El golpe imperial

Tal como lo ha denunciado el presidente Chávez, la contrarevolución mantiene el Plan B para derrocar por la fuerza al Gobierno Bolivariano. La campaña de descrédito contra el Consejo Nacional Electoral tiene como propósito descalificar las elecciones una vez realizadas y en todo caso justificar una acción de fuerza antes o después de dichas elecciones.

El imperialismo está actuando con un brutal cinismo a base de claras y escandalosas mentiras. Así actuó en Libia y pretenden repetir la misma acción en Siria. El golpe de Estado en Paraguay pone de relieve la absoluta carencia de moral en el comportamiento imperialista. Israel no oculta su propósito de declarar la guerra a Irán en un lapso de 30 días y con el sacrificio de 500 soldados israelitas.

La utilización de funcionarios corruptos de los regímenes atacados es una táctica que ya hemos podido comprobar en los países que son objeto de su conspiración. En Libia recurrieron a la renuncia pública de altos funcionarios so pretexto de desacuerdo con el gobierno. En Siria han hecho uso del mismo recurso sin los resultados esperados. El asesinato no está descartado como ocurrió con el Coronel Kadafi.

El imperialismo ha llegado a tan baja condición que sólo está movido por la defensa de sus intereses económicos y en ese sentido no se detiene ante ningún medio. Cuba ha logrado derrotar más de 600 planes de asesinato de Fidel. En Venezuela el asesinato de Hugo Chávez es intención política evidente de la contrarevolución.

El imperialismo maneja inmensos recursos financieros para corromper a seres humanos susceptibles de ponerse a su servicio mediante el pago en dólares. La corrupción es inmensamente peligrosa por el daño material, por la descomposición que siembra en las filas revolucionarias, por el descredito que hace de la revolución y por la deserción para disfrutar de los bienes mal habidos.

En la reciente rueda de prensa del presidente Chávez en Puerto Ordaz se puso de manifiesto la valentía de un hombre de la clase obrera para denunciar la corrupción que impera en nuestro país. El Estado Bolívar es de una importancia decisiva para el desarrollo; allí tenemos más de 100 minerales estratégicos; allí funcionan empresas básicas que son la base del proyecto socialista; allí existen los mayores recursos hidráulicos del país y en la otra orilla del Orinoco se encuentra la mayor reserva petrolera del mundo. Es, además, un Estado fronterizo.

Hablamos de la valentía de un representante de la clase obrera al denunciar con coraje la corrupción, porque el propio presidente Chávez en el mismo Puerto Ordaz informó una vez públicamente que había encargado a un oficial de la Fuerza Armada para enfrentar las mafias delictivas que en ese Estado operan y que, al reclamarle su carencia de actos en ese sentido, este oficial le dijo que no podía hacerlo porque sería objeto de asesinato. Este hecho pone de relieve la gravedad de la situación.

El obrero a que nos estamos refiriendo señaló una verdad que en esta columna hemos venido sosteniendo: que la unidad y organización de la clase obrera es absolutamente indispensable para enfrentar con eficacia la corrupción que tanto daño está haciendo al proceso revolucionario.

La tarea inmediata que tiene el pueblo venezolano es derrotar los planes golpistas de la derecha y otorgar el 7 de octubre un clamoroso triunfo a Hugo Chávez quien ha demostrado con los hechos su fidelidad al pueblo venezolano. Ningún gobernante, después de 1830, ha hecho tanto como él en bien del país y del pueblo. La oposición es representante de una burguesía que ha sido cómplice de las potencias imperialistas que nos han dominado y que hoy tienen sumida a la humanidad en una crisis estructural sin precedentes.

El odio contra Chávez es porque precisamente encabeza un proceso revolucionario que está demostrando que el progreso de un país no puede llevarse a cabo bajo un sistema capitalista, porque constituye un ejemplo de integración en el continente y un modelo social para todos los pueblos oprimidos de la tierra. Nunca se había hecho tanto en tan breve lapso por las clases oprimidas venezolanas; nunca, en ninguna parte del mundo se ha llevado a cabo un plan de viviendas de la magnitud del que se está realizando en nuestro país.

robertohernandezw@gmail.com


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Roberto Hernández Wohnsiedler

Abogado y Sociólogo. Fue diputado, vicepresidente de la Asamblea Nacional, Ministro del Poder Popular del Trabajo y Seguridad Social y militante del Partido Comunista de Venezuela (PCV). Es autor del libro La Clase Obrera y la Revolución Bolivariana.

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