La crisis de Wall Street, real e inducida, ha producido dos escenarios: el impacto a nivel internacional; el desarrollo en crisis en lo interno de la sociedad estadounidense afectando gravemente la tradicional ideología representada en la “american way of life”. El caos en la ideología tradicional, reiteramos, real e inducida, ha tenido expresiones sociales no esperadas en su organización y orden que podrían haber significado un alto índice de desarrollo de la conciencia anglicana, aún en el marco del capitalismo, que ha obligado al Poder institucionalizado decidir, legalmente, acciones en represión violando los propios paradigmas en los que se ha sustentado la “democracia estadounidense”, por ende, violando los derechos humanos en toda su expresión y extensión de los ciudadanos estadounidenses (no nos referimos a los calificados y perseguidos “migrantes”) con un impacto que podríamos y deberíamos calificar como “impacto bajo” tanto a nivel nacional como internacional por el control de los medios de información y una excelente estructura ideológica comunicacional del real Poder estadounidense:(http://www.guardian.co.uk/commentisfree/cifamerica/2012/jan/02/ndaa-historic-assault-american-liberty?CMP=twt_gu#box)
La crisis económica es estructural y no es consecuencia de la “crisis de Wall Street”, sin descartar su impacto. Consideramos que desde la decisión al más alto nivel del Poder (Müller Rojas) de implementar la nueva “división internacional del trabajo”, la masa obrera de los EEUU de América se vio, fundamentalmente, afectada por el traslado aceptado por la propia dinámica de la globalización del capital y tecnologías hacia ciertas regiones del Asia y el Pacífico en lo que se denominó, a posteriori, como los “Tigres Asiáticos”. Consideramos que el proceso de crisis interna en lo laboral estadounidense se profundizó con la propuesta política de Deng Xiaoping para China de “apertura e inversión extranjera” y a pesar del impacto que traería, en ese proceso y desarrollo de cambios socio-económicos, la necesidad de dejar entreabierta las ventanas para permitir la entrada de “moscas” lo que convenció “con intensidad sicológica” a los capitales y tecnologías estadounidenses a ubicar sus inversiones en, primeramente, las “zonas económicas especiales” del sur de China para trasladarse, posteriormente, a las zonas norte-costeras chinas cual Tratados Desiguales del siglo XIX (la “mediterranealización” de la inversión tanto extranjera como nacional-china sería el proceso actual en desarrollo); es decir, mientras que China buscaba adaptarse a las realidades reales del proceso de transformación y crecimiento global de la economía capitalista mundial, por ende, del sistema capitalista, buscando dar un “salto cualitativo y cuantitativo” para la transformación profunda del propio sistema económico chino “en vigencia” y, principalmente, del propio Estado chino en sus estructuras y superestructuras fundamentales hacia la modernización y globalización con características chinas, la economía estadounidense dirigida al consumo masivo y la re-exportación hacia mercados dependientes de los sistemas de distribución nacional-internacional, dicha economía “yanqui” crecía en dependencia de las exportaciones chinas a satisfacer su mercado interno logrando alcanzar una profunda, importante y grave asimetría en el comercio bilateral entre ambos países. Dicha dependencia en China tuvo un impacto directo durante el proceso lógico-capitalista en aquella primera etapa de expansión del capital estadounidense hacia y en los “Tigres Asiáticos”, girando sus intereses (léase: capital green-go), en el marco de la relación costos-productividad-acumulación, en el marco de las realidades objetivas, en el marco del capitalismo global, hacia los “parabienes” del crecimiento de la economía china que estaba, fundamentalmente, alcanzando absorber las necesidades del mercado interno de “la masa yanqui”.
La crisis militar estadounidense es un proceso más complejo en los tiempos post-Guerra Fría. Las realidades que conllevan el crecimiento de la economía globalizada en sus contradicciones ha obligado objetivar las propias realidades tanto de la geopolítica como la seguridad del Imperio (léase: Estados Unidos de América). Prudente sería comentar que con la destrucción de Libia y la decisión de Barack Obama de la no participación directa en el caos político-militar de destrucción total de Libia, el Poder (Müller Rojas) expresó, públicamente, a través de su vocero oficial -huésped en la Casa Blanca-, manifestar el traslado de los intereses del Imperio del Atlántico al Pacífico; es decir, el enemigo no serían ni eran los árabes ni, temporalmente, los persas sino China aún y a costa de dejar a la Comunidad Europea en manos de Rusia. La pregunta a responder sería: ¿Por qué el Poder considera a China como su enemigo eminente e inevitable? Los EEUU de América manifiesta su inquietud hacia China con la expansión militar estadounidense en la Región del Asia y el Pacífico con acuerdos y ventas de armamento a Japón, Corea del Sur, Taiwan, Filipinas, Australia, Timor Oriental, el Sudeste Asiático sin contar con las bases militares, el rescate-propuesta-utilización de las facilidades de bases-puertos en Filipinas y Vietnam, acercamientos militares “agresivos”, propuestas como la “Nueva Ruta de la Seda”, la búsqueda de consolidación de la presencia militar yanqui en la Región del Caspio, “carantoñas” con ex-Repúblicas soviéticas, y, fundamentalmente, la búsqueda del control total de Las Malvinas con proyectos de construcción de una base-aeropuerto militar y un puerto de “aguas profundas” para submarinos atómicos.
En ese marco de análisis
básico, los Estados Unidos de América está inmerso en un proceso
electoral de interés internacional porque, a nuestro entender, se están
enfrentando dos modelos de política que, según sea el ganador, el
Imperio podría entrar en el proceso de continuar con la reingeniería
del capitalismo en paz y/o bien en la reingeniería en guerra(s) con
todas las consecuencias correspondientes. El enfrentamiento entre Barack
Obama y lo tradicional-fundamentalista yanqui es más importante y grave
de lo que, aparentemente, se viene observando con la debida y
analítica atención. Consideramos que Barack Obama no ha cumplido con
los compromisos socio-económicos, a nivel interno, que propuso en el
transcurso de la campaña de su primera elección; las razones de este
fracaso son, a nuestro entender, fundamentalmente, por las propias presiones
que el Poder (Müller Rojas) ha impuesto en la Casa Blanca ya que el
programa político propuesto por el afro-descendiente hawaiano, es decir,
el partido demócrata estadounidense, no ha podido imponer menos desarrollar
sus políticas sociales aun con las protestas impulsadas por el movimiento
“Occupy Wall Street”; es decir, Barack Obama fue, vulgarmente, utilizado
para “asumir y desarrollar” las políticas diseñadas por George
W Bush con las consecuencias correspondientes. Ello nos lleva a preguntarnos:
¿Por qué del surgimiento del fundamentalismo expresado en el Tea Party
cuando conocemos que nada se decide en los Estados Unidos de América
“por casualidad”? ¿Es el Tea Party lo necesario-fundamental en
el futuro político de la reingeniería del sistema capitalista estadounidense
y lo que significa en el diálogo “Imperio-imperialismo”?