Un compadre muy querido de las tierras de Pariaguán quien labora para Petróleos de Venezuela en los campos sabaneros de San Diego deCabrutica, justo en el clóster que sembraron al lado del mítico río Quebradón, donde antes era unpaso de cachicamos, lapas, acures, venados y morrocoyes, me informa mediante una llamada emitida desde su Blackberry, su pin y sus demás anexos electrónicos de audio, lo siguiente: “Compadre, amí también me espía la NSA yanqui”.
Luego de darme detalles técnicos sobre el funcionamiento sistematizado del taladro chino digitalizado que él opera y del sistema de registro electrónico para el seguimiento de la perforación de los pozos y del modo como desde Texas, Estados Unidos, existe un registro detallado en tiempo real para cada brizna de paja que se mueva en las tareas del taladro, me detalla el asunto personal que tanto lo preocupa. Una falla técnica inevitable de su estómago lo alejó de la periferia de seguridad de la locación y fue a descargar las tripas del mismo modo que lo hicieron sus abuelos, sus padres y casi todos sus hermanos cuando vivían en las cercanías de Santa María de Ipire, en los bordes leñosos de Guárico, venteando las entradas de aguas para principiar las siembras y aliviar el hambre, sin ningún presupuesto en su imaginación para las artes futuras que le depararía la vida en la industria nacional del petróleo. En esa época se le temía a los guerrilleros o a un zorro pero no aun sistema élite de espionaje trasnacional digno de un imperio corrupto, desleal, ilegal, ultrajador, abusador, y cuantos otros epítetos y adjetivos afines estimen ustedes añadir.
Un gringo que estuvo de paso como asesor técnico en la zona de la Faja del Orinoco era realmente un agente de la famosa y cuestionada NSA o Agencia Nacional (Trasnacional) de Seguridad y se supone que sembró los taladros de aparatos de fisgoneos biológicos, sexuales, de trabajo, de ocio, de todas las cosas que hacemos los venezolanos para seguir siendo tan venezolanos como los que más en este mundo. Otro técnico de la empresa fue hasta Estados Unidos a intercambiar experiencias relativas a sus oficios, y se dio cuenta del espionaje. Este maracucho avieso, que de tonto no tiene nada, reconoció a mi compadre en cuclillas, la braga abajo, encorvado y pujando un tolete enorme con los restos del almuerzo y la cena de la noche anterior, grabado en plena madrugada pues laboraba, según la data del espionaje, en la guardia que ellos llaman de once a siete, es decir, de 11 PM a 7 AM, horas continuas. Otros detalles del cuerpo enrollado y defecante de mi compadre se avistan junto a unos ojos brillantes de animal de monte que igual pueden parecer los de un conejo o los de un báquiro. Realmente el maracucho sabe muy poco de la fauna llanera.
Este asunto es realmente preocupante pues el maracucho sostiene que hasta las intimidades más crueles de los pobladores de Zuata, Mapire, Uverito, Santa Clara, El Pao, Atapirire, El Tigre o Pariaguán están allá como películas en acción combat y que por mera ociosidad los de la NSA tienen grabaciones de la casa de cita de Petra Guape en el sector La Antena. Visto esto en pleno monte de los llanos orientales a mi no me sorprende que también en la isla de Margarita la NSA tenga espiados a los profesores, a los pescadores, a las empanaderas y hasta a los árabes y turcos mayameros así como caraqueños mayameros que aquíse dan la gran vida gracias a sus riquezas obtenidas a costas del dólar del Puerto Libre.
Bien señores de la NSA, les autorizo a que intervengan mi email para que se den cuenta cuanto quiero yo a los gringos, fundamentalmente cuando estoy mandando por fax unas caraotas negras o chateando con mis intestinos unos truenos de inviernos como esos que se dan en el llano en época de relámpagos y centellas.
Mi correo para la NSA:
elpoetajotaoe@gmail.com