ubicada al sur de los estados Guárico, Anzoátegui y Monagas), las reservas de crudo de nuestro país totalizan la asombrosa cifra de 296.000 millones de barriles. Ese es el monto de lo que puede extraerse con un factor de recobro del 20% (el hidrocarburo que se puede sacar a la superficie del pozo o yacimiento), pero se estima que con el desarrollo de tecnologías más avanzadas, la potencial producción pudiera crecer incluso aún más, puesto que en sitio (en las profundidades del subsuelo de esa vasta región) se calcula que existen alrededor de 1 billón de barriles de petróleo.

Para bien o para mal, la energía que mueve la economía mundial sigue siendo aquella derivada de los combustibles fósiles y nadie ignora, o al menos no debería hacerlo, que el apetito del imperio norteamericano por hacerse del control de fuentes de energía “segura, barata y confiable” es insaciable e impúdico. Ese precisamente fue el rol asignado a nuestro país durante todo el siglo XX; lo poco que se conocía de nuestra amada Patria en el exterior es que se trataba de un surtidor “confiable, seguro y obediente”, que suministró energía barata para la potencia Norteamericana sin dar mayores problemas.

Con un patrón irracional de consumo, diariamente Los Estados Unidos se chupan un poco más de 20 millones de barriles diarios de crudo, cifra que supera ampliamente el consumo de todos los países de la Unión Europea (12.680.000 BL/d) y el de China (6.930.00 BL/d), cuya economía acumula dos décadas de crecimiento sostenido. Para no hablar de la larga lista de países que sobreviven con mucho menos de 100.000 barriles diarios. Una evidencia más de las groseras asimetrías e iniquidades de este putrefacto sistema capitalista.

Las reservas de crudo del país norteamericano han decrecido de manera igualmente sostenida; y a la crisis financiera de las burbujas especulativas y las hipotecas subprime hay que añadir una deuda global del vetusto Tío Sam, que al sumar la deuda de los hogares, de las empresas y de la propia República, arroja el estrambótico monto de US$ 50 billones (50 millones de millones de dólares), monto que representa 2/3 del Producto Interno Bruto de todo el planeta en un año.

Son signos de decadencia inocultables e inobjetables, pero también de mayor riesgo, puesto que la voracidad y la propensión a la aventura militar salvaje e irracional para someter a pueblos enteros, mediante tormentos espantosos, se incrementan en forma directamente proporcional a los problemas de efectivo del tigre de papel norteamericano.

Las amenazas contra Venezuela han tenido réplicas muy similares en Bolivia, Honduras y Ecuador, países cuyos gobiernos han hecho esfuerzos importantes por rescatar la soberanía perdida y enaltecer al poder popular. La experiencia nos enseña que fragmentados y atomizados somos más vulnerables; parte de la respuesta a estos ataques tiene que venir con el fortalecimiento de la Unasur en el plano militar, económico, político, energético y cultural. Los pasos dados hasta ahora son alentadores, pero debe trabajarse más rápido y con más intensidad para configurar y poner en práctica una doctrina de integración, que permita mantener a raya a este imperio decadente e inmoral.

Emociona la respuesta dada con Telesur, una de las pocas miradas críticas en este torneo de mentiras, montajes actuados, divulgados como cobertura noticiosa y de reportes informativos realizados por corresponsales de guerra “empotrados” en la retaguardia de las fuerzas enemigas de la OTAN. También llena de esperanza la aprobación en la hermana República de Argentina para la creación de un Banco del Sur, propuesta abanderada por la República Bolivariana de Venezuela y que permitirá dar pasos de gigante en el camino de construir una nueva arquitectura financiera regional más soberana e independiente. Son pruebas del cambio y marcan el sendero que debemos seguir transitando para la emancipación definitiva, pendiente desde hace 200 años.


dcordovaster@gmail.com


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Daniel Córdova


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